El brote de coronavirus ya ha sido considerado por la OMS como una pandemia mundial.

La pandemia tiene que ver con una palabra previa que es la epidemia. La epidemia es una enfermedad que afecta a una determinada población y a un número importante de miembros de esa población. Cuando esa enfermedad salta de un país a otro país y se extiende a todo el mundo -pan, que significa ‘todo’ en griego- pues se convierte en universal y pasa a ser una pandemia, que afecta a muchas personas de muchos países diferentes, y eso es lo que está pasando con este virus.

Las epidemias siguen una curva en la que, tras alcanzar el pico, se comienza a estabilizar, ¿cómo definiría la curva que está siguiendo el coronavirus?

Se calcula que, cada cuatro o cinco días se duplica el número de afectados. Si hoy hubiera 20, dentro de cinco días habría 40, en otros cinco habría 80… y así sucesivamente, es una progresión geométrica. ¿De qué depende esto? Por una parte del grado de contagio del virus, pero también de las personas susceptibles al virus. Si hay cierta inmunidad en la población, el patógeno no puede saltar libremente de uno a otro. Esto es lo que pasa con las enfermedades que llevan tiempo con el ser humano y que parte de la población ya ha sufrido, por lo que ya se tiene cierta inmunidad contra ese virus. Como es un virus nuevo, los seres humanos no tenemos memoria en nuestro sistema inmune de haber estado en contacto con este virus en concreto. Como consecuencia, hay muchas personas susceptibles de ser afectadas por el virus y entonces esto va a ir creciendo y puede crecer mucho más.

Se dice que lo que más preocupa de este nuevo Covid-19 no es tanto su mortandad como la velocidad de propagación.

Estoy totalmente de acuerdo. Como se va duplicando el número de afectados de forma exponencial, aunque en principio el 80% de las personas afectadas no tengan una asintomatología que exija una hospitalización, el 20% restante sí la necesitan. De ellos, incluso necesitan -por el carácter que toma la enfermedad que les dificulta la respiración- un tratamiento de respiración asistida, en una unidad especializada. El problema está en que esto supone muchas plazas de camas de hospital, espacio en la UCI, respiradores y cuidados médicos especiales. Cuando la enfermedad se propaga tan rápido, de manera que no da tiempo a que se curen más personas de las que enferman, se llega a saturar el sistema sanitario. Por eso es tan importante la contención a la que estamos asistiendo para que, sabiendo que esta enfermedad va a continuar creciendo, vaya lo más lento posible y dé tiempo a tratar a las personas que necesiten tratamiento y se vayan curando. Debemos evitar que el proceso sea exponencial y se llegue pronto a la meseta, que es cuando hay tantos casos que se curan como casos nuevos. Luego vendría el declive, que es lo que pasa en China, que se han curado más personas de los nuevos contagios que aparecen. Tenemos que llegar a que se curen más y se contagien menos pero sin haber llegado a una meseta muy alta.

A los epidemiólogos, ¿qué es lo que más les preocupa de este virus?

Preocupa, por una parte, que hay personas que no padecen la enfermedad, o si la padecen tienen síntomas muy livianos, pero van esparciendo la enfermedad. Si estuviera claro el momento en el que una persona está enferma, se le aísla y evitamos que transmita la enfermedad. Pero, ¿cómo evitas que transmita una enfermedad una persona que no presenta síntomas? Esto es un problema muy importante. Y luego están las personas de alto riesgo. Tenemos una población mayor importante y muchas personas que están en tratamiento contra el cáncer o inmunosupresores; personas que tienen enfermedades inflamatorias crónicas; personas que requieren unos tratamientos que mantengan el sistema inmune atenuado... Todas esas personas se hacen más susceptibles al virus y el pronóstico puede ser peor y eso es una preocupación.

¿Podría llegar a compararse ya con alguna otra epidemia/pandemia que se haya dado hasta la fecha?

Todavía es pronto, porque comparar es difícil. No por la extensión ni la rapidez, porque eso sí es fácil viendo las estadísticas. Evidentemente, los medios de los que se dispongan para tratar a los pacientes van a hacer que haya un mejor pronóstico o uno peor. Lo podríamos comparar con la gripe de 1918, que fue tremenda porque se extendió por todo el mundo de forma muy rápida y no había los medios técnicos, clínicos o medicamentos que permitiera tratar a la población, por lo que murió mucha gente. Este virus parece que no es tan letal pero sí que puede ocasionar trastornos importantes si colapsa el sistema sanitario, además de las consecuencias económicas que, en un mundo tan globalizado, ya se están notando.

Algunos expertos aseguran que podría tratarse de un virus estacional y que podría llegar a convertirse en una endemia que nos visitara cada año, ¿qué opinión le merece?

El referente que tenemos es confuso. Por una parte, nosotros los coronavirus los conocemos de los años 60 del siglo pasado y la mayor parte de ellos afectan a los animales. De los alfa y beta coronavirus hay varias especies que afectan al ser humano pero que, de normal, cursan como un resfriado. Tenemos la experiencia de que los resfriados son estacionales, nos afectan más en invierno y mejoran con el tiempo. Tenemos la esperanza de que se comporte así. Yo, personalmente, tengo la esperanza de que se comporte como otros coronavirus ya conocidos y que sí pueda tener un funcionamiento estacional. Una constatación es que Australia está mucho más relacionada con China pero allí ahora es verano, por lo que apenas se han producido casos de coronavirus y no se conoce una expansión muy grande de la enfermedad. Esa es la esperanza, que sea estacional y conforme vaya mejorando el tiempo, este virus que tiene una envuelta empírica y se conserva mejor en frío que en calor, frene su propagación. Pero hasta que no llegue el verano no lo podremos comprobar.

Podríamos afirmar entonces que la creencia extendida de que el calor podría combatirlo podría llegar a ser una realidad, ¿no?

El calor pero, más con exactitud, el efecto del calor de resecar la superficie. Por esta misma razón, el lavado de manos es tan importante, porque el jabón es muy eficaz alterando la superficie del virus y el virus sin su superficie intacta no puede infectar a las células.Precisamente reconoce a las células sobre una superficie empírica que si no está intacta no puede afectar. El jabón actúa sobre esta capa empírica, la desestabiliza y destruye e inactiva el virus.

En este sentido, las medidas de higiene y contención que se están aplicando son esenciales.

Si el virus no encuentra un hospedador nuevo a mano, no se puede propagar. Este virus se queda en el sistema inmune, reacciona contra él y lo bloquea, los anticuerpos lo atacan, las células infectadas por el virus son derrotadas por el sistema inmune celular y se acabó, uno se vuelve asintomático y además sin carga viral. Si no hay virus no se le puede transmitir a nadie, esa es la cuestión por la cual hay que evitar el contacto, las multitudes… Eso es lo razonable y si hacemos esto, el virus se va a encontrar con que no va a tener a nadie nuevo a quién infectar, entonces se limitará la extensión de la infección.

¿Qué puede decirnos sobre los prototipos de vacunas que se están empezando a desarrollar?

Se conoce, porque se tiene cierta experiencia, en qué reside la efectividad del virus. Este virus tiene unas espículas que reconocen un receptor muy concreto en las células. Si nosotros conseguimos bloquear esa unión, el virus no se puede unir a las células y por tanto no puede infectar. No obstante, cuando vas a desarrollarlo pueden surgir problemas y tienes que tener, primero, la seguridad de que la vacuna que tú produces va a inducir la fabricación de anticuerpos que realmente protejan contra el virus y con una eficiencia suficiente, lo cual hay que evaluar. Por otro lado, está el hecho de que las vacunas se le ponen a persona, por lo que hay que estar muy seguros de que los componentes del virus que se han puesto en la vacuna u otras sustancias necesarias para que haga efecto no vayan a producir un efecto indeseable. Esto necesita sus ensayos clínicos y sus pruebas, por eso se está hablando de entre uno y dos años. Hoy en día, con los medios técnicos se puede acortar pero no mucho menos de un año.