El impacto que produce la obra de Goya, incluso hoy, es capaz de modificar la manera de pintar de un artista. Fue lo que le ocurrió a James Ensor cuando, en una visita al Museo de Bellas Artes de la localidad francesa de Lille, se enfrentó al trabajo del maestro aragonés. El pintor belga, dedicado hasta entonces a los paisajes, dejó a un lado la representación de llanuras y orillas y encaminó su obra hacia las crítica social, realizada a través de alegorías fantásticas repletas de máscaras grotescas y esqueletos.

Ahora la sala Noble del Museo Carmen Thyssen acoge la muestra titulada Goya-Ensor. Sueños al vuelo, en la que se reúnen por vez primera en España los grabados de ambos creadores y los enfrenta para mostrar al público sus puntos en común. «Pocos autores han generado tanta atracción por su obra como el inabarcable Goya. Su sombra se proyecta sobre artistas de tendencias distintas y épocas diversas. Unos de los casos más cercanos es el de Ensor», destacó la directora artística de la pinacoteca malagueña y comisaria de la muestra, Lourdes Moreno, quien remarcó que el pintor belga sintió que la obra de Goya «le removía la sangre».

Esta afirmación forma parte de una carta que Ensor escribió a Darío de Regoyos y que forma parte de esta exposición que podrá visitarse hasta el próximo 28 de enero y que completan cuarenta grabados de Goya y una docena de aguafuertes del artista de Ostende.

Las estampas de Goya pertenecen a dos de sus series más reconocidas, los Caprichos y los Disparates, entre los que se encuentra su conocida obra Los sueños de la razón producen monstruos (1799). Los temas son variados, siendo los más comunes la brujería, el cortejo, las convenciones sociales y la muerte, junto a otros de difícil interpretación. Goya logra una ambientación nocturna en las escenas mediante el uso del aguatinta, técnica con la que modernizó el procedimiento del aguafuerte y que le permitía sugerir escenarios oscuros y atmósferas misteriosas

Ensor, uno de los pintores más reconocidos de la tradición belga, es un autor inclasificable, «en ello reposa gran parte de su producción artística», expresó Moreno. Familiarizado con el mundo de las máscaras que se vendían en la tienda familiar para el carnaval de Ostende, creó un mundo oscuro, irónico e inquietante que lo vincula directamente a Goya. En este sentido, pese a ser autores de «sentimientos universales», cada uno es representativo de su época: Goya fue el pintor del individuo, de sus temores y del enfrentamiento entre iguales; mientras que Ensor lo fue de la turba y la multitud.