El eslogan de unos grandes almacenes puede valer, igualmente, para ilustrar la tónica que, tras el despertar de septiembre, marcó el inicio del curso político para los embajadores malagueños del bipartidismo patrio. La semana pasada puede catalogarse como la semana del ahorro. O, mejor dicho en plural, de los ahorros. De los ahorros municipales y la financiación local. Porque el decreto que el Gobierno de Pedro Sánchez sometió a votación el pasado jueves, coincidiendo con la vuelta al cole, se apoderó de las agendas hasta términos insospechados. Y hasta rivalizó en popularidad con las vigentes agitaciones educativas y sanitarias.

En la previa del debate parlamentario que tumbó la propuesta socialista, los dimes y diretes de PP y PSOE reiteraron previsibles visiones antagónicas e, incluso, a este asunto fueron vinculados los contenidos del Comité de Dirección y la reunión de la Ejecutiva provincial que los de centro-derecha y los progresistas, respectivamente, celebraron en vísperas de la verdadera toma de decisiones que se produjo allende Despeñaperros.

El lunes pasado, los populares rompieron el hielo y sus 31 alcaldes malagueños se hicieron la foto en el exterior de la sede provincial de la malagueña Avenida de Andalucía, mientras el consejero y presidente del PP de Málaga, Elías Bendodo, recordaba que el Ejecutivo nacional quería expropiarle a los ayuntamientos de la provincia la friolera de unos 500 millones de euros.

En cambio, horas después, los socialistas respondieron y tanto el secretario general del PSOE de Málaga, José Luis Ruiz Espejo, como su paisano antequerano y subdelegado del Gobierno central, Teófilo Ruiz Municio, alababan la propuesta del equipo de Sánchez e insistían en el carácter voluntario de aquellas cuestiones que los populares reprochaban. Además, hacían un llamamiento a la responsabilidad del resto de fuerzas políticas, quizás porque eran conscientes de lo complejo que resultaba sacar adelante el decreto y de que el resultado iba a ser el que finalmente se produjo.

Eso sí, cuando la moneda salió cruz para los intereses del PSOE, Ruiz Espejo volvió a conjugar el verbo explicar, como ya había hecho el día anterior cuando salió a la luz que la Junta de Andalucía conocía -desde al menos tres semanas antes de admitirlo- que la provincia de Málaga se encontraba en un nivel de contagio comunitario del coronavirus.

El jueves al mediodía, poco después de que el Congreso de los Diputados tumbara la propuesta de Sánchez sobre los ahorros municipales, el dirigente de los socialistas malagueños afirmó que «el PP tiene que explicar a los ciudadanos que, en lugar de ir a inversiones en pueblos y ciudades, se quedarán en los bancos 14.000 millones de euros bloqueados por la ley que aprobaron cuando gobernaban y por estrategia política». «Y tiene que explicar por qué para tumbar la propuesta del Gobierno ya no les molesta el voto de los independentistas; y en el PP en Málaga y el alcalde Francisco de la Torre tienen que explicar a los malagueños que se han negado a poder invertir 52 millones de euros para solucionar tantas deficiencias en barrios de la capital», dijo el líder provincial del PSOE.

Su reacción contrastó con el tono de celebración que usaron los populares malagueños. A algunos regidores de la provincia, como el de Málaga, Francisco de la Torre, el de Estepona, José María García Urbano, y la regidora de Marbella y senadora, Ángeles Muñoz, ya se les vio posar el mismo jueves en las escalinatas del Congreso de los Diputados junto a alcaldes de su partido llegados de ciudades de todo el país.

Una de las respuesta más tempraneras y eufóricas fue la que esbozó en Twitter Ángeles Muñoz, quien enfatizó que «el Gobierno central se queda solo y pierde las votaciones. «El Senado y el Congreso dicen no a la intención de apropiarse de los remanentes de los ayuntamientos. Es un gran triunfo que evita el robo de los ahorros municipales. #MiAyuntamientoNoSeExpropia #Marbella», escribió Muñoz.

En la primera valoración oficial que difundió el PP de Málaga, la diputada nacional Carolina España empleó un tono mucho más comedido y, además, aprovechó para hablar de la mano tendida de su partido para encontrar soluciones. Sea lo que fuere, la fiesta en Génova ya estaba montada para saborear el primer gran descalabro del Gobierno progre que tiene como inquilinos de La Moncloa al PSOE y a Podemos.