Los rasgos de hombre bueno de Antonio Leiva han regresado a la glorieta que lleva su nombre en el barrio de Las Delicias, en la Carretera de Cádiz. Su familia ha costeado el cambio de la escultura, del barro original que se había deteriorado, a la más sólida piedra artificial.

El concejal Julio Andrade acompañó ayer a familiares y discípulos del artista malagueño en la ´reinauguración de la escultura´, junto al centro social de Las Delicias.

"Estamos encantados de colaborar con la familia, que ha querido costear la obra y que sea un acto en el ámbito familiar", explicó Julio Andrade, concejal de la Carretera de Cádiz.

La historia de esta glorieta está ligada desde hace más de una década al escultor malagueño, fallecido de cáncer en 1998. Como explica su hermano, Cristóbal Leiva, "esta era una glorieta llena de matojos", y por iniciativa de la asociación de vecinos, que entonces presidía Francisco Marcos, se encargó a Antonio Leiva un monolito ´a la libertad´, en el que el escultor incorporó las figuras de tres ´luchadores´: el general Torrijos, Blas Infante y María Zambrano.

"La asociación pagó la instalación, incluida la luz, y mi hermano no quiso cobrar nada", recuerda Cristóbal.

El caso es que, cuando se inauguró este monolito en 1998, con su autor gravemente enfermo, la alcaldesa Celia Villalobos le prometió que le dedicaría la glorieta y le pondría una calle. Cumplió su promesa. En 1999, a los pocos meses de fallecer Antonio Leiva, el Ayuntamiento le dedicó la glorieta con su busto.

La escultura fue realizada por Isabel Batista, una discípula del artista, que se ha encargado de realizar de nuevo la obra. Isabel, que ha colaborado con Juan Agüera, tampoco ha querido cobrar nada por el trabajo y explica que tuvo que emplear dos moldes de escayola y que ha sido "como estar haciendo algo nuevo".

Para Isabel, su maestro ha sido "el mejor, como persona y como profesor". Una sensación parecida tiene Ana, la hermana de Antonio Leiva, que recuerda que su hermano era una persona muy querida en este barrio de la Carretera de Cádiz. "Es el escultor que más obras ha regalado a Málaga, una persona entregada que trabajó de voluntario en centros de drogadicción y que estaba siempre donde quiera que hacía falta", destaca.

Para Ana Leiva, a Antonio se le recuerda como "un buen ser humano que siempre pasó del dinero".

Antonio Leiva nació en la calle San Agustín en 1939, en un portal que tenía su abuela. Con siete años "era capaz de hacer una Virgen de Fátima con una barrita de tiza", recuerda su hermano Cristóbal.

El padre de Antonio, que era cochero, envió al niño al taller de Rafael Gálvez, en la calle Cuarteles, para empezar a trabajar con el barro; luego, probó suerte con la madera en el taller de Luis Ortega, en los Baños del Carmen.

Antonio daría el ´gran salto´ en su carrera al convertirse en discípulo de Francisco Palma Burgos.

La obra del escultor malagueño es muy amplia e incluye algunas figuras para los museos de cera de Madrid y Barcelona. En Málaga realizó todos los murales exteriores de la parroquia de la Paz, además de un busto de Beethoven de gran tamaño.

Cuenta además con varias esculturas en Parque Mediterráneo; el busto a Rosario Pino en la plaza de Bailén y fuera de Málaga capital, el monumento a Blas Infante en Casares; un busto a Don Juan de Borbón por petición del padre del Rey y algunas obras en el Reino Unido y Francia. Antonio Leiva compaginó su trabajo con la enseñanza en el colegio ´Ciudad de Melilla´ donde se granjeó el cariño de muchos estudiantes.

Cuando se inauguró el busto en 1999, José María Martín Carpena comentó a la familia: "Seguro que Antonio nos está viendo desde arriba". Ayer, por descontado que también se asomó.