Ciclismo

Oier Lazkano se reivindica como valor del ciclismo entre olivos de Jaén

El corredor alavés consigue la victoria en la clásica andaluza que circula por caminos de tierra y donde hace un año ganó Tadej Pogacar.

Oier Lazkano (Movistar Team) conquista la Clásica Jaén Paraíso Interior 2024, tercera edición de la prueba

Oier Lazkano (Movistar Team) conquista la Clásica Jaén Paraíso Interior 2024, tercera edición de la prueba / @CLASICAJAEN

Sergi López-Egea

En un ciclismo español que tradicionalmente se mueve entre montañas y carreras de tres semanas es casi un hecho histórico, algo siempre que celebrar, poder encontrar a un corredor que vale para carreras de un día y que poco a poco puede adquirir la denominación de origen de clasicómano; es decir, para los que no están muy puestos en este deporte, un especialista en carreras de un solo día, algo propio y común en otros países.

Por eso, que Oier Lazkano, 24 años, 'El Potro' de Álava, venza en una carrera emergente y especial como es la Clásica de Jaén no debe ser un hecho que pase como una anécdota y donde no haya cosas que contar. Primero porque la prueba andaluza, aunque adopte el sobrenombre de clásica, es una cita nueva que sólo ha sumado tres ediciones pero que el año pasado recibió un impulso de cohete supersónico gracias al triunfo de Tadej Pogacar. Y, después, porque adquiere ese carácter del nuevo ciclismo, el que busca alicientes especiales, como combinar el tradicional asfalto con pistas por donde pasan los tractores, cuando no están en revuelta, y donde, al menos en bici, sería más conveniente hacerlo con una bicicleta de gravel, ruedas anchas y con taco, que no con neumático más apropiado para circular en carreteras habituales para los coches.

Lazkano es de los ciclistas cuyo nombre conviene recordar y uno de los nuevos referentes del conjunto Movistar. Es alavés, como Mikel Landa, como hace décadas Paco Galdos, o más recientemente Joseba Beloki. Y entre rutas, casi nunca llanas, que rodean Vitoria, resistente con su casi metro noventa al tradicional frío de la capital vasca, ha crecido para convertirse en un referente para las carreras de un día, como lo fue Óscar Freire, cuando él casi era un niño, y hace poco Alejandro Valverde al que todavía sigue tuteando sobre la bici porque cada vez que el murciano, al que cuesta mucho llamarlo excorredor, se pone a rodar con quienes eran sus compañeros y a los que ahora trata de aconsejar.

Es el campeón de España, su mejor de las siete victorias logradas hasta ahora, y al que un rival nunca debe desconsiderar si descubre que se ha colado en la misma fuga, como sucedió este lunes, cuando se escapó con el francés Nicolas Prodhomme, corredor del AG2R al que este año hay que llamar Decathon por cuestiones de patrocinio, e Igor Arrieta, un chaval de 21 años que crece a velocidades alocadas con los genes de su padre, José Luis, que fue profesional y director del Movistar.

Entre repechos endurecidos por la tierra y las piedras Lazkano marcó el territorio en Jaén mientras los más famosos sucumbían entre pistas de olivos, como le sucedió a Wout van Aert, gafado de nuevo por una avería, o dos valores del ciclismo español como son Juan Ayuso y Carlos Rodríguez.

Así que con gallardía y sin arrugarse, con cierta “agonía”, tal como confesó en la señal internacional de televisión, Lazkano se plantó en solitario en la meta de los cerros de Úbeda, donde acababa la carrera, para conseguir una victoria que sin duda no será la última.