Bajo la premisa de lograr que el hombre fuera libre de pensamiento hace 225 se creó la Sociedad Económica de Amigos del País de Málaga, institución que ha sobrevivido más de dos siglos y, a pesar de las dificultades financieras de la última etapa, afronta este periodo con el mismo espíritu que le vio nacer con la celebración de su aniversario y nuevas propuestas.

Desde ayer dos salas de la propia sede de la institución, en la plaza de la Constitución, acogen una exposición hasta el 11 de abril que resumen las cuestiones por las que se originó la entidad y los problemas y circunstancias que envolvían a la ciudad en pleno siglo XVIII. La sociedad que creó Carlos III y siguió su hijo, Carlos IV, aglutinaba a filósofos, pensadores e ilustrados que realizaban tertulias y encuentros para abordar los problemas de la Málaga de entonces y proponer soluciones.

La inauguración de esta exposición y reapertura se recibió con cariño por parte del mundo de la cultura y la política malagueña que estuvo presente en este encuentro, como inicio de un nuevo camino que emprende la Sociedad Económica y pretende, según detalló su presidente, José María Ruiz Povedano, reactualizar su discurso y continuar interviniendo en la ciudad.

Desde documentos tan variados como los primeros estatutos, autorizaciones e incluso el expediente del Ayuntamiento para ceder el uso del inmueble, hasta el discurso del que fue el primer presidente de la asociación, el obispo A. Ferres y Figueredo, la exposición hace un recorrido por todos estos años para mostrar cómo se fundó la institución. En cuanto a la situación de la ciudad, se pueden observar fotografías del puerto u otras estampas significativas de la ciudad, planos de emblemáticos de edificios, e incluso informes técnicos sobre varias cuestiones que entorpecían el desarrollo de la ciudad.

El problema principal que trabajan los ilustres de entonces surgía en torno al crecimiento masivo de la ciudad, que pasó de 25.000 a 50.000 habitantes en cuestión de unos años. El abastecimiento de agua, las murallas que «frenaban» el crecimiento, e incluso la limpieza y empedrado de las calles eran cuestiones que trabajaban y presentaban a través de diversas memorias y proyectos. Inculcar el hábito de la lectura y conseguir una biblioteca pública, otros de los objetivos de entonces.

Las circunstancias actuales han cambiado. Si bien el centro de la ciudad pasó de la plaza de la Constitución a la Alameda, en el siglo XVIII, y con ella, un nuevo punto de encuentro para la sociedad y la burguesía, Málaga ha evolucionado hasta convertirse en un ciudad «policéntrica», según indicó Ruiz Povedano. «La ciudad nunca termina de hacerse», reafirmó. La zona universitaria, las condiciones en las que se encuentran los barrios, e incluso abordar las cuestiones más sociales e intentar atender las necesidades que imperan, son algunos de los puntos a tratar ahora.

Un mensaje modernista que se inculcó hace más de 200 años y que regresa para volver a servir a la ciudad y abordar las inquietudes y problemas que mueven a la ciudad.