Reivindicar la pintura universal en su más pura esencia y mantener la coherencia estética nacen directamente de la filosofía de vida del pintor afincado en Vélez Málaga Paco Hernández (Melilla, 1932). Y este pensamiento se ha hace más presente en la exposición que ayer fue inaugurada en las salas temporales del Museo del Patrimonio Municipal (MUPAM), en la que el autor recorre sus inquietudes estéticas más recientes.

Francisco Hernández: de lo pictórico y lo lineal, que podrá visitarse hasta el próximo 12 de junio, representa un «canto mediterráneo» a la pintura, al arte en mayúsculas. En definitiva, constituye la «llamada de su vocación estética», afirmó ayer el pintor en la presentación de la muestra.

«Soy mediterráneo, pero mediterráneo fenicio, no cartaginés, porque me trajeron en Melilla», dijo ayer Paco Hernández, que consideró que la pintura «es un misterio universal y lo seguirá siendo».

Un total de 81 piezas, entre las que se encuentran diversas obras que se exponen por primera vez, componen la colección que se exhibe en las salas de la Coracha. De éstas 67 son óleos, once plumillas -tres de ellas, a tinta china y aguada de gran formato- y las tres restantes, dibujos a lápiz, que revisan la evolución pictórica del artista desde 2006-2007, años en que empezó a explorar los grafitis, con los que ha desarrollado una imagen pictórica «totalmente lineal», explicó su hija Carmen, comisaria de la exposición junto a otra hija del artista, María Jesús.

«En la dilatada trayectoria de mi padre vemos una conversión de estilos que beben de distintas fuentes técnicas, pero siempre aplicadas bajo el eje fundamental del dibujo», detalló Carmen Hernández.

Prueba de este viaje estilístico está en obras como Crucificado (2005), Desenfreno (2006) o Nocturno (2007). El juego lineal a través de los grafitis crean movimientos asfixiantes que se pueden observar en obras como Movida I o San Fermín.

La comisaria señaló, por otro lado, que esta movilidad a la que se asiste entre lo puramente pictórico y lo rotundamente lineal, confluye en obras que asumen estas dos técnicas, como por ejemplo La Anunciación (2010), o Marco Antonio y Cleopatra de finales de ese mismo año, donde los colores plantean «una interiorización que llega a ser enigmática».

Aunque la mayoría de las obras expuestas en el MUPAM están fechadas a partir de 2005, la muestra también se nutre de cuadros emblemáticos del artista, como Cleopatra, de 1988, Música y danza, de 1999, o Santa Teresa de Jesús (2003), que nunca se había expuesto.

La colección muestra una serie de retratos protagonizados por el realismo del dibujo. «La tinta china y aguada dibuja los personajes a través de pequeños trazos, al igual que en el grafito sobre papel o las plumillas, con las que realizó el dibujo a la primera, sin levantar la pluma del papel», matizó Carmen Hernández.