Emblemas y blasones malagueños

Blasón Real de la época de Carlos III

La inauguración y apertura del colegio naval de San Telmo se produjo el día 1 de junio de 1787 con solo treinta alumnos. El centro docente sería dirigido por el mencionado José Ortega y Monroy, y una serie de profesionales en diferentes áreas y materias

Detalle de la fachada del actual Ateneo.

Detalle de la fachada del actual Ateneo. / Wikipedia

Antonio Lara Villodres

Antonio Lara Villodres

El del actual Ateneo es un antiguo y emblemático edificio, construido a principios del siglo XVII, por iniciativa de la Compañía de Jesús, para dedicarlo al noviciado y la docencia, denominado Colegio de San Sebastián. Estuvo situado en la calle que tomaría el nombre de esta institución religiosa. Tras la expulsión de los jesuitas ocurrida hacía dos décadas, en época del reinado de Carlos III, se reutilizó este inmueble, previa reforma del arquitecto Martín de Aldehuela, por Real cédula de 19 de marzo de 1787, para adecuarlo como Real Colegio Naval de San Telmo, homónimo del de Sevilla, aunque el espacio creado fue compartido con otras instituciones, como el Real Monte Pío de Viñeros y el Consulado.

Este singular centro de formación de San Telmo fue conseguido gracias a la intervención e influencias del ministro de Indias de Carlos III, José de Gálvez Gallardo, quien por aquellos días había recibido la merced del título de Castilla de marqués de la Sonora. Aunque a decir verdad, otro de los impulsores del proyecto fue el obispo José Molina Lario, respaldado por instituciones como el Real Consulado del Mar o individuos como Ramón Vicente Monzón, juez conservador, y el presbítero José Ortega y Monroy, caballero de Carlos III.

Pero sobre todo, hay que hacer mención, de la importante ayuda financiera, que aportó a la causa el propio marqués de la Sonora, pues sin aquel apoyo no se hubieran podido llevar a cabo las numerosas reformas que requería el antiguo edificio, para la actividad docente proyectada, entre ellas, la de albergar a los futuros alumnos y a las instituciones anteriormente nombradas.

Evidentemente, el proyecto que llevaba el respaldo directo del propio monarca tenía una doble finalidad: beneficiar a la economía de nuestro puerto marítimo y comercial, tras haberse liberalizado el comercio con las islas del Caribe y a su vez, el uso del nuevo reglamento de libre comercio con América, aprobado hacía pocos años.

Lógicamente con estas amplias posibilidades, el futuro Real Colegio Náutico de San Telmo tendría como misión prioritaria el conseguir como escuela adiestrar pilotos expertos para la navegación comercial en Indias, según disponía sus Ordenanzas de 1789.

La inauguración y apertura del colegio naval de San Telmo se produjo el día 1 de junio de 1787 con solo treinta alumnos. El centro docente sería dirigido por el mencionado José Ortega y Monroy, y una serie de profesionales en diferentes áreas y materias. Su eje sería la formación de los alumnos en el campo naval, tanto a nivel técnico como mecánico.

Las edades de los alumnos oscilarían entre los 8 y 14 años, y el número máximo de admitidos, sería de cien. El alumnado estaría dividido en dos secciones o apartados: los provenientes de la nobleza o burguesía, los cuales serían instruidos para desempeñar, dependiendo de sus aptitudes, servicio en la marina real o comercial, o bien en el ejército, como capitanes, grumetes, contramaestres...etc y los llamados alumnos de número, cuyos orígenes provenían de familias pobres o huérfanos de marinos pertenecientes al Obispado de Málaga. Estos últimos, tras un periodo de adiestramiento teórico-práctico de nueve años, pasaban a formar parte de la marina real o comercial de Indias, de forma obligatoria.

También existió un cupo de alumnos denominados porcionistas nobles, que debió el nombre a que abonaban una parte del dinero que valía su manutención.

A fines del XVIII, el comercio malagueño y su puerto cayó, después de décadas de auge, hasta alcanzar su cuota más baja durante las epidemias de cólera y fiebre amarilla entre 1803 y 1804, años en los que la población sufrió cuantiosas perdidas humanas y económicas.

Sobre todo, no pudo llevarse a cabo la cobranza de sus numerosas rentas, provenientes de los molinos, lavaderos, fincas y riegos del Acueducto de San Telmo, las cuales cubrían prácticamente todas las necesidades del propio centro y que había sido una de las ideas del malogrado obispo Molina Lario.

Evidentemente las epidemias sufridas, mermaron no solo la capacidad económica del centro, sino también la de su potencial humano -alumnado, profesorado y personal de mantenimiento- ya que muchos de ellos murieron en aquellos años.

Y por supuesto, no debemos olvidar el periodo de ocupación francesa en Málaga, años en los que el centro de pilotos entró en una dinámica de dejadez casi total, pues incluso se llegó al extremo de que los empleados y personal no pudieran cobrar sus exiguas retribuciones por no haber liquidez en las arcas.

Ya en las primeras décadas del XIX (1827) y, según hemos podido conocer, la institución no gozaba de subvención alguna, ni ningún tipo de ayudas y llegó la situación a no haber recursos para cubrir las mínimas exigencias alimenticias de los alumnos.

Tras años de graves pérdidas económicas y de un declarado abandono por parte de la Administración, en 1846 el gobierno de la época creó el Instituto de Segunda Enseñanza que se ubicó en el propio y antiguo colegio de San Telmo. Sin embargo aquella propuesta no fue respaldada por ningunas de las instituciones y corporaciones aun así, la Administración no aceptó aquellas demandas y un año más tarde, el 15 de agosto de 1847, se decidió cerrar las puertas del centro docente definitivamente, quedando éste bajo la tutela de la administración del Ministerio de Comercio, Instrucción y Obras Públicas.

Dos años más tarde, por Real decreto de 20 de septiembre de 1850, este antiguo inmueble pasó a ser dedicado de nuevo a Instituto de Segunda Enseñanza.

Por aquellas fechas hubo otro acontecimiento de relieve: Se trató de la creación de la Real Academia provincial de Bellas Artes de Málaga, bajo el patronato del conocido mecenas el marqués de la Paniega. Academia de la que, años después, surgirían geniales pintores que fueron la simiente de la Escuela Malagueña, dirigida por su director Francisco Ferrándiz y Bádenes. Su apertura tuvo lugar el 16 de octubre de 1860.

Más tarde, a partir de los años 20 del siglo XX, el edificio fue utilizado como Museo de Bellas Artes y unos años después, se propuso su uso para Escuela de Artes y Oficios, unido al caserón existente de la calle Carretería. Posteriormente, y tras unos años de reformas, fue dedicado para albergar el Ateneo, centro cultural malagueño, compartido con el Orfeón de Málaga.

Carlos III usó las armas de su padre Felipe V. | ARCHIVO ANTONIO LARA

Carlos III usó las armas de su padre Felipe V. / ARCHIVO ANTONIO LARA

Descripción

El blasón que podemos apreciar en su fachada, en toda su plenitud, es representativo, sin lugar a dudas, del reinado de Felipe V. Sin embargo, podemos intuir, que su sucesor Carlos III, deseó, por deferencia a su padre, usar por un tiempo la Armas plenas del monarca y progenitor, y colocarlas en el mencionado monumento, caso que no fue infrecuente ni inusual en la sucesión de los reyes de España y han quedado muchos ejemplos, a todo lo largo de la geografía española. Las armas se distribuyen de la siguiente manera:

«1 Contra cuartelado: 1º, y 4º, de gules, una castillo almenado de tres torres de oro, aclarado de azur; 2º, y 3º, de plata un león de gules, coronado de oro, lampasado y armado de los mismo. 2 de oro, cuatro bastones de gules. Partido y flanqueado. Jefe y punta de oro y cuatro bastones de oro, flancos de plata y un águila de sable, coronada de oro, picada y membrada de gules; entado de plata, una granada al natural, rajada de gules, tallada y hojada de dos hojas, de sinople; 2º En su mitad inferior:

Cuartelado: 1ª, de gules, una faja de plata, 2º, de azur, sembrada de flores de lis, de oro: bordura componada de plata y gules; 3º, bandeado de oro y azur con la bordura de gules; y 4º, de sable, un león coronado, lampasado y armado de gules. Sobre el todo, escusón azur, conteniendo tres flores de lis de oro, bien ordenadas: bordura de gules. Entado en punta con las armas de Flandes y partido de Tirol».

Lleva como adorno exterior y rodeando al blasón real, el gran collar de la Real Orden del Toisón de Oro y al timbre, corona real cerrada con diadema.

Localización

  • Calle Compañía, salida hacia la plaza de la Constitución.