Mon Magán presenta estos días Grapas, un documental que profundiza en la idiosincrasia de los fanzines, esas publicaciones amateur hechas con mucho entusiasmo y cada vez más profesionalidad que comenzaron como un montón de fotocopias grapadas a modo de revista y que hoy, con la implantación de internet, han sabido adaptarse al mundo digital. El documental se proyecta hoy en Armilla, en el marco del XVII Salón Internacional del Cómic de Granada, y se distribuirá de forma libre a partir del lunes 12 de marzo en su página web.

¿Se siguen haciendo fanzines en el siglo XXI?

No sólo se siguen haciendo, sino que cada vez hay más. Además, con la llegada de internet y los formatos digitales mucha gente se ha pasado a estos. Así, el número de autoediciones ha aumentado exponencialmente, motivado por la facilidad y el bajo coste de estas nuevas formas de publicar. El dilema estaría en si podemos considerar a los ezines y blogs como fanzines, ya que aunque respiran de la misma manera, su apariencia exterior es diferente.

¿Qué ofrece un fanzine que no se encuentra en otras publicaciones tradicionales?

Ofrece un campo abierto a la libertad, tanto de creación como de expresión, alejado de intereses de terceros. A la vez es una forma de profundizar en temas concretos desde un punto de vista muy especializado, a la vez apasionado y subjetivo. Como si un amigo te hablara sobre su tema favorito. Es la primera gran democratización de los medios de emisión. El receptor que pasa a ser emisor y cambia el mensaje. Internet hace que esto nos parezca muy normal, pero hace treinta años el mundo era muy diferente, y los fanzines eran revolucionarios y subversivos. Con los tiempos oscuros que vivimos, de alguna forma, se está volviendo a una única visión de la realidad y los fanzines vuelven a ser las gafas con las que ver otras islas.

¿Cómo surge la idea de realizar «Grapas»?

Hace unos años volví a editar fanzines a través de Pez, que pretende ser un metafanzine. Esto me hace estar atento a la escena de la edición independiente y ante la posibilidad de producir una pequeña pieza para un encuentro de fanzines que al final no cuajó, surgió la idea. Por aquel entonces trabajaba con Fran Camarena, que venía del mundo audiovisual y la realización de cortometrajes, con el que compartimos la labor de dirección y guión. Poco después Víctor Araque, dibujante de cómic, se incorporó como apoyo de guión.

¿Cuál ha sido el proceso de su elaboración?

Desde el comienzo la idea se planteó de una forma común. Lanzamos una convocatoria abierta en internet y fuimos recibiendo vídeos que fanzineros y aficionados realizaban desde casa, con los más variados formatos, texturas e ideas, desde diversos puntos de España, Francia y Sudamérica. Del mismo modo, nosotros hemos realizado muchos kilómetros produciendo nuestro propio material. Todo ello desde la más absoluta independencia, con un excelente equipo de profesionales que han colaborado altruístamente, encabezados por David Quesada. El resultado es una amalgama de imágenes, que desde el rigor y la coherencia pretende ofrecer una visión global del fenómeno fanzinero.