ÓPERA CRÍTICA

Poulenc, música y palabras

Una imagen de la ópera, en el Teatro Cervantes.

Una imagen de la ópera, en el Teatro Cervantes.

Alejandro Fernández

Alejandro Fernández

Con el galardón a la mejor producción escénica estrenada en España de los premios Ópera XXI como tarjeta de presentación, levantaba el Teatro Cervantes el sipario azul para el tercero de los títulos de su XXXIV Temporada Lírica, al cuidado de la dirección escénica de Francisco López y el esperado regreso al foso del coliseo malagueño del maestro Pedro Halffter. Y todo para destacar la fuerza de esta producción escénica defendida por el Teatro Cervantes y el jerezano Teatro Villamarta.

López tiene la particular inclinación de depositar en los personajes el sentido de las escenografías y hacer de estos espacios imaginarios una excusa al oyente para construir su propio relato y entendimiento del sentido de la partitura y, en esta ocasión tan concreta, el valor del texto, protagonista de este título lírico firmado por F. Poulenc en 1957, inspirado en un luctuoso hecho real ubicado en la Francia Revolucionaria. Para Francisco López la concurrencia de recursos escénicos forman parte una concepción global donde adquieren sentido y para esta ocasión destacar imágenes, referentes temporales o subrayar palabras aumentan aún más la fuerza de la partitura aportando un horizonte musical tanto a músicos como intérpretes con el oyente como centro.

Mantener una línea musical en continua tensión dramática fue la base de la dirección musical del maestro Pedro Halffter, consciente del reto de concordar música y texto donde este último adquiere una significancia que entra en colisión con la concepción misma de la ópera hasta Dialogues. Halffter subrayó el constante trabajo de los profesores de la Filarmónica de Málaga aprovechando la experiencia acumulada del conjunto del repertorio contemporáneo. Dinámicas incisivas, en ocasiones asfixiantes o premonitorias otras caracterizaron especialmente el trabajo de cuerdas, maderas y percusión hasta desembocar en la sobrecogedora escena conclusiva momento álgido defendido por el Coro de Ópera de Málaga, que firmó una de las páginas más convincentes de las últimas temporadas, de la mano de Mar Muñoz Varo.

La responsabilidad de debutar con un personaje de la altura vocal y complejidad psicológica como Blanche de la Force no condicionó el ejercicio lírico y actoral de la soprano Maite Alberola y es que la gestación de este proyecto ha permitido a la soprano valenciana construir el personaje abocado a resolver su propia angustia vital. Sobre esta idea Poulenc construye la psicología del resto de personajes dibujando vectores que determinan la aceptación de lo irremediable. Gerardo Bullón enmarcaría el rol de Marqués de la Force con una emisión generosamente cuidada en fraseo, altura y dicción.

Voces como las del tenor David Alegret o Ana Ibarra sumarían equilibrio y fuerza dramática, especialmente en el desarrollo dramático del decisivo primer acto. Completaban el elenco la apuesta del teatro malagueño por el equilibrio de esta producción musical con voces capaces de insuflar fuerza dramática como la de la soprano Eglé Wyss, especialmente iluminada en esta premiere, o la reveladora altura artística y vocal de Luiza Fatyol al dibujar el personaje de Madame Lidoine. La seguridad vocal de Lourdes Benítez, Luis Pacetti o José Manuel Montero subrayan la factura artística con la que el Teatro Cervantes ha cuidado esta esperadísima producción.