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La mujer de negroClasificación [ ** ]Dirección

: James Watkins. Guión: Jane Goldman, basado en la novela de Susan Hill. Fotografía: Tim Maurice Jones. Música: Marco Beltrami. Intérpretes: Daniel Radcliffe, Ciaran Hinds, Janet McTeer, Liz White, Shaun Dooley, Jessica Raine, Sophie Stuckey, Daniel Cerqueira, Roger Allam, Alexia Osborne, Alfie Field. Duración: 95 minutos

No culmina de forma totalmente satisfactoria su deseo de forjar un modélico producto de terror gótico, pero tampoco desaprovecha la ocasión para, al menos, instalarse en la especialidad como una aportación digna. En la que es su segunda película, tras debutar en un thriller que mereció elogios de la crítica, Eden lake, no estrenada en España, James Watkins certifica que sabe orientarse en este terreno tan transitado y deteriorado sin perder el rumbo ni las formas. Por lo menos la realización permite crear la atmósfera misteriosa y terrorífica que es consustancial a la historia y de este modo casi siempre flota en el ambiente ese toque de intriga e inquietud que es consustancial a todos los personajes. Había, por otra parte, expectación para comprobar como se desenvolvía Daniel Radcliffe en su primera interpretación protagonista después de acabar su ciclo de Harry Potter. En este sentido hay que decir que aunque lastre un tanto de monotonía en sus gestos, sabe conectar con la atmósfera de la cinta. El acierto más loable del director ha sido el de renunciar a los efectismos y a las estridencias, tratando de lograr el miedo del espectador en base a una utilización discreta y entonada de los recursos de la cámara y de una fotografía que se vale de escenarios rebuscados y fantasmagóricos. Esta es una de esas películas en la que la niebla y la oscuridad son aliados permanentes de los fotogramas.

Ese es el marco por el que transita el joven abogado londinense Arthur Kipps, que se ve obligado a dejar en tutela a su hijo de tres años para hacerse cargo de un caso realmente intrigante que le obliga a desplazarse a un lugar con connotaciones siniestras. Es un pueblo claramente inspirado en la Abadia de Saint Michele de Bretaña, donde tiene gran importancia las mareas, en el que acaba de morir un rico propietario cuyo legado ha de ordenar. Una tarea que lleva aparejada una inquietante mansión gótica por la que se mueven seres de ultratumba, especialmente una mujer de negro que parece estar al acecho en aras a cumplir una venganza. No hay lugar para notables virtudes, pero tampoco se cometen errores de bulto.