El Premio Planeta tiene algo que atrae, y creo que nadie duda que ese algo es el brillo del vil metal. Eduardo Mendoza se lo tomaba a broma hace muchos años, hasta que aceptó ser el ganador en la edición de 2010. Y es que el cheque del Planeta no es ningún chiste. Que se lo digan a Javier Cercas y Manuel Vilas, flamantes ganador y finalista en 2019, porque el primero se ha llevado a casa 601.000 euros y el segundo se ha conformado con 150.250 euros. Son cifras que marean a cualquier editorial, pero no a Planeta. Lo de este año ha sido todo un puñetazo en la mesa, porque lo que ha hecho la editorial barcelonesa ha sido birlarle dos primeras figuras a su gran rival, la no menos poderosa multinacional Penguin Random House -que este verano estuvo de compras y se quedó con la editorial Salamandra y el sello catalán La Campana Llibres, con la alegría del que compra en rebajas-. Luchas comerciales aparte, lo que ha hecho Planeta es recuperar el brillo literario que había perdido su galardón, el más popular de nuestras letras. Y esa es una gran noticia. Cercas y Vilas son dos autores de fuste, y de los pocos que además han sabido conectar con el público, así que no es tan mala cosa que les traten como ya casi solo se trata en España a los jugadores de fútbol: como estrellas.