«Este no es un libro contra Cataluña sino contra las mentiras del independentismo catalán», precisa Antonio Carmona, doctor en Historia y profesor -ya jubilado- en varios institutos malagueños.

En la editorial 'Última línea' acaba de publicar 'Mitos y leyendas del nacionalismo catalán', con una portada en la que un San Jordi, estelada en ristre y a modo de picador, se enfrenta a un toro español.

«Mucho antes de que se produjera todo el procés que llevó al 1 de octubre ya me interesó este asunto, así que empecé a leer y a investigar», cuenta.

Con el respaldo de las cerca de 180 fuentes consultadas, la mayoría libros, pero también otros documentos, el profesor aborda esa «búsqueda de una Historia apropiada» del soberanismo para así poder afirmar que Cataluña es una nación, proceso que comienza con el surgimiento del nacionalismo catalán a finales del XIX.

Entre esos mitos, la 'corona catalanoaragonesa' que nunca existió: «Ramón Berenguer IV, que era catalán, se convierte en jefe de la dinastía aragonesa», precisa.

Pero como explica, «los independentistas silencian lo que quieren y destacan lo que les interesa», por eso no mencionan demasiado el Tratado de Corbeil de 1258 entre los reyes de Francia y Aragón, por el que los condados catalanes se desvinculan de Francia y pasan a Aragón.

A su juicio, también minusvaloran, de forma interesada, la presencia musulmana en Cataluña, para desmarcarse del resto de España. En este sentido, menciona las tesis nacionalista de que los catalanes no están contaminados por sangre semita, en este caso musulmana, sino que tienen origen francés. «Con la dominación musulmana se les rompe ese mito de sangre pura catalana procedente de Francia, pero es que los valles frutales de Lérida fueron creados por musulmanes», recuerda.

Además, para Antonio Carmona esa referencia a la pureza de sangre establece un «elemento peligroso»: el supremacismo.

El historiador también se detiene en la piedra fundacional del nacionalismo soberanista, la Guerra de Sucesión, que el experto califica de «guerra internacional e incluso de «guerra civil» y niega que fuera un conflicto entre Cataluña y España.

Por cierto que el título que trata este episodio no hace referencia a 1714 sino que se titula 'Y llegó 1716', en recuerdo de los decretos de Nueva Planta que aunque hicieron que territorios como Cataluña o Castilla perdieran sus fueros, «para Cataluña supusieron un desarrollo espectacular».

Por otro lado, el trabajo de Antonio Carmona cuestiona la historia de la continuidad de los presidentes de la Generalitat, lo que supondría que Cataluña hubiera tenido hasta la fecha 131 presidentes. «La Generalitat era en su origen una comisión encargada de cobrar impuestos en nombre del Rey de Aragón, una entidad, al principio, puramente administrativa, sin presidente y que también existía en Aragón y Valencia. Cuando Tarradellas reconoce ante Suárez que la Generalitat se restaura hace referencia a que es heredera de la de la II República, no la de la Edad Media», recuerda.

En su opinión, una independencia de Cataluña no tendría sentido desde el punto de vista histórico, mientras que desde el punto de vista económico, tiene tanta dependencia del mercado español que sería inviable.

En el siglo XXI, lamenta, los mitos y leyendas siguen en auge entre el independentismo como forma interesada de moldear la Historia.