Economía

El reto de converger con Europa y el lastre de la sequía

Estrategia 2027: La Junta busca reducir la brecha de empleo, densidad empresarial y PIB per cápita 2024. La principal incertidumbre es el impacto que tendrá la sequía en el sector agro y el turismo

Estado actual del embalse del Guadalteba, en la provincia de Málaga.

Estado actual del embalse del Guadalteba, en la provincia de Málaga. / ÁLEX ZEA

José Vicente Rodríguez

José Vicente Rodríguez

Andalucía, la comunidad más poblada de España (tiene 8,5 millones de habitantes), afronta estos años importantes retos económicos relativos a la creación de empleo, la recualificación de trabajadores, el fortalecimiento de la actividad de sus empresas, el impulso a la i+D+i o el aprovechamiento de los fondos europeos. El Gobierno andaluz de Juanma Moreno puso en marcha a inicios de la presente legislatura una hoja de ruta económica denominada ‘Horizonte 2027’ encaminada a seguir buscando la convergencia con la media española y europea, ya que la región, con los datos manejados en 2022, continuaba presentando diferenciales negativos con Europa y el conjunto de España tanto en tasa de paro, densidad empresarial o per cápita.

Esta Estrategia para la Transformación Económica de Andalucía (ETEA) recoge que la clave para avanzar en el nivel de PIB per cápita asa por mejor las cifras de empleo y productividad, y para ello se necesita «avanzar en competitividad, mejorando la dotación de capital físico productivo, fomentando la investigación, el desarrollo, la innovación y la transferencia del conocimiento, reforzando el tejido empresarial para que gane en dimensión y adaptando los modelos de cualificación de la población». El documento recoge para este periodo unos recursos financieros estimados en casi 28.000 millones de euros de los que más de la mitad (15.284) procederán de fondos europeos, fundamentalmente del nuevo marco de financiación 2021-2027. El resto son recursos de carácter autonómico, con otras inversiones estatales y con el Mecanismo Europeo de Recuperación y Resiliencia (MMR) que aprobó Bruselas para paliar los efectos de la pandemia.

La ETEA define diez objetivos, que se concretan en el aumento del gasto en I+D+i desde el 1,08% del PIB de 2020 hasta el 2%, y en el incremento de la base empresarial, con la que se quiere dar un salto de la actual densidad de 75,3 empresas cada mil habitantes a 80. Asimismo, se establece el objetivo de reducir la tasa de paro del 21,7% al 14,1% de la población activa, así como bajar la tasa de abandono escolar prematuro al 15%, teniendo en cuenta que se parte del 17,7% en 2021. Otro reto es la anulación de la diferencia en los índices de envejecimiento entre ámbitos rurales y urbanos, así como en acortar la brecha de género en el empleo.

El plan del Ejecutivo andaluz busca estos objetivos, eso sí, en un contexto económico de enorme dificultad. A la crisis del Covid y el posterior atasco de toda la cadena logística mundial se unieron acontecimientos como la invasión rusa de Ucrania, que espolearon un encarecimiento de las materias primas y contribuyeron a espolear la escalada inflacionista, obligando también a los bancos centrales a cambiar la política monetaria y aplicar subidas de los tipos de interés en Europa. En los últimos dos años, la sequía ha mostrado además su cara más cruenta, lastrando el avance de del Producto Interior Bruto (PIB) andaluz. El PIB creció en Andalucía un 2,5% en 2023, según el primer avance del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA) y, según ha afirmado en varias ocasiones la consejera de Economía, Hacienda y Fondos Europeos, Carolina España, si la pluviometría hubiera sido la de un año normal de un periodo sin sequía, la región podría haber crecido dos puntos más (al 4,5%). El crecimiento de 2023, en todo caso, está en línea con el experimentado en el conjunto de España (2,5%, según el INE), algo a valorar teniendo en cuenta que la sequía impacta de forma más acusada en Andalucía, donde el peso del sector primario en la estructura productiva prácticamente duplica el del conjunto nacional. La economía andaluza sigue teniendo su principal peso en la agroindustria y el turismo, aunque segmentos como la tecnología o las energías renovables ganan protagonismo.

En este 2024, la economía andaluza, al igual que la nacional, registrará una desaceleración de su crecimiento al 1,8% del PIB y moderará también la creación de empleo y la reducción del desempleo respecto a 2023, en un escenario muy condicionado por la evolución de la sequía, según las previsiones del panel de expertos del Observatorio Económico de Andalucía (OEA). La previsión del OEA es muy similar al crecimiento del 1,9% para este año que ha proyectado la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA) y mejora el 1,4 % que prevé el BBVA Research. Según el OEA, el crecimiento andaluz este año se apoyará en el consumo privado, que a su vez se verá favorecido el mantenimiento o el moderado incremento del empleo, por la mejora de los salarios y la previsible bajada de los tipos de interés en torno al verano.

Sin embargo, el consumo de las administraciones publicas limitará su efecto en el crecimiento, ya que se retraerá como consecuencia del previsible ajuste fiscal que tendrán que llevar a cabo las administraciones para cumplir con las obligaciones de consolidación fiscal.

También el sector exterior mostrará cierta debilidad por la ralentización de las economías europeas, que son los principales compradores y que no acaban de remontar (sobre todo Alemania), si bien se prevé un impulso de la inversión si se acelera la ejecución de los fondos europeos Next Generation. Según el OEA, la sequía es la principal incertidumbre económica, con su impacto en el sector agro y su extensión a otros si se producen restricciones en el consumo y en la industria.

El 2023, a su juicio, fue un buen ejercicio gracias al tirón del consumo privado y al buen comportamiento el consumo público. Por el lado de la oferta, los servicios (que incluyen hostelería, transportes, restauración y comercio) registraron el pasado año una evolución muy positiva, en la que sobresalió el consumo de los no residentes por el fuerte crecimiento del turismo internacional, frente a una mayor debilidad de los sectores de la construcción y la industria.