Los extranjeros, encantados con la Feria de Málaga: «Ojalá pudiera quedarme más tiempo»

La Feria de Málaga 2023 encara su final y muchas personas ultiman ya sus últimas compras, comidas o bailes de agosto, mientras esperan con ganas de la del año que viene. Estos días son menos activos, pero sí que se nota cierta forma en el turismo: el de los extranjeros. Para mucho, este viernes es su primer día en Málaga, cuando la Feria casi ya ha terminado.

Calle Larios sigue exactamente igual que el primer día de Feria. Conciertos en la parte del último tramo, pequeñas casetas donde venden accesorios y recuerdos. Mujeres y niñas vestidas de flamenca y turistas.

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Peter y Sharon son una pareja que viene de Inglaterra. De Londres, concretamente. Ella se prueba una flor blanca que acaba de comprar en un puesto y le pregunta a Peter cómo se ve. Este le levanta el pulgar en señal de aprobación. Es su primera vez en Málaga y les asombra todo lo que hay en el Centro. Llevan una semana aquí y lo disfrutan mucho.

«La calle está muy colorida. Hay muchas flores y gente vestida», dice Sharon. Peter, por su parte, explica que le sorprende la cantidad de gente que hay. «Todos parecen muy felices, van de un lado a otro sin parar», añade.

¿Algo que no les gusta demasiado? Sorprendentemente la música. «Es muy ruidosa», admite el marido.

La actitud española

Justo a la entrada de la calle Larios hay una mujer que habla vivazmente sobre una peña de personas mayores que baila y canta delante. Julia se llama y viene de Polonia . Está en Málaga desde hace un par de días. Asegura que todo es precioso: desde los vestidos de las flamencas hasta los grupos que se mueven a lo largo de la calle tocando instrumentos.

A veces, el olor de las calles sí que parece frustrarle. «Aun así, es un ambiente muy divertido, los españoles son así. Ojalá pudiera quedarme más tiempo», comenta con entusiasmo Julia.

Muchos no quieren que la Feria acabe y se nota en la gente: «Qué guapo estás con esa boina, abuelo», comenta una chica joven. «Papá, cómprame una guitarra, por favor», dice un niño. La calidez del ambiente festivo lleva tanto a grandes como a pequeños a disfrutar del momento y a estar con su gente; con sus familiares y amigos.

Un joven de gran altura, pelo rubio y gafas, está apoyado en una pared a la sombra y con una botella de Cartojal. Habla con una compañera y mira con atención la botella de vino dulce. Se llama Lex, ha venido desde Holanda y lleva dos días en Málaga. Aunque parece arrancarse con el español, desiste y pasa al inglés. 

«Algo que me llama mucho la atención es la gente, está muy alegre —“gente feliz” dice de nuevo en español para asegurar que se le entiende— y los trajes son preciosos. Lo único malo es el calor, por eso estoy aquí parado», admite mientras ríe.

La importancia de los trajes tradicionales, del color de la Feria, de su música, de su gente y su alegría, quedan claros con bajar un día a verlo todo. Y para prueba viviente de ello, los extranjeros que, cómo no, acaban encantados con solo ver unas pinceladas.