Nació hace 25 años y en este tiempo se ha convertido en uno de los puntales de la economía malagueña, convenciendo a los inicialmente escépticos y superando las expectativas de los más optimistas. El Parque Tecnológico de Andalucía (PTA), la pequeña tecnópolis de Campanillas que el 9 de diciembre de 1992 era inaugurada oficialmente por los Reyes de España con ocho empresas y apenas 130 trabajadores, se ha transformado en un pujante polo que cuenta con 635 compañías instaladas y cerca de 18.000 empleados. El parque ha colocado en este cuarto de siglo a Málaga en el mapa mundial de la innovación aunque su innegable éxito arrastra, eso sí, cuestiones a resolver como los permanentes problemas de movilidad y tráfico.

La Opinión de Málaga ha reunido con motivo de este aniversario a gran parte del grupo de pioneros que inició el parque. La foto incluye al director general de la tecnópolis, Felipe Romera; al fundador de ASIT y expresidente del Consejo Social de la Universidad de Málaga, José Pérez Palmis; al actual director de ASIT, Tomás Pérez ; al director de Dekra (la antigua Cetecom), Fernando Hardasmal; al presidente de Ingenia y a su director comercial, José Blanco y Carlos Bentabol respectivamente; a los responsables de Mades (heredera de Hughes) Leandro Olalla y Cristóbal Subires; al director industrial de Premo (antes Predan), Juan Fernández; y al director de la incubadora BIC Euronova, Álvaro Simón de Blas.

Felipe Romera, ingeniero de telecomunicaciones soriano, llegó a Málaga en los años 70 para trabajar en Fujitsu, donde llegó a ser director de su potente departamento de I+D. Sin embargo, el gran reto de su vida profesional le llegó cuando en 1990 fue nombrado director general del proyectado PTA. Sucedió además en aquella época que Fujitsu decidió suprimir el laboratorio de Málaga y quedarse sólo con la fábrica del Guadalhorce. Este golpe del destino propició el desembarco de todo ese talento en la flamante tecnópolis.

De hecho, y además de Romera, el PTA contó desde el principio con dos empresas creadas a través de spin off por antiguos componentes del laboratorio, que arrastraron a gran parte de ese personal: Luis Fernando Martínez, que fundó Cetecom (hoy Dekra), y José Blanco, que creó Ingenia. Además la primera multinacional que se instaló en el parque, la norteamericana Hughes (ahora Mades) estaba dirigida por José Estrada, que había pasado por Fujitsu.

Los preparativos para el arranque del parque fueron muy complejos, jalonados por algunas disputas políticas y por el escepticismo de algunos ante una iniciativa de este calado, absolutamente novedosa en Málaga. Todo eso afortunadamente se calmó para cuando los Reyes, Juan Carlos y Sofía, vinieron a inaugurar el PTA.

«Del día de la inauguración recuerdo que hacía mucho viento. Los Reyes vieron una maqueta del parque, descubrieron un monolito y visitaron el laboratorio de Cetecom. Sólo había cuatro edificios construidos (BIC, Hughes, Cetecom y la sede social del PTA), el resto era terreno sin nada hecho. El inicio fue duro pero había mucho entusiasmo», recuerda. Los primeros años fueron verdaderamente complejos por la crisis posterior al 92, que duró hasta el 96, pero la tecnópolis se fortaleció y empezó a crecer a velocidad de crucero.

«Tenemos un proyecto consolidado. El modelo inicial de parque de fabricación ha pasado al de firmas de servicios y conocimiento. Hemos sabido ver por dónde va el mundo y tenemos una buena posición internacional», comenta Romera, que siempre ha defendido la necesidad de que el parque cuente a futuro con el metro y el Cercanías para poder tener una oferta pública de transporte masiva y resolver los problemas de tráfico. El tema realmente urge ya que la previsión del PTA es mantener un crecimiento pausado pero constante. «El futuro del parque, a 20 o 25 años, lo veo con unos 50.000 trabajadores», afirma.

El veterano José Pérez Palmis fue clave en la puesta en marcha del PTA desde su puesto de presidente del Consejo Social de la UMA. De hecho, fue quien propuso a Felipe Romera para dirigir el parque y también promovió la Asociación al Servicio de la Investigación y la Tecnología (ASIT), que ayudó al proyecto de creación de Cetecom y que posibilitó la instalación de la primera red de comunicaciones en el PTA.

«Esto, cuando empezó, era un descampado, un erial. Estaba todo por hacer pero tuvimos la suerte de poner al frente y de apoyar a un verdadero gerente, Felipe Romera, que sabía cómo sacar empresas. Es posible que poca gente creyera en esto al principio pero nosotros estábamos seguros de lo que hacíamos», dice. El actual PTA es, a su juicio, «un orgullo para Málaga». «No pensábamos que podíamos conseguir tanto. Siento alegría. Fuera de España el parque es muy conocido. Ahora toca la ampliación, seguir creciendo», añade.«Un éxito de todos»

El actual director de ASIT es Tomás Pérez y fue uno de los primeros trabajadores que entró en el PTA (entonces como auxiliar administrativo). «Había un espíritu muy bonito. Fue un periodo muy intenso. Creamos algo completamente diferente a lo que hasta ese momento se hacía en Málaga. Fueron tiempos duros y tampoco habría grandes dotaciones económicas pero el parque siempre estuvo al margen de disputas políticas o partidistas. El éxito es de todos», apunta. Ve al PTA «mucho mejor de lo que se podía esperar cuando empezó» y cree que el recinto ha ayudado a que Málaga tome «un camino de desarrollo diferente». A futuro, la clave es, en su opinión, adaptarse siempre a los nuevos modelos y sectores económicos. «Tenemos un buen respaldo de empresas y multinacionales», dice.

Otro de los pioneros de la tecnópolis es Fernando Hardasmal, uno de los integrantes de Cetecom (luego AT4 Wireless y actualmente Dekra). La empresa, especializada en ensayos de tecnologías inalámbricas y actualmente con 250 empleados en Málaga, comenzó su andadura en una oficina en Torremolinos pero en el verano de 1992, meses antes de la inauguración oficial del PTA, ya se mudó al edificio que hoy sigue ocupando.

«El parque tiene ahora mucho verde pero por entonces todo era movimiento de tierras. Y éramos tan pocos al principio en Cetecom (12) y el edificio tan grande que penas nos cruzábamos por los pasillos, como en una casa fantasma. Tengo muy buenos recuerdos de los inicios de Cetecom, con Luis Fernando Martínez. Éramos como una familia. Siempre hemos querido conservar ese espíritu», comenta Hardasmal, que ahora está al frente de la empresa, adquirida en 2015 por la alemana Dekra.

Hardasmal opina que el PTA es el parque tecnológico español que ha crecido con mayor solidez. «Ha habido un cúmulo de circunstancias positivas que explican la buena marcha del parque: el papel de la Universidad, del aeropuerto, la calidad de vida, la gente abierta y cosmopolita. No podía imaginar tal éxito del PTA», relata.

De cara al futuro, su visión es optimista. «Hay ya un núcleo consolidado de empresas y tenemos mucho talento. El tema a mejorar es el tráfico. Afecta a los trabajadores y a la imagen del parque. El PTA también podría plantearse abrir delegaciones en el extranjero, por ejemplo en EEUU. Sería algo así como expandir la marca», dice.

José Blanco, presidente de Ingenia (290 empleados y con previsión de llegar a 500 en 2020), es otra de las voces imprescindibles para conocer el arranque el PTA. «Ingenia se funda en octubre de 1992, así que mis recuerdos están unidos a empezar una nueva aventura profesional. El parque e Ingenia hemos crecido a la vez, hemos tenido una vida paralela que ahora celebramos con la emoción de haber conseguido algo importante. Un inicio con cuatro edificios, apenas coches, unos 100 empleados que asistíamos a diario al parque?, nada que ver con la situación actual. Sin duda los comienzos no fueron fáciles, pero todo lo importante tiene su grado de dificultad, y la ilusión que nos inculcaba el proyecto nos hacía ser capaces de superar las dificultades», señala.

Blanco no duda es que el PTA es «el referente empresarial tecnológico del sur de España» y destaca su capacidad para atraer empresas y conocimiento. «Es un éxito de la Málaga moderna. Si en el XIX Málaga era una ciudad industrial, en el XX apostó por las TIC y el futuro seguirá por este camino. Y el PTA será un factor clave», opina.

A futuro, cree que el gran reto es crecer en calidad. «El parque y sus empresas deben ser grandes atractores y retenedores de talento. Con los mejores aquí, todos ganamos, y la marca PTA se verá reforzada todavía más. Ahora bien, el crecimiento implica también incrementar la empleabilidad, y ahí tenemos un serio cuello de botella», advierte. Y es en su opinión Málaga, con su Universidad, «debería ser capaz de producir mayor número de técnicos, pues la demanda es grande, ahí tenemos que mejorar». El otro gran asunto a resolver son los atascos. «Tras dejar atrás la crisis a ser un problema de primera magnitud, que sin duda ira a más», alerta.

El director de marketing de Ingenia, Carlos Bentabol, califica al parque como «uno de los grandes activos de Málaga» como polo primordial de innovación y empleo. «Málaga y el PTA se complementan y refuerzan su imagen y atractivo para las empresas y las personas que quieren trabajar y vivir aquí», comenta. De los inicios conserva recuerdos entrañables. «Mi primer día en el parque fue también el del nacimiento de Ingenia, y lo vivimos con una gran ilusión. Fue la primera empresa en alojarse en el BIC, así que todo eran estrenos. Nos conocíamos todos, y buscábamos la posibilidad de colaborar unos con otros. Y mientras tanto crecían edificios ante nuestros ojos», relata. El futuro del PTA lo califica de «magnífico» pero advierte de que se necesita más transporte público (metro y Cercanías, y más autobuses) y un acceso directo desde la autovía de circunvalación.

Testigo de la primera época de la tecnópolis es también Cristóbal Subires, que llegó de Fujitsu para trabajar en Hughes. «Había una ilusión muy grande por todo lo que el parque podía suponer para Málaga en el ámbito tecnológico. Era un proyecto con expectativas muy fuertes», explica Subires, que ahora trabaja como responsable de planta en Mades (la heredera actual de aquella Hughes tras la etapa en que fue Raytheon). Sobre el parque, afirma que «nadie podía pensar en aquel momento en el actual éxito» y añade que «cuando vienen nuestros clientes se quedan impresionados». El tráfico es el gran obstáculo. «Más allá de eso veo estabilidad y crecimiento», opina.

El gerente de desarrollo de negocio y programas de Mades, Leandro Olalla, es otro de los que se incorporó a Hughes en 1992.

«Estaba trabajando en Madrid y la inauguración del parque me permitió volver a Málaga. Era todo un hito, aunque muy desconocido en la propia Málaga. Los comienzos en Hughes fueron muy emocionantes. Fabricamos por ejemplo microchips para mascotas, luego airbags», apunta. Olalla cree que el PTA es «un modelo» para el resto de parques y uno de los mayores éxitos que Málaga puede mostrar a nivel internacional. «El PTA sigue en la línea de mejorar el conocimiento exterior. Todo eso nos servirá para atraer más empresas, talento y negocio. El futuro pasa por internacionalizar el parque en todas sus dimensiones», asegura.

Juan Fernández, director industrial y de proyectos de Grupo Premo (Predan por la época de los 90), aporta también cariñosas vivencias. «Fuimos una de las primeras empresas en trasladarse al PTA y algunos decían que estábamos locos. Salías de trabajar y no había nadie, sólo las liebres que se te cruzaban por la carretera. Comenzamos fabricando componentes para Hughes», explica. Se muestra muy orgulloso del PTA, al que ve como «uno de los grandes triunfos de la Málaga actual», y no duda en que «seguirá creciendo con nuevos emprendedores».

El director de la incubadora de empresas BIC Euronova, Álvaro Simón de Blas, figura también en el grupo de pioneros del PTA. Por el BIC han pasado en 25 años más de 380 firmas con 3.700 emprendedores y trabajadores. La tasa de supervivencia de las compañías forjadas en el BIC alcanza el 78%. «En el PTA no había nada al principio. Las administraciones se pusieron las pilas y dotaron de las infraestructuras básicas. El BIC arrancó con cuatro trabajadores y dos empresas alojadas: Ingenia y ASIT. Éramos muy pocos pero el ambiente era muy bonito. Crear algo tan ambicioso de la nada es algo complicado. El buen trabajo de todos permitió dar un paso tras otro. Ya no suena sólo la Málaga turística sino también la tecnológica», aduce. Sus previsiones son buenas. «Hay que competir a nivel global pero tenemos mimbres: talento y todo el terreno de la ampliación. Veo un crecimiento asegurado», afirma.