«En el barrio siempre hubo mucha tradición, muchas mujeres entraron a trabajar en la fábrica de pantalones que había en Fuente Olletas. Luego, cuando se cerró hace más de 20 años se fueron al desempleo y algunas, a través de la economía sumergida, siguieron trabajando en lo que siempre habían hecho», cuenta Rocío Capilla, coordinadora del proyecto Telares de Empleo.

Esa fue la razón por la que la Asociación de Vecinos de Mangas Verdes presentó la propuesta de «darles su sitio» a estas mujeres en el mundo laboral. El proyecto gustó a la Obra Social de la Caixa, que ha subvencionado la propuesta del barrio.

Como curiosidad, los vecinos escribieron a tiendas de máquinas de coser de toda España y una de ellas, 'Máquinas de coser Dioni', de Palencia, tuvo el detalle de donarles seis.

Tres veces a la semana, en la sede vecinal, 15 mujeres en paro mayores de 30 años, la mayoría del barrio, reciben clases de corte, confección y realización de patrones, pero también para encontrar trabajo, montar un negocio propio o una cooperativa.

El programa, que dura todo un año, de octubre de 2019 a octubre de 2020, incluye prácticas en empresas en mayo y junio. Aparte, si se suman todas las alumnas que no reciben orientación laboral pero sí corte y confección hay en total 70 alumnas en el programa.

Y no es sólo que puedan arreglar un vestido: al aprender a hacer patrones amplían su horizonte laboral. «He hecho varios dibujos para ver cómo me hago un vestido», cuenta Paqui Morales, una de las alumnas. Paqui, que trabajó en un taller de pantalones, aunque no en el de Fuente Olletas, sólo trabaja dos horas al día en un comedor escolar, así que confiesa que las clases le vienen muy bien. «Tenía un poco de idea pero con este curso termino de aprender. Sabía cosas viendo más o menos las revistas, pero necesitaba a alguien que me guiara».

Una de esas guías es la profesora Pepi Martos, vecina de Mangas Verdes, que cuenta que trabajó en una fábrica de bolsos y que las alumnas «tienen muchas ganas y están encantadas de la vida». Pepi está convencida de que este trabajo tiene salida en el mercado laboral.

La costurera del barrio

De enseñar cómo hacer patrones se encarga Ana Martín, que se formó en un colegio de monjas que había en la calle de la Victoria. Hoy es la costurera más veterana de Mangas Verdes. «Llevo 48 años... desde los 16», cuenta.

Aunque admite que hay mucha competencia en el mundo de la costura, también reconoce que ahora hay más movimiento. En cuanto a las alumnas, no lo duda: «Son buenísimas». Y del sistema de clase cuenta que «cada una se hace lo que quiere, esto no es como una cooperativa en cadena, aquí enseñamos para que todas sepan cómo hacerse un pantalón, un vestido, una falda...».

A su lado está María del Mar Bueno, que reconoce que la costura siempre le ha gustado. Trabajó 22 años en una fábrica de llaveros y ya sabe que este curso puede ayudarle a encontrar un empleo: «Ya he estado hablando con personas que me han dicho que aprenda, que si les puedo ayudar porque tienen mucho trabajo».

Mari Carmen Cabrera, de Villanueva de Algaidas, aunque residente en Málaga desde hace dos años, empezó a trabajar de administrativa en su juventud, «hasta que nació mi hijo, y ya me dediqué a cuidarlo y también a mis padres y a mis suegros». Mari Carmen confiesa que le haría «mucha ilusión» poder encontrar trabajo en este campo. «Entré hace dos semanas y he aprendido mucho, ya me hecho una falda y un vestido», sonríe.

En una de las máquinas de coser trabaja la venezolana Yuli Trujillo, que comenta que gracias al curso las alumnas han podido conocer ya varias empresas textiles. Además, valora especialmente las clases de orientación laboral y emprendimiento, «para tener una oportunidad de montar tu propia empresa o quién sabe si trabajar la costura desde casa». Ojalá que pronto, para estas mujeres de Mangas Verdes encontrar un trabajo sea coser y cantar. O al menos lo primero.