Entrevista

Guillaume Musso, el escritor más vendido de Francia: “Siempre soñé con ser Stephen King, no con ganar el Goncourt”

Entrevista con el escritor francés Guillaume Musso, quien ha publicado recientemente su última novela, 'Angélique', en España

El escritor Guillaume Musso.

El escritor Guillaume Musso. / EMANUELE SCORCELLETTI

Enric Bonet

El escritor francés Guillaume Musso (1974, Antibes) domina desde hace más de una década los rankings de ventas en Francia. El año pasado se comercializaron más de 32 millones de ejemplares de sus libros policíacos y de suspense en el mundo. Esta condición de autor de best-seller le ha valido cierto menosprecio por parte de la crítica, aunque el Premio Raymond Chandler lo reconoció en 2021 como uno de los maestros actuales de la novela negra. Tras la publicación en noviembre en castellano de su última obra, 'Angélique', concedió esta entrevista a El Periódicode Catalunya, del Grupo Prensa Ibérica, en la sede de la editorial Calmann-Lévy en París.

Usted es el escritor más leído en Francia desde hace más de una década.

Lo que representa un inmenso orgullo para mí.

¿Pero no paga un precio por ello? Una parte de la crítica literaria lo mira por encima del hombro por su éxito comercial.

Quizás pago un precio por ello, pero lo hago con gran satisfacción. Cuando era un adolescente, siempre soñé en ser como Stephen King, Marcel Pagnol o René Barjavel, no en ganar los premios Goncourt o Renaudot. Si me dan un galardón, estaré contento, pero mi vida no depende de ello. Una literatura popular y divertida no significa en ningún caso que no sea exigente. Muchos autores lo han demostrado y me alegró mucho que Pierre Lemaître ganara el Goncourt en 2013 o Jean-Baptiste Andréa este año.

Ha publicado más de 20 novelas. ¿Cómo lo hace para inspirarse?

El único principio que sigo desde hace 20 años es escribir la novela que me gustaría leer. Primero, me explico la historia a mí mismo. Quiero encarnar un doble rol: al mismo tiempo autor y lector y pasar de uno al otro. Además, siempre intento que en mis novelas haya un doble nivel de lectura. Por un lado, quiero que sea un placer leerlas, que haya suspense y la lógica del 'page turner' (las ganas de pasar una página tras otra). Por el otro, aspiro a tratar un tema más profundo. Pretendo conciliar el placer de leer con la reflexión.

En el caso de 'Angélique', ¿qué le apetecía narrar?

Quería hablar de un personaje que actúa motivado por un profundo sentimiento de frustración y resentimiento y ver cómo puede llevarlo a cometer actos criminales. El resentimiento es un sentimiento muy presente actualmente en Francia y otros países europeos. A veces, resulta una frustración positiva, ya que favorece que uno progrese en su vida. Pero también puede ser una frustración negativa, al favorecer los pensamientos obsesivos y los comportamientos depresivos y amargados.

Y se trata de un sentimiento que puede dar mucho juego a nivel literario…

Sí, exacto. En la construcción de una historia, el hecho de tener a personajes motivados por el resentimiento resulta interesante. Si alguien piensa que no se encuentra en el lugar que le corresponde y que merece algo mejor, eso contribuye a que infrinja las reglas y sea un personaje activo y motor. Así sucede en el caso de la enfermera Angélique en la novela.

Buena parte de sus libros se ambientaron en Estados Unidos, pero en el caso de 'Angélique' la historia ocurre en París. ¿Qué le interesa a nivel literario de la capital francesa?

Nací y crecí en Antibes (en la Costa Azul), pero vivo en París por amor, básicamente porque mi mujer es parisina y trabaja en la capital. Como vivo en la ciudad, intenté describirla de manera honesta y no una París de postal como la que aparece en las películas de Woody Allen o en la serie Emily in Paris. En mi novela aparece una ciudad ambivalente, que es al mismo tiempo fascinante pero que a los parisinos les gusta cada vez menos.

De hecho, describe de manera honesta esa París de los años de la pandemia.

Como escritor siempre he visto la novela como un espejo de la sociedad y su gente. Escribo libros contemporáneos y anclados en su época. En el caso de 'Angélique', lo hice en un momento (finales de 2020 y 2021) en que no había un confinamiento estricto, pero sí un toque de queda nocturno (a partir de las seis de la tarde). Quería que en la novela aparecieran las contradicciones de la Francia de la pandemia. Se trataba de un teatro parisino frío y extraño, sin duda, un marco interesante para un autor. Era un periodo postraumático y en que las mentalidades cambiaban. Mucha gente estaba impregnada por teorías conspiranoicas y defendía cosas en las que no creía pocos años antes.

¿Cuáles son sus referentes literarios?

Por un lado, Patricia Highsmith. Siempre he adorado a esa escritora. Hace un par de años publicaron su diario personal y me parece fascinante su construcción mental. Ella siempre tuvo claro que escribía para los otros y daba una gran importancia a la ambigüedad de los personajes, su complejidad mental que les hacía infringir reglas y traspasar fronteras. Por el otro, otro escritor muy importante es George Simenon. Como defendía el autor de la serie del inspector Maigret, no juzgo a mis personajes. Intento comprenderlos, pero no doy un juicio moral sobre ellos.

Y otro de sus referentes es el director de cine Alfred Hitchcock…

Sí, en 'Angelique' hay una influencia evidente de Hitchcock. Eso se nota con el aspecto voyeurista y el personaje del joven geek que mira desde la ventana de su habituación. De las películas de Hitchcock también me gusta su capacidad para combinar el suspense con un carácter lúdico. El cineasta británico defendía que se debía preservar algunos oasis de humor e intento hacer lo mismo en mi novela. Además, siempre hacía sus películas pensando en el espectador y no en esculpir su propia leyenda.

La crítica literaria suele distinguir entre los 'storytellers' —autores de relatos entretenidos y accesibles— y la alta literatura. ¿Compartes esa distinción?

No, nunca he entendido este deseo por hacer clasificaciones y otorgarse el derecho de decir qué es la literatura. Siempre me ha parecido algo pretencioso y menospreciante para los autores y los lectores. No me interesan todas estas categorías. En realidad, intento escribir novelas híbridas que no se puedan ubicar en una corriente ni un género. 

Publica prácticamente un libro nuevo cada año. ¿Por qué tiene ese ritmo de producción?

No me gusta estar inactivo y quiero que mis hijos vean que cada día voy al trabajo. Quiero mostrarles que un oficio artístico no es sinónimo de falta de rigor. Cada mañana los llevo a la escuela y luego voy a la editorial, donde trabajo hasta la hora de comer y por las tardes escribo en otro despacho. Me gusta tener una vida estructurada y me cuesta pulsar el botón de “off”. Como aseguraba Murakami en su libro 'De qué hablo cuando hablo de escribir', lo difícil no es publicar una o dos novelas, sino 15 o 20. Eso significa que la escritura ha tomado posesión de mi vida.

A principios del año que viene publicará en Francia su 22ª novela. ¿Puede hablarnos de ella?

La historia empezará en las islas Lérins en Cannes. No les puedo decir nada más.