Danza

Luz Arcas y La Phármaco: rescatar el folklore para liberar con él a la danza

La bailarina y coreógrafa malagueña Luz Arcas se reapropia, acerca y crea desde la tradición para reflexionar sobre el mismo futuro del baile

Luz Arcas (compañía La Phármaco) durante su obra ’Mariana’ en el festival de danza contemporánea Dansa València . | JOSÉ JORDÁN

Luz Arcas (compañía La Phármaco) durante su obra ’Mariana’ en el festival de danza contemporánea Dansa València . | JOSÉ JORDÁN / ángeles castellano

Ángeles Castellano

"Que la autoridad no te haga creerte el significado que le da a las cosas. Los símbolos son nuestros". Así se expresa Luz Arcas (Málaga, 1983) -compañía La Phármaco- para referirse a su trabajo de los últimos años en torno al folklore de su tierra natal, Málaga. "¿Cuál es el folklore del presente? ¿Y cuál deseamos que sea el del futuro?" se preguntan en Para cuatro jinetes Mucha Muchacha -Ana Botía (Murcia, 28 años), Marina de Remedios (Almería, 33), Belén Martí Lluch (Mallorca, 28) y Marta Mármol (Murcia, 27)-. A ambas les une una idea fundamental: el folklore es el punto de partida para crear sus propuestas de danza.

Mucha Muchacha y La Phármaco tienen algunos elementos en común: ambas son artistas actuales, que trabajan desde la contemporaneidad. Ambas han estrenado en los últimos meses su más recientes propuestas artísticas y aunque no les une la estética, ni siquiera la disciplina de la que parten -danza española y danza contemporánea-, sí tienen en común un elemento: en ambos casos están trabajando para rescatar el folklore, cuestionarlo, preguntarse qué es y qué lugar ocupa en su tradición artística y, también, actualizarlo, y reapropiarse de lo que la dictadura y como reacción a esta, la modernidad de los 80, les arrebató.

Rescatar, cuestionar y enfrentar esa tradición folklórica es algo que lleva haciéndose un tiempo ya en la música. El movimiento viene desde atrás, pero en los últimos años artistas más jóvenes como Rodrigo Cuevas (quizás el más representativo), Guitarricadelafuente, y otros más pop o indie, como Nacho Vegas o Vetusta Morla se han acercado de diferentes maneras. Incluso la siempre cuestionada Rosalía, que parte de una formación flamenca para hacer música urbana, puede encajar en esta categoría de artistas que se asoman a la tradición o parten de ella para llevar a cabo creaciones contemporáneas.

Pero esta tendencia estaba aún por explotar en la danza. Son muchos los artistas que desde el flamenco han abierto el arco hacia otras disciplinas, fundamentalmente la danza contemporánea, o que navegan entre la danza española y la contemporánea, y aunque no son las primeras, sí son las que tienen un discurso más claro al respecto.

El folklore del presente

"Para mí, esta mirada hacia el folklore y el flamenco también en mi caso es una línea abierta que está empezando, que seguro que me lleva a más cosas, aunque desde Miserere, que fue una de mis primeras piezas, ya me hizo investigar en el gesto folklórico", explica la malagueña Luz Arcas. "Aunque parto de la danza contemporánea, el folklore me pertenece de la misma manera que a cualquiera y puedo dialogar con él".

Cantes de trilla

"Para mí, esta mirada hacia el folklore y el flamenco también en mi caso es una línea abierta que está empezando, que seguro que me lleva a más cosas, aunque desde Miserere, que fue una de mis primeras piezas, ya me hizo investigar en el gesto folklórico", explica la malagueña Luz Arcas. "Aunque parto de la danza contemporánea, el folklore me pertenece de la misma manera que a cualquiera y puedo dialogar con él".

En Toná, estrenada en 2020, proponía una reflexión a partir de los verdiales, uno de los bailes folklóricos más antiguos que se conocen en la España peninsular (cuyo origen parece estar en la civilización fenicia). En su obra más reciente, Mariana, estrenada en la última Bienal de Flamenco de Sevilla y con la que se encuentra de gira en la actualidad después de mostrarla en los Teatros del Canal de Madrid y abrir el Dansa València, parte de los cantes de trilla, utilizados tradicionalmente por los trabajadores del campo en sus labores o para relacionarse con las mulas y otros animales que intervienen en la labranza, para reflexionar sobre la relación con éstos, el trabajo físico y el cuerpo de trabajo del futuro. "Yo siempre me he sentido un poco desubicada dentro de la danza contemporánea, porque la tradición contemporánea que nos llega a España es muy apolínea y conceptual y yo siempre me he sentido mestiza en todo lo que hago, siempre me ha motivado un trabajo más ligado con algo más intuitivo o más visceral y que me ha ido llevando también a las culturas primitivas que, por ser de Málaga, es el folklore local, que crece dentro del flamenco". En Mariana todo el ropaje sonoro (o casi, salvo una improvisación de vientos) es flamenco: el cante de Lola Dolores y Bonela Hijo, que pertenece a una familia cantaora especializada precisamente en los cantes tradicionales de labor.

Para Mucha Muchacha, el folklore forma parte de su formación, ya que las cuatro componentes de la compañía, de orígenes diversos pero que se conocieron en el Conservatorio Superior de Danza de Madrid, estudiaron danza española, que lo incluye como asignatura. "Es un lenguaje que dominamos en lo académico, pero desde que pensamos que queríamos montar la compañía nos hemos cuestionado qué relación teníamos nosotras con eso que habíamos aprendido, de qué maneras se refleja o está en nuestro día a día", explica Marina de Remedios. "Incluso queríamos hacer un trabajo de entenderlo, también", añade Belén Martí, otra de las componentes.

¿Cuál es el folklore del presente? ¿Y cómo será en el futuro? Son dos de las preguntas que Mucha Muchacha plantea en Para cuatro jinetes, obra en la que trabajan junto a los sevillanos Los Voluble y que estrenaron el pasado febrero en Madrid y con el que, después de pasar por Valencia, están representando en diferentes escenarios. "Cuando empiezas a investigar sobre esto te das cuenta de que es brutal, complejo, muy grande: hay muchas tradiciones, rituales, bailes, gastronomía, incluso vestuario... ¿Dónde se puede decir que algo deja de ser folklore? Es algo que nos interesaba explorar también", dice Martí. En Para cuatro jinetes, Mucha Muchacha bailan muñeiras, jotas de varios lugares, verdiales, sardanas o la danza asturiana del corri-corri. Pero lo hacen a veces en silencio, otras con el acompañamiento de música electrónica que improvisan sobre el escenario Los Voluble, o con la banda sonora del popular videojuego de los 90 Street Fighter en una competición simulada entre bailarinas folklóricas para ver cuál de las dos es más folklórica.

¿Qué es exactamente el folklore?

"En realidad es un término bastante controvertido y difícil de definir, pero yo creo que la clave para definir el folklore está en que hace referencia a tradiciones orales". Ascensión Mazuela-Anguita es investigadora y profesora de la Universidad de Granada. Ha publicado diversas investigaciones sobre mujeres y música, músicas en ceremonias urbanas y folklore musical y es autora del libro Alan Lomax y Jeanette Bell en España (19520-1953) (CSIC, 2023). "Hablamos de folklore cuando la obra no tiene un autor, cuando se transmite de generación en generación, de persona a persona, más que de forma escrita, y por lo tanto pertenece a la comunidad, a un colectivo".

Mazuela-Anguita sí percibe que, tanto en la música como en la danza, hay una cierta mirada actual hacia el folklore. Pero le cuesta responder a las causas. "Es una pregunta muy complicada, yo creo que ocurre por diferentes razones. Creo que a nivel regional hay un interés en buscar la identidad propia en los antepasados y en la tradición de cada lugar, pero a la vez, los creadores actuales buscan la tradición de su propia localidad para encontrar una voz propia y singular".

Esta investigadora ha trabajado mucho sobre una figura fundamental en el folklore español: el etnomusicólogo estadounidense Alan Lomax que, en los años 50 en varios viajes a España junto a la también investigadora Jeanette Bell, llevaron a cabo la primera colección de grabaciones sistemáticas de música de tradición oral española en el campo, esto es, en el ambiente natural de sus intérpretes. "Es una colección muy importante porque son más de 1.500 piezas grabadas, de casi todas las regiones de España". Esas grabaciones, que una vez hechas Lomax puso a disposición de todo el mundo y están recogidas en la biblioteca del Congreso de EE UU, y que pueden consultarse en este mapa interactivo, no sólo nos permiten conocer hoy algunas formas tradicionales que de otra manera habrían desaparecido, sino que fueron inspiradoras de grandes obras artísticas como, entre otros, el disco Sketches Of Spain de Miles Davis, obra cumbre del jazz.

"Lomax, al contrario de lo que hacían los etnomusicólogos que trabajaban en España en esa época, quería grabar el folklore en su contexto, porque solía estar asociado al trabajo: hay canciones de cuna para dormir a los bebés, pero también hay cantos de uso en las labores del campo. Los etnomusicólogos de la época trataban al folklore como algo cristalizado, y lo ponían por escrito, querían registrarlo como obras acabadas, pero no lo son".

La apropiación del Franquismo

Uno de los problemas fundamentales que tuvo Lomax en sus investigaciones y que recoge esta investigadora en su libro fue la difícil relación con las autoridades franquistas. “Lomax consideraba que el folklore es algo que vive, cambia y crece, frente a la purificación a la que el folklore oficial era sometido con fines propagandísticos por la dictadura", explica Mazuela-Anguita. "Todos esos intentos de homogeneización que hubo en el periodo franquista hicieron que se buscara la forma correcta de cantar una jota, cuando no la hay. La jota no es una forma musical acabada. La propia transmisión oral tiene un componente de creación".

La dictadura, en el ánimo de controlar a la población y utilizar las tradiciones populares como instrumento de control y propaganda, se adueñó del folklore e impuso un canon para interpretar sus piezas tradicionales. "Sus reminiscencias han hecho mucho daño al folklore", afirma Mazuela-Anguita. "El Instituto Español de Musicología, una institución franquista, registró en papel una colección importante de formas de folklore. Cuando empecé a participar en ese proyecto tuve que luchar mucho por por mostrar que era un material valioso y que había que despojarlo un poco de esos matices relacionados con con la dictadura".

Mucho de esto está en la obra de Mucha Muchacha. "A nosotras nos interesaba también cuestionar cuál es el folklore del pasado y ficcionarlo un poco, porque realmente ya está ficcionado. Por mucho que hayamos estudiado los registros que existen y lo que ha interpretado la academia, dada la forma en la que se transmite, nunca sabremos del todo cómo se bailaba en el pasado, y eso también nos interesa ponerlo en valor", dice Martí. En Para cuatro jinetes utilizan además el humor para abordar esta reflexión, a partir de un falso documental que involucra a John Lennon con el cant redoblat -tradicional en Ibiza- y que llega a cuestionar la autoría misma de la icónica canción Imagine, en una delirante historia que cuestiona también la autoría y reflexiona sobre la autoría colectiva.

"Siempre se ha mirado a la tradición española y al folklore como algo del Franquismo, como algo rancio. Y luego, por otro lado, están los defensores de eso, que han pensado que eso era inamovible", afirma Luz Arcas. "A mí me pasó en TonáLos verdiales malagueños siempre han sido una cosa de catetos. Bailan con una bandera de España tuneada con la Virgen que más te gusta, y yo bailé con esa bandera de España, pero para decir que la bandera es mía y España soy yo, básicamente. Y me da igual lo que haya significado para la historia, porque la historia se hace con mi gesto. A mí me interesa mucho trabajar eso de que la autoridad dice lo que dice y luego están los gestos individuales y la cultura popular".

El efecto liberador del folklore

Desde esa idea de la obra inacabada o los movimientos imperfectos miran al folklore Arcas y Mucha Muchacha. "La hondura es una manera de relacionarte con el material creativo, no una tradición. El flamenco, o el folklore es jondo no porque sea tradicional, es más cómo el intérprete va sacando de lo profundo de sí mismo, ese material creativo", reflexiona Arcas.

"Nuestros trabajos se encuentran en muchos lugares", explica Martí sobre los paralelismos con Luz Arcas. "Pero siento que su liberación debe ser un poco diferente porque venimos de lugares distintos. Nosotras nos hemos quitado el fajín literalmente y hemos dejado que bote la carne, cuando en el conservatorio te enseñan a hacer todo lo contrario. Hemos buscado eso a muerte, la imperfección de los movimientos".

Artistas flamencos

Quienes más trabajo tienen hecho en ese camino de liberación o cuestionamiento del canon son, reconocen estas artistas, los artistas flamencos, un arte que también se transmite de forma oral y en el que conviven tradición y renovación. "A mí me parece que que una de las cosas más interesantes que ha pasado en danza en este país en los últimos años han pasado en el flamenco", afirma categórica Arcas. "Precisamente por ese descreer en las etiquetas. Yo, en ese sentido, siempre me he sentido más conectada a las bailaoras y bailaores que a los bailarines contemporáneos".

En cualquier caso, también cuestionan la nueva mirada hacia el folklore. "Yo siento que está de moda y esto tiene sus peligros. Por un lado hay una especie de hartura de la estética global, parece que en la danza todo es lo mismo, hay una franquicia estética, abres el telón y son todas las propuestas iguales. Y esto no puede ser, porque las vidas no han podido ser iguales", dice Arcas. "Ante esa franquicia estética aparecen gestos en el mundo que están buscando en otros sitios, como el folklore. El peligro es que el folklore se acabe volviendo también franquicia estética".