El opúsculo que Mari Pepa Lara escribió en 2014, con motivo de los 20 años de la sede del Paseo de la Farola, gustó tanto que el exdecano José María Davó le propuso una Historia del Colegio de Abogados.

El resultado final, ‘El Ilustre Colegio de Abogados de Málaga y su entorno. 1776-2019’, con cerca de 400 páginas y diseño de Antonio Herráiz, fue presentado el pasado jueves en la sede colegial, en un acto en el que la antigua archivera municipal y académica de la Historia recibió además la medalla de honor del Colegio.

Como explica Mari Pepa Lara, aunque el colegio nace en 1776, en su trabajo ha querido contextualizarlo porque «antes de su nacimiento, quien regulaba a los abogados era el Ayuntamiento a través de las ordenanzas, ya desde las primeras que dieron los Reyes Católicos en 1489, ya que desde el tiempo de los Repartimientos aparecen los primeros abogados, los escribanos (que son los notarios) y los procuradores».

En esta línea, no se olvida de la estrecha relación de los abogados con los presos y, por ende, las distintas cárceles que tuvo Málaga, comenzando por la primera, la que se encontraba en la plaza Mayor, hasta que en 1834 pasó a la avenida de la Rosaleda y en el antiguo solar se abrió el Pasaje de Heredia.

Por otra parte, su gran conocimiento del Archivo Municipal le ha permitido incorporar documentos como una real cédula de 1618, firmada por Felipe III, por la que se acuerda recibir «por Patrona y Abogada» de la ciudad a Santa Teresa. El patronazgo pasaría más tarde al Ilustre Colegio de Abogados de Málaga.

Además, la académica de la Historia rescata del olvido la figura de Bernardo José Montaldo, el responsable de que el Colegio de Abogados de Málaga fuera una realidad en 1776.

Este personaje, por cierto, le ha permitido a Mari Pepa Lara relacionarlo con dos importantes figuras de la Historia de Málaga y de España: «Bernardo José Montaldo fue personalmente a Madrid para que se creara el Colegio de Abogados y entregó la solicitud a José de Gálvez y a su hermano Matías», destaca.

Conseguida la autorización de Carlos III por medio de una provisión real, el Colegio de Abogados de Málaga se constituyó el 9 de octubre de 1776 en un acto celebrado en la sacristía de los Mártires. En ese acto, Bernardo José Montaldo presentó el escudo de la institución, que se trajo de Madrid tras sus gestiones.

Como destaca la investigadora, aunque sus compañeros le ofrecieron el cargo de decano, este se negó, con el argumento de que no era el letrado de mayor edad. En su lugar sería nombrado Pedro Jacinto de Mesa.

Por cierto que años más tarde y en dos ocasiones, Bernardo José Montaldo sería finalmente decano de los abogados malagueños y en 1778, dos años después del nacimiento de la institución, prestó otro gran servicio a Málaga: «El Ayuntamiento había encargado un escrito a dos regidores pidiendo a Carlos III el libre comercio con América para el Puerto de Málaga. Este y otros escritos no tuvieron efecto, hasta que Montaldo presentó un cuarto escrito, animado por los hermanos Gálvez, un memorándum de 37 páginas que logró finalmente el objetivo», cuenta Mari Pepa Lara.

Las dos guerras

La obra también se detiene en momentos tan complicados para el Colegio y para España como la Guerra de la Independencia o la Guerra Civil.

Durante la primera contienda, el Colegio de Abogados contribuyó con una gran cantidad para la Junta Central en su lucha contra Napoleón. Al finalizar la invasión hubo denuncias, encarcelaciones y expulsiones para los colegiados afines a los franceses.

Por otra parte, a lo largo de la Guerra Civil en Málaga murieron asesinados el exdecano José Estrada Estrada y el decano Juan Luis Peralta España, entre otros compañeros. Además, durante el periodo republicano se hizo cargo del colegio una junta presidida por el decano y exalcalde de Málaga Emilio Baeza Medina.

Otro apartado de la obra es el de la incorporación de la mujer al Colegio de Abogados. La primera malagueña licenciada en Derecho, en 1923, fue Victoria Kent, futura Directora General de Prisiones durante la II República. Le siguió Carmen Domínguez Togores, aunque no se colegió, algo que sí hizo Dulcenombre de Guindos Molina, en 1960, la primera mujer por tanto en ingresar en el colegio.

En 1969 se incorporó María Augusta Navarro Ruiz, que además se convirtió en la primera mujer en abrir un despacho profesional y en ejercer la abogacía, además de ser la primera diputada de una Junta de Gobierno.

El libro, que ha contado con la supervisión del decano de honor Fernando García Guerrero-Strachan, repasa además las diferentes sedes que ha tenido el Colegio de Abogados, que tras constituirse en la Iglesia de los Mártires, hay constancia de que en 1841 se reunía en uno de los salones del Hospital de San Julián. En 1853 la sede pasa a las Casas Consistoriales, que ese año se encontraban de forma provisional en el Convento de San Agustín porque el Ayuntamiento, en la plaza de la Constitución, estaba en obras.

Durante unos meses, sin embargo, el Colegio de Abogados también estuvo en esta sede consistorial en obras, pero decidió volver a San Julián, donde permaneció hasta 1872. Al año siguiente, durante unos meses, la sede se localizaba en un piso en alquiler de la calle Torrijos (Carretería).

El colegio también estuvo en la calle Pedro de Toledo y junto con la Audiencia en la Alameda Principal, a partir de 1926. También compartió espacio con el Palacio de Justicia de la calle Tomás Heredia de 1962 a 1988, año en que se traslada al nuevo Palacio de Justicia, en el antiguo hotel Miramar. En 1994, el Colegio de Abogados estrenó por primera vez una sede propia, la del número 13 del Paseo de la Farola, un edificio de 1885 de Jerónimo Cuervo, donde todavía continúa.

Por otro lado, el trabajo de Mari Pepa Lara realiza un repaso a las conmemoraciones del primer y segundo centenario de la institución; a hitos como la veterana revista ‘Miramar’, boletín informativo del Colegio desde 1987; la Escuela de Práctica Jurídica ‘Antonio Naya’ o la biblioteca colegial, creada en 1968 y que tuvo como primer bibliotecario a José Luque Navajas

También está presente el Grupo de Abogados Jóvenes, cuyos orígenes se remontan a 1962, aunque no pudo celebrar elecciones hasta 1982. Y por supuesto, hay un recuerdo para todos los decanos, así como un anexo con las actividades colegiales a partir de la década de 1960; las delegaciones con las que ha ido contando en la provincia (Marbella, Coín, Torrox, Ronda, Estepona, Torremolinos, Vélez-Málaga y Fuengirola) y un apartado final para el turno de oficio.

El Ilustre Colegio de Abogados de Málaga ya tiene su veterana Historia puesta al día.