Desde el 22 de julio de 2013, cuando comenzó la ONG Corazones Malagueños en el número 10 del Camino de San Rafael, a pocos metros de la Cruz del Humilladero, ha funcionado como si del famoso motor del cuerpo se tratara y no ha cerrado ni un solo día.

«Mientras haya comida y voluntarios, esto tiene que abrirse», cuenta Elena Jiménez, que fundó la ONG después de una mala experiencia como secretaria en otra organización de este tipo en la que, destaca, sólo duró 39 días. «Aquí, el que entra de voluntario tiene que tener recursos y la vida solucionada, pero no porque seamos más que los usuarios sino porque le necesidad es muy mala y no se puede meter a una persona sin recursos a guardar la madriguera», argumenta.

En Corazones Malagueños, subraya la fundadora, todas las cuentas y datos se publicitan en la web y la ONG presume de transparencia, al tiempo que demuestra la entrega con el reparto diario de una merienda cena a unas 400 personas de lunes a domingo, «aunque ahora la media ha bajado a unas 350, puede que por el Ramadán».

A las 5 de la tarde, de ocho a nueve voluntarios, organizados en siete turnos por cada día de la semana, comienzan a preparar los bocadillos que repartirán de 7.30 de la tarde a 9 de la noche en dos filas: familias y personas individuales. «El pan es recién hecho de las 3 de la tarde, no queremos pan duro», indica la presidenta. Corazones Malagueños se gasta unos 1.000 euros mensuales en pan, lo mismo que ingresa por las cuotas mensuales de socios. Pero queda el alquiler de 400 euros del pequeño local, de unos 60 m2, en el que están y otros muchos gastos. La ONG recibe alimentos también de Bancosol y mediante acuerdos con empresas, pero hay algo que, de por ahora, no consiguen: más espacio.

«Estos se nos ha quedado pequeño, son poquísimos metros cuadrados», explica Concha Vergara, voluntaria desde hace dos años.

Las apreturas son evidentes y se hace complicado ir del pequeño almacén a la habitación central, ocupada en su mayoría por una gran mesa, donde en ese momento se hacen sandwich para los niños.

Pero no es sólo necesidad de espacio. Como explica Elena Jiménez, «nos gustaría ampliar la ayuda, tener un sitio donde hablar con la gente. Tenemos personas a las que las han echado, con un colchón para dormir en la calle, pues a lo mejor se podía poner un sistema de emergencia de literas», pone de ejemplo.

La asociación necesitaría un emplazamiento como el actual, junto a una pequeña plaza en la barriada de Santa Julia, para que las personas que acudan al reparto puedan hacer cola sin obstruir la acera. En diciembre pasado enviaron al Ayuntamiento la primera de las solicitudes para una sede.

Elena Jiménez cuenta que La Caixa les aprobó una ayuda de 3.000 euros para poder cambiar el fregadero, que está en muy mal estado, «y la duda es si gastar el dinero aquí, que no tenemos sitio o esperar para la sede». Corazones Malagueños quiere seguir bombeando generosidad en un lugar más apropiado para todos.

La directora general de Asuntos Sociales, Ruth Sarabia, respondió ayer que según la ordenanza de Bienes Inmuebles, para la cesión de locales se abrirá en septiembre convocatoria pública «en concurrencia competitiva y ellos, como entidad social, tienen prioridad para solicitar local».