Estrella Morente cumplió ayer 40 años, casi los mismos que lleva subida a un escenario en cuanto heredera de un icono de la música al que relevó con su excelencia vocal como santo y seña hasta que, en los últimos tiempos, polémicas ajenas a su cante han empañado levemente su imagen.

Nacida en 1980 en el municipio granadino de Las Gabias, Estrella de la Aura Morente Carbonell es la primera hija del matrimonio formado por el cantaor Enrique Morente y la bailaora Aurora Carbonell, así que no resulta extraño que levantando unos pocos palmos del suelo ya se marcara tarantas con el maestro Sabicas.

Su auténtico debut, no obstante, le llegó a los 16 años, en la gala de apertura de los Campeonatos de Esquí Alpino de Sierra Nevada, bautismo arropado por otros hitos que respaldaban una incipiente y prometedora trayectoria, entre otras cosas, por la calidad de sus avalistas.

Amadrinada por Carmen Linares en un concierto en el imponente Teatro de la Maestranza de Sevilla, Morente participó además en el disco más arriesgado y emblemático de su padre, 'Omega' (1996), el que ayudó a revolucionar aún más el flamenco mediante una fusión con el rock de Lagartija Nick y la poesía de Leonard Cohen y Federico García Lorca.

«Yo venía de los clásicos y estaba enamorada de ellos. 'Omega' me dirigió a las masas. Me puso un caramelo en la boca. Era vanguardia, la explosión de la libertad», recordaría a Efe, aunque terminara enfocando su carrera, paradójicamente, hacia «la pureza del flamenco como cantaora».

Fue su padre quien produjo su primer álbum, 'Mi cante y un poema' (2001), y lejos del destino irregular que ha perseguido a otros «hijos de», la artista enamoró con sus interpretaciones de canciones flamencas hasta alcanzar la categoría de disco de platino.

Entre sus trabajos posteriores, destacaron la gira 'Estrella 1922', en el que rindió tributo a la cantaora sevillana Pastora Pavón, y grabaciones como 'Mujeres' (2006), su homenaje personal a 13 féminas del siglo XX, que recibió el Premio de la Música, o el álbum en directo 'Casacueva y escenario' (2007), realizado en pleno Albaicín en un espectáculo dedicado a la Niña de los Peines.

Javier Limón, ganador de 8 Grammy Latinos por aciertos como la producción del multipremiado 'Lágrimas negras' (2003), contaba en una entrevista que trabajar con Morente en el disco 'Mujeres de agua'(2010) había sido una de las cosas más fáciles y sorprendentes de su carrera.

«Le envié una canción y ella me llamó para cantármela por teléfono, en bata y en su cocina, en el tono que le iba bien. La grabé con el móvil, lo metí en el ordenador y cuadraba todo perfectamente de tono y de tiempo; ahí me demostró que es la primera figura del flamenco y una estrella mundial», destacaba.

Esa precisión, unida a su capacidad para dar personalidad propia, cuerpo y emoción, hicieron de Estrella Morente una figura creciente en el ámbito de la canción española. Su interpretación en 2006 del clásico tango de Carlos Gardel 'Volver' para la película de Pedro Almodóvar del mismo nombre fue un claro ejemplo.

Desde el inesperado fallecimiento de su padre en 2010, la artista -rota de dolor- se retrajo de los medios y de la vida pública y bajó el calibre de sus apariciones artísticas, incluso.

En el apartado discográfico, se hizo cada vez más evidente su interés por traer a sus coordenadas geomusicales temas de otros cancioneros, como el brasileño, y no dudó en trazar colaboraciones como la que grabó con el dúo español «indie» Fuel Fandango, entre arreglos electrónicos.

«Habrá gente que piense que lo hago mejor o peor pero es lo que yo quiero», decía en defensa de su último disco, publicado en 2019 e íntegramente dedicado a la copla, y de su carácter como artista, que ella entiende como muy libre.

No fueron esos escarceos fuera de la ortodoxia ni lo contrario, su adhesión a los planteamientos más conservadores de la música, lo que la ha convertido sin embargo en los últimos tiempos en sujeto controvertido, sino su defensa pública de la tauromaquia.

Casada desde 2001 con el torero Javier Conde, el episodio más controvertido tuvo lugar recientemente tras su aparición en el programa de TVE 'Operación Triunfo', cuando alteró la letra de una canción para justificar su postura.

«Ni el torero mata al toro ni el toro mata al torero. Los dos se juegan su vida a un mismo azaroso juego. No trafiques con su alma, no le perdonéis la vida al toro bravo en la plaza. Qué humana cobardía robarle al toro su muerte, a solas y en su agonía», dijo, en lo que parecía la réplica a las críticas previas de una participante del concurso.

Unos afearon el gesto al considerar las corridas un ejercicio de maltrato animal, otros que utilizara ese momento (en el que quien debía lucirse en realidad era otra de las concursantes del programa) y por último hubo quien defendió esa osadía como parte de su temple y libertad.