No hay que tenerle miedo a El Cuco, hay que tenerle miedo a "El Cuco"

Mar Targarona vino hace un par de años al Festival de Málaga con la inexplicablemente bien recibida 'Dos', una película diseñada milimétricamente para que le compraran los derechos a sus responsables desde Hollywood por una buena pasta (cosa que, no es de extrañar, finalmente no ocurrió). Aquella escape room (de la que recomiendo escapar) llegaba a niveles rocambolescos en su tramo final, abordado, eso sí, desde la ceremoniosidad y la circunspección, cosa que se repite en la desopilante nueva película de la realizadora, 'El cuco'.

Porque si esto hubiera sido una de esas coproducciones imposibles y bizarras de la España setentera, con su psicotronía, su guarrindongueo y su mirada clandestina, de moral dudosa, pues la cosa tendría indudablemente su gracia. Pero Targarona prefiere atiborrarse del cine de Ari Aster y el revival de plástico del folk horror para ofrecer un espectáculo sin más dirección y sentido que el del desastre absoluto, con momentos lamentables y risibles (las escenas de los rituales, las de los viejos malrolleros en general, el personaje de Chacha Huang, el final en toda su mismidad). Vamos, un descarrile total. Me da a mí, señora Targarona, que de ésta tampoco vende los derechos.