Crónicas de la ciudad

La ejemplaridad del archivero Rafael Bejarano

A finales de agosto fallecía el antiguo archivero municipal, pintor, poeta e investigador Rafael Bejarano, que tuvo siempre muy presente el ejemplo de su padre

Rafael Bejarano, en 2001, con Ana Rico, en la presentación de un libro sobre la Feria que escribió con la archivera Mari Pepa Lara.

Rafael Bejarano, en 2001, con Ana Rico, en la presentación de un libro sobre la Feria que escribió con la archivera Mari Pepa Lara. / DANIEL PEREZ

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Uno de los campos en los que el filósofo Javier Gomá más ha reflexionado, junto con el de la dignidad, es sin duda el de la ejemplaridad. 

En una de sus obras el pensador se pregunta, a raíz de la muerte de su padre, qué nos queda en este mundo de nuestros seres queridos. Gomá llega a la conclusión de que lo mejor que podemos dejar a los demás y recibir a su vez de nuestros seres queridos es sin duda el ejemplo.  

Mucho antes de que el filósofo bilbaíno escribiera su tetralogía sobre la ejemplaridad, un malagueño discreto, trabajador, inteligente y modesto llegaba a la misma conclusión y se convertía en uno de sus motores vitales e intelectuales. Se trata de Rafael Bejarano Pérez, un malagueño de 1933, fallecido a finales de agosto, archivero y bibliotecario por oposición del Ayuntamiento de Málaga desde 1972 hasta su jubilación en 1998, además de académico de Ciencias, de San Telmo y de la Historia

Al fin y al cabo, Rafael Bejarano acudía a trabajar a un edificio en cuyo lateral, que comparte con el Banco de España, se encuentra la calle dedicada a su padre, Francisco Bejarano Robles, archivero municipal desde 1924 hasta su jubilación en el 72, cuando fue sustituido por su hijo. 

Imposición de una condecoración a Francisco Bejarano Robles en 1963.

Imposición de una condecoración a Francisco Bejarano Robles en 1963. / Archivo Histórico Universidad de Málaga

Rafael tuvo muy presente en todo momento el gran ejemplo de su padre y fue un excelente y ejemplar archivero e investigador. 

Siempre modesto y generoso, tuvo el coraje y la satisfacción de completar la ingente obra que dejó inconclusa Francisco Bejarano, la del estudio de los Repartimientos de Málaga, hoy imprescindible para los historiadores. 

Rafael Bejarano, en 2000.

Rafael Bejarano, en 2000. / Arciniega

Trabajador y generoso

Y qué decir del libro más popular y consultado de su padre, ‘Las calles de Málaga’. Su hijo tuvo la paciencia de reunir, organizar, revisar y completar un material de décadas para ofrecer la edición completa, cerca de 700 páginas que la Diputación de Málaga tuvo el acierto de publicar en 2016. El académico malagueño tuvo por cierto el detalle de ofrecer al firmante el prólogo de una obra tan significativa. De nuevo, la generosidad sin fronteras de Rafael, que era capaz de aparecer con una carretilla para regalar a los amigos la colección completa de los Repartimientos. 

Premio Málaga de Investigación, poeta y pintor, también ha dejado a la provincia una asociación tan importante para la divulgación de la historia y la cultura como Isla de Arriarán, de la que fue su primer presidente en 1992.

Siguió siempre el gran ejemplo de su padre, sin caer en la cuenta de que nos regalaba a su vez todo un ejemplo de entrega, discreción y honestidad con sello propio. Va por ti, Rafael. 

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