Tras 36 años de lucha, el conflicto por el Sáhara occidental sigue sin resolverse. El escenario actual: un pueblo dividido entre el exilio y la ocupación y una situación de inestabilidad que afecta a todo el Magreb. Por una parte, el pueblo saharaui y, por otra, el Frente Polisario que lucha por echar de este territorio a las fuerzas de ocupación marroquíes.

Los orígenes de esta disputa territorial se remontan a 1975, cuando Marruecos invade la región de Sáhara occidental (hasta ese momento colonia española) mediante la Mancha Verde. En esa fecha, España ya se había comprometido, a instancias de la ONU, a iniciar los trámites de descolonización que contemplaban la convocatoria de un referéndum para la independencia del Sáhara.

Tras la salida de España del territorio comienza a librarse una guerra que enfrenta al Frente Polisario con sus vecinos del norte y el sur. En 1979, Mauritania firma la paz con el Frente Polisario y renuncia a sus pretensiones sobre el territorio. En 1991 las partes firman un alto al fuego, fijándose la fecha de la celebración del referéndum para febrero de 1992. No obstante, la consulta nunca llega a celebrarse.

La invasión marroquí obliga a decenas de miles de saharauis a huir al desierto argelino y vivir en campos de refugiados, ubicados en la región de Tinduf (Argelia) donde viven alrededor de 500.000 saharahuis. Es aquí donde la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui, con Isabel González al frente, realiza una importante labor prestando ayuda a los niños refugiados en campamentos en la zona.

Asociación

La asociación se constituyó en 1988 en Torremolinos con el objetivo de dar a conocer la situación en la que vive el pueblo saharaui desde que hace 36 años «España los abandonara a su suerte, pese a su estatus de ciudadanos españoles», manifestó González, quien resaltó que «los saharauis luchan día a día en la esperanza de lograr lo que es de justicia y la comunidad internacional les reconoce: su derecho de autodeterminación».

«Yo viví durante cuatro años en el Sáhara occidental y vi desde muy joven cómo se entregaba un pueblo. Siempre me he sentido entre los saharauis como una más, aunque soy consciente de que soy una persona privilegiada», comentó. Por ello, desde la asociación «intentamos aportar nuestro granito de arena, trabajando en función de las necesidades que nos marca el pueblo saharaui», agrega.

Proyectos

La presidenta de la Asociación Malagueña de Amigos del Pueblo Saharaui destaca el impulso de varios proyectos solidarios: la Caravana por la Paz (consistente en la recogida de alimentos como arroz, aceite y azúcar; que se envían a los campamentos en camiones comprados al efecto) y Vacaciones en Paz, un programa de acogida de niños saharauis por el que conviven durante los meses de julio y agosto con familias españolas, muchos de los cuales han llegado esta semana. «Se trata de proyectos bastante completos, ya que gracias a ellos el Sáhara ha dejado de ser una utopía», señala.

Además, recalca que desde la asociación se están impulsando varios proyectos de cooperación, como la dotación de mobiliario escolar para centros educativos o la construcción de viviendas en territorios liberados del Sáhara occidental, con el fin de «mejorar las infraestructuras de la zona y la calidad de vida de las personas». En este sentido, destacó que desde el año 2005 la asociación está volcada con la creación del «Barrio de la solidaridad», un proyecto en el que colaboran Italia, Galicia, Valencia, Sevilla y Málaga, y gracias al cual se han construido ya 12 hogares.

«Siempre he defendido los derechos de los saharauis a quienes considero mis hermanos y con los que creo que se ha cometido una verdadera injusticia», declara, al tiempo que criticó que los gobiernos español y marroquí y la Comunidad Internacional «antepongan los intereses económicos vulnerando los derechos humanos de las personas». «No es justo que las instituciones miren hacia otro lado excusándose en mantener una buena relación con el país vecino». «Se trata de un pueblo que lleva 36 años en el olvido», concluye.