Esta realidad nos precisa en movimiento. Nos solicita en acción. En una suerte de estado cinético que implique una mirada crítica ante lo que acontece. Una mirada edificada desde el hecho, desde lo empírico. Una mirada tan urgente como subversiva, que reclame verdades, certezas, y que expulse al miserable de la geografía de la vista. Está claro, a la luz de lo sucedido en las últimas semanas, que hemos perdido algunas batallas. Mejor dicho, siquiera nos han dejado plantearlas. Nos han reducido a eco. Nos han dado por muertos antes de iniciarlas, antes de ajustar movimientos. Pero hasta con los muertos hay que tener cuidado, sobre todo con los que la presunción define o considera de esa manera.

Precisamente, una de las grandes herramientas que la literatura me ha otorgado -y de lo que tardé en darme cuenta- es la estrategia del movimiento. Aprender a intuirlo, a definir trayectorias, cambios de sentido, ángulos, direcciones. El movimiento como tránsito, como terreno fronterizo; incluso, cuando el aliento ha sido escaso, el movimiento estático como vía de escape. Todo lo he encontrado en la literatura. Quizá por ello me sigue sorprendiendo que los que solemos perder batallas no encontremos en un libro al mejor aliado posible, no sólo para uno, sino ante la experiencia de la vida y sus movimientos siempre impredecibles.

Una de esas últimas armas que ha caído en mis manos es #Despacio (Caballo de Troya, 2012), de Remedios Zafra. Y escribo lo de arma por lo que tiene de dinámico, de lectura afilada, de título generador de movimientos urgentes. La cordobesa ha facturado un artefacto narrativo de naturaleza múltiple en el que la figura del lector se presenta como columna vertebral. #Despacio se soporta sobre una estructura que pretende ser red y en la que el lector quedará insertado hasta que decida qué hacer con su dura y áspera historia. El argumento se articula a través de un ramillete de personajes desencantados, desplazados, periféricos -de los que también están acostumbrados a perder batallas- que habita en un andén, especie de no lugar en el que las existencias, anhelos y necesidades de estos personajes se quedan suspendidos como el humo en el frío. Pero decía al principio que la naturaleza de #Despacio es múltiple, sí. Y lo es porque nada es lo que parece. El desencanto se perfila como motor narrativo de la historia, o no. La frustración y el fracaso como Leitmotiv de sus habitantes, o no. Y el libro, en sí, parece que quiere ser novela o conjunto de relatos anudados. Una identidad, la de #Despacio, que ante la parálisis de un tiempo llama a la acción, busca el movimiento más poderoso que albergamos, el más combativo y necesario: el pensamiento. Ante la parálisis de un tiempo, ¿qué tal si nos movemos?

twitter de Cristina Consuegra: @CrisConsuegra