Por los acordes rasgados de José Fernández, Tomatito (Almería, 61 años), han pasado las voces de Camarón de la Isla, Enrique Morente e incluso Frank Sinatra o Elton John. Su toque ha compartido compás con las manos de Paco de Lucía, de quien se considera discípulo. Para él, «el flamenco es una música activa, en movimiento. Es la música del dolor de un pueblo.».

Vuelve a Málaga una vez más a rememorar la edad dorada del flamenco, tierra donde conoció a Camarón ¿Muchos recuerdos?

Claro, porque antes de Camarón vivía allí ya. Luego cuando tenía yo 14 años, trabajé en la taberna gitana, él iba por allí, tenemos un amigo en común, iba por allí mucho€ La verdad es que sí, bendita sea Málaga. Tengo unos recuerdos maravillosos, toda mi niñez está allí.

Viviré evoca la estampa de usted a la guitarra, junto a Paco de Lucía y Camarón. ¿Es este espectáculo un viaje en el tiempo?

Por supuesto. Por ejemplo, la leyenda del tiempo de Lorca, pero que nosotros hicimos en el disco del que fue productor Ricardo Pachón y recordar un poquito los temas esos, junto con Paco de Lucía también, la nana del caballo grande, que es muy bonita. He cogido como intérprete a Duquende, al Arcángel y Antoñito Reyes. Es una cosa preciosa.

Su guitarra ha acompañado a grandes artistas del flamenco. ¿Qué le gustaría volver a vivir?

Lo de Camarón es aparte. Porque he estado toda mi vida desde que fui joven, desde que nací con la guitarra hasta los últimos días. También le tengo mucho cariño a Enrique Morente, que también le he tocado mucho.

Carlos Saura lo incluye en su exposición Flamenco en la plaza de toros de la Malagueta. ¿Se lo habría imaginado el joven José que se vino de Almería para tocar en los tablaos malagueños?

Cuando uno empieza, no se sabe nunca lo que va a suceder luego. Estoy muy contento porque hicimos dos películas con Carlos Saura, flamenco y sevillana, que son preciosas, y es un documento para el flamenco muy bueno.

De los tablaos pasó a las tablas de los teatros de Málaga y de otros rincones del mundo. Este fin de semana debuta en el Teatro del Soho ¿Cómo ha sido ese camino?

Muy contento cuando leo donde he estado, pero no le doy muchas vueltas porque voy, toco y me digo «qué teatro más bonito». Con Michel Camilo voy mucho a Europa y me pregunta «¿tú has estado en este teatro?» y yo le digo «creo que sí» , y de momento viene el director, me saluda «Tomatito, me alegro de verte» y entonces digo «¡Sí he estado, Michel!». Es como un pequeño cachondeo entre los dos.

La grandiosidad del lugar en el que toque, el número de público... no le distraen.

La gente que viene a verte, todos los que están ahí, nos quieren, porque te anuncias y vienen a verte, son tus amigos, y ya está. Y tú tienes que dar el corazón para ellos.

¿Y sobre el nuevo teatro?

Que Antonio Banderas y los que llevan el teatro se acuerden de que el flamenco es la música que tenemos para exportar al mundo porque nace en España y por ahí lo quieren y le dan mucho valor, es un orgullo que hay que agradecérselo. Por mi parte, ¡ole!, un diez.

Dice que el flamenco se valora más fuera que dentro de España. ¿Siempre ha sido así?

Fuera es como una asignatura pendiente, la música. Aquí como lo tenemos, la música es como una diversión, pero fuera es una cultura. Por eso se llenan los teatros.

Sus hijos continúan su legado. ¿Tranquiliza saber que el flamenco tiene relevos?

Por supuesto. Y de muchos jóvenes. La música en movimiento no se muere con los genios, siguen para adelante con esa escuela y los jóvenes siguen escuchándolos.

Estos versos: «vivir y soñar, solo voy buscando mi libertad». Esa libertad, ¿la vive o la sueña?

Libertad con orden, sí, yo la vivo.