En febrero de 2020, la Junta de Andalucía dio a conocer el Plan de Erradicación de las Especies de Cotorras Exóticas en Andalucía y concluía que el mejor método era el tiro al pájaro con carabinas. Esta práctica, desde luego, había sido un éxito en Zaragoza, que había pasado de 1.500 ejemplares en 2014 a solo una decena.
Como informó este periódico, organizaciones como la ecologista Ciriana de Churriana, un barrio con una gran concentración de cotorras argentinas, prefería el método empleado en Sevilla, donde abunda la cotorra Kramer: introducir parafina en los huevos antes de que eclosionaran y darles a los animales piensos anticonceptivos.
El polémico final de las cotorras
En suma, frenar la expansión de la especie -en el caso malagueño, de las cotorras argentinas- que según informaba la cadena Cope el año pasado, podría alcanzar los 18.000 ejemplares en 2025.
Las causas de la suelta de estas aves se pueden deducir de mil y un ejemplos privados: los simpáticos animalitos se compraban en su día y en cuanto llegaban a casa, evidenciaban que eran más estridentes que una discusión parlamentaria. Por este motivo los propietarios, hartos del chillerío, abrían la jaula, a continuación la ventana y mandaban a la criatura, literalmente, a tomar viento.
La presencia de nidos cada vez más voluminosos, porque para colmo las colonias de cotorras viven en nidos comunitarios, ha hecho que se multipliquen una suerte de gigantescos melones arbóreos que pronto suelen tomar las hechuras de una pelota playera de Nivea.
En estos años han lucido orondos, por ejemplo, en la calle Torremolinos de Churriana, en los Baños del Carmen, en la calle Velarde o en la avenida de San Isidro. Lo curioso, pero también lo alarmante, es que además se localizan en instalaciones deportivas. Lo podemos ver en varios focos del campo de fútbol de la Olímpica Victoriana.
17 bloques de Olletas, hartos del ruido del fútbol
Este campo fue noticia el pasado mes de mayo porque 17 bloques de viviendas pegados al terreno de juego están hasta el córner de los ruidos que genera la práctica del fútbol desde las 9 de la mañana hasta la medianoche.
Las que no tienen horario ni fecha en el calendario son las cotorras que plantaron sus nidos en los focos, una presión inmobiliaria de altos vuelos que no sólo conlleva graznidos a cualquiera hora del día o de la noche, también el riesgo de que estos inmensos nidos se caigan por su propio peso y pillen a un deportista o a un vecino debajo.
Sea como sea, las cotorras malaguitas ya no son sólo un incordio, también un peligro para la salud.