Entrevista | Irene Vallejo Escritora y filóloga

«Me sorprende el pesimismo sobre el futuro de la lectura: es el momento de la historia en que más se lee»

La zaragozana escribió hace cinco años el ensayo 'El infinito en un junco', un fenómeno mundial que la comunidad lectora ha abrazado como reivindicación serena y argumentada, tan erudita como personal, de la capitalidad del hecho de leer y del libro como producto humano de primera magnitud. La autora ha presentado este miércoles en el Museo de Málaga la adaptación gráfica del bestseller

«Esta constante rivalidad que planteamos entre las redes sociales y la lectura me parece un error. ¿Que los jóvenes no leen? Hay muchos fenómenos que hablan de lo contrario», asegura Vallejo

La escritora y filóloga Irene Vallejo.

La escritora y filóloga Irene Vallejo. / Álex Zea

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

Para la preparación de la adaptación gráfica de 'El infinito en un junco', en la que ha participado activamente, se habrá reencontrado de alguna manera con el libro que escribió 5 años atrás. ¿Qué tal el proceso? 

Ha sido una reflexión muy interesante sobre las diferencias entre los lenguajes; un trabajo intenso para que fluyeran las imágenes y hubiera un diálogo, no siempre armonioso, entre el dibujo y la palabra. Y también una exploración de una forma más traviesa de contar la misma historia. En realidad, ha supuesto casi como un curso acelerado de guión de cómic.

¿Preparada entonces para guionizar un tebeo original?

[Risas] Pues es una idea, pero de todas maneras todavía necesitaría asistencia... En cualquier caso, hay que respetar los oficios y las especialidades, y la del cómic es difícil, te exige expresar con mucha más rapidez y frescura... Me he dado cuenta de la impresionante capacidad que tiene el cómic de conmover y de emocionar.

Muy importante en este proceso habrá sido la opinión de su hijo, Pedro, de 10 años.

Él ha sido el supervisor oficial [Risas]. Estaba muy interesado sobre todo en aparecer en el cómic, está muy ilusionado con tener una vida de papel. Yo he intentado que los textos fueran comprensibles para él, y a veces era un desafío porque en un breve espacio tienes que expresar ideas complejas con palabras simples y de manera que un niño lo pueda entender sin perder al mismo tiempo a los adultos, que disfrutan de las ironías, las paradojas, los juegos de palabras... 

 Por cierto, si su padre le leía a usted 'La Odisea' antes de dormir, ¿qué le leía usted a Pedro cuando era más pequeño?

Le sigo leyendo todos los días porque lo considera un derecho inalienable, y lo exige todos los días, aunque haya vuelto de un viaje internacional y tenga jet lag. Intento respetar su libertad, le dejo elegir en la biblioteca, conmigo supervisando, por supuesto, para que él desarrolle su propia libertad. A Pedro le gustan mucho los inventos, los trabalenguas, las adivinanzas .. Ahora está leyendo un libro sobre mitología: ése sí que es un intento mío por insuflarle mis pasiones [Risas]. 

Hace poco nos decían que el libro se terminaba, que era un anacronismo. Yse ha demostrado que no es así»

¿Qué pensaría la Irene niña, adolescente, solitaria y que sufría acoso escolar al ver a la Irene adulta, a la que tantos siguen casi como una gurú cultural?

Le resultaría muy difícil creerlo, a mí misma todavía me despierta bastante incredulidad. En cualquier caso, esa idea de gurú me resulta muy extraña... A mí me gusta escuchar a gente y todas sus experiencias alrededor de la lectura también como una forma de reivindicación de una manera de estar en el mundo que hasta hace poco nos decían que se terminaba, que era un anacronismo. Y me encanta que El infinito en un junco haya sido un detonante para que emergiera esa realidad y se tenga en cuenta y se dé impulso a las políticas de promoción de la lectura, porque hay un público ávido.

No hay nada más que ver las numerosas cuentas de Instagram y TikTok dedicadas a la literatura y gestionadas por lectores muy jóvenes.

Hablan de sus intereses y los expresan en sus propias palabras, que es exactamente lo que hacíamos nosotros cuando éramos adolescentes. Esta constante rivalidad que planteamos entre las redes sociales y la lectura me parece un error. ¿Que los jóvenes no leen? Hay muchos fenómenos que hablan de lo contrario: las colas en las ferias del libro, los booktubers, los booktagramers... Hay razones para el optimismo. Por otro lado, la gente lectora nunca ha sido una mayoría en ningún momento de la historia; sobre todo porque la gran mayoría no podía leer, había unas tasas de analfabetismo enormes. Ahora probablemente es el momento de la historia en que más se lee, más libros se publican, más librerías y bibliotecas hacen su labor. Así que me sorprende que esto venga acompañado de tanto pesimismo por el futuro de la lectura.

MLG 15-05-2024.-Irene Vallejo, presenta su último libro ?El Infinito en un Junco?.

Irene Vallejo posa para La Opinión. / Álex Zea

Quizás es que a los agoreros lo no les gusta en realidad es lo que leen los jóvenes.

Nosotros cuaando éramos adolescentes también probábamos cosas, a veces llevados por modas, nos hemos equivocado... Pero la lectura es algo personal, individual, se nutre de unos gustos y de unos intereses y si pretendemos imponer lo que deben leer los demás estamos emprendiendo un camino equivocado. He conocido clubs de lectura que han empezado leyendo las novelas actuales de moda y han acabado leyendo tragedia griega.

La experiencia de conectar con tantísimos lectores a lo largo y ancho del mundo con 'El infinito en un junco' ha terminado transformando su concepto de la lectura y de la escritura: lo que antes era un acto íntimo ahora es algo colectivo. Los libros y todo lo que les rodea, si no gozan de esa comunidad, ¿pierden mucho de su sentido? 

Los libros adquieren una nueva dimensión al crearse comunidades alrededor de la lectura; de esa manera el propósito de los libros puede encontrar un eco más amplio. En Latinoamérica me ha impresionado ver cómo promotores de lectura y mediadores culturalesinvitan a clubes de lectura o talleres musicales y artísticos para que la juventud tenga alicientes y se aleje de la violencia, de las maras... Hace poco estuve en Colombia y me contaron, por ejemplo, que en algunas zonas rurales donde hay guerrillas que secuestran niños para convertirlos en combatientes las bibliotecas son los lugares seguros a los que los padres llevan a sus hijos porque saben que allí van a ser protegidos. Incluso en situaciones muy extremas los libros y todo lo que les rodea pueden ser una salvación en un sentido muy literal. El fenómeno de los clubes de lectura, bastante reciente y espontáneo, nos demuestra que la gente no sólo lee sino que además se reúne para hablar de los libros y para que a través de esas lecturas se creen nuevas formas de estar juntos.

La lectura mantiene viva mi curiosidad porque me descubre mundos, afectos y preguntas que a mí no me se habían ocurrido»

Tiene montañas de libros en su casa. ¿Cuál es el último que ha leído que le haya asombrado verdaderamente?

Siempre que viajo por distintos países pregunto y me intereso por su literatura. Por ejemplo, estoy descubriendo a grandes autores latinoamericanos cuyos libros no se pueden conseguir en España. En Colombia, en la zona del Chocó, en la selva, me recomendaron a Arnoldo Palacios y me ha impresionado mucho. De España soy gran admiradora de Sara Mesa, siempre me impacta lo que escribe, y su último libro, 'La familia', me ha parecido impresionante. También estoy leyendo un ensayo, 'La sed. Una historia antropológica (y personal) de la vida en tierras de agua escasa', de Virginia Mendoza, que construye un relato sobre la sequía y cómo ha modelado las civilizaciones. Es uno de esos libros que alimentan la sed de saber y que explican mejor el mundo que vivimos.

Esa capacidad de asombro, ¿se entrena o usted se deja llevar?

Desde la infancia he tenido esa curiosidad insaciable... En realidad, es el motivo del acoso escolar que sufrí: mis compañeros pensaban que quería demostrar algo o estaba tratando de halagar a los profesores y me llamaban la empollona cuando en realidad nacía de una enorme curiosidad. Y, afortunadamente, nunca se ha apagado. La lectura la mantiene viva porque me va descubriendo mundos , afectos y preguntas que a mí no me se habían ocurrido. Dentro de la dieta de cada día es muy importante, por dificil que sea, reservar tiempo a la lectura.  

Asegura que los clásicos son los mejores aliados para contar lo que significa la vida humana y los tiempos en que vivimos. ¿Qué cree que dirían de los tiempos actuales, de los nuestros?

Los clásicos encontrarían semejanzas. En esencia nuestros miedos, retos, dificultades tienen una raíz universal, por eso podemos leer a autores de hace milenios y nos encontramos con algunos de los grandes temas, como la censura, la libertad, el ejercicio de la política, la sequía, el cambio climático, la prisa, la ansiedad... Cuando lees a Marco Aurelio o a Séneco te encuentras algunas de esas grandes cuestiones que también son las nuestras. Así que no les sería muy difícil entender nuestros conflictos de hoy, aunque obviamente se modulen de formas distintas. 

A mí, por ejemplo, me preocupa las palabras que se leen y pronuncian con frecuencia: se usa un lenguaje cada vez más duro, categórico, quizás demasiado.

Hay un texto de Tucídides que analiza precisamente esto: como a través de las palabras se puede diagnosticar la salud de una sociedad; en el momento en que los moderados son acusados de cobardes y los radicales parecen los más leales, decía él, ya hay una atmósfera muy agresiva en las palabras que probablemente se trasladará a los hechos. Decía que es muy importante hacer el análisis del lenguaje porque anticipa los periodos que nos esperan. Yo también creo que es muy importante sentirse responsable de las palabras y todos los que trabajamos con ellas tenemos la responsabilidad de suavizar y serenar.

Es muy importante sentirse responsable de las palabras y todos los que trabajamos con ellas tenemos la responsabilidad de suavizar y serenar"

Muchos, incluido yo mismo, nos preguntamos qué está preparando ahora Irene Vallejo. Leí algún recorte de prensa en que hablaba hasta de cierto «enigma», preguntándose el periodista por qué cinco años después no había publicado nada nuevo.

Estoy trabajando en el siguiente libro, sí, pero es que las traducciones de 'El infinito en un junco' [a más de 40 lenguas] me llevan a estar constantemente viajando, presentando el libro de un continente a otro. Y ésa es una labor exigente y que, además, he querido vivir: es una oportunidad única, a lo mejor no me vuelve a pasar otra vez en la vida, y la quería vivir al máximo. También quería devolver la confianza a todos los editores que han creído en este libro de una autora completamente desconocida. 

 Pero que no se preocupe nadie que está escribiendo...

Estoy en la fase de lectura, de tomar notas... Para mí la investigación es la fase más larga, porque, así lo veo yo, hay que leer mucho antes de empezar a escribir. La proporción ideal es ésa: leer mucho más de lo que escribes.