Los organismos políticos, ya se sabe, cambian de nombre como las setas y con más frecuencia si se trata de ministerios, un ramo tan fluctuante que, con la excepción de algunos estudiantes de oposiciones, se cuentan con los dedos de la mano los españoles capaces de nombrar los actuales sin ningún fallo.

También los órganos de los partidos han ido cambiando de denominación. En el caso de muchos partidos nacionalistas, algunos órganos internos que en los años 70 y 80 se denominaban regionales y ahora son nacionales, una subida en el escalafón para diferenciarse de toda esa plebe que no se agarra a una bandera como a un rencor.

Todo este barullo nominal ha hecho que sean legión los malagueños que, en nuestros días y para simplificar, aunque sea fuera del organigrama administrativo, se refieren al Instituto Municipal de la Vivienda como el Ministerio de la Vivienda.

Pese a que nada tenga que ver la administración municipal con la central, y el ministerio, como tal, no exista, y hoy se encuentre englobado en el de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, el IMV será para muchos malagueños el 'Ministerio de la Vivienda', y no hay más que hablar.

De cualquier forma, junto a esta pervivencia del extinto ministerio, el barrio de Nueva Málaga es de los pocos en España que ha dedicado una calle a este organismo (en Córdoba cuenta con una avenida).

Se trata de la calle Ministerio de la Vivienda, de la que ya hablamos en esta sección hace algo más de cinco años. Según explicó al autor de estas líneas el recordado presidente vecinal Antonio Sánchez, fue la agradecida respuesta de los vecinos a las ayudas aportadas por este organismo para frenar los muchos problemas que tuvo la Cooperativa de Nueva Esperanza, constructora del barrio.

Según recordaba Antonio Sánchez, entre los problemas hubo acusaciones de pérdida de dinero, parones durante años de las obras y penas de cárcel.

El dinero ministerial hizo posible que el barrio llegara a buen puerto, así que el ministerio se merecía una calle.

En nuestros días pandémicos, ni la proximidad ministerial evita que alguno de los locales de la vía estén vacíos.

Pero la vaciedad de la calle está compensada por dos pasajes ajardinados vecinos, el primero de ellos también dedicado al ministerio. En ambos, el peatón sólo cabe de refilón pues en este espacio entre bloques los protagonistas son las plantas.

La calle ministerial pega un requiebro por la 'brusca aparición' de un bloque , de ahí que no sea una línea recta. En el segundo tramo el panorama mejora por la aparición, al fondo, de uno de los grandes desniveles de este barrio, un muro de contención ajardinado que da una bonita perspectiva a la calle dedicada a un ministerio, extinto desde 2010, pero en el recuerdo de los vecinos para siempre.