Emblemas y blasones malagueños

Blasón real de Felipe IV en Málaga

El rey efectuó una visita a Málaga el 28 de marzo de 1624, se alojó en la Alcazaba y en uno de sus torreones se encuentra una reproducción de sus Armas reales, sostenida por dos ménsulas

Esta breve estancia de apenas seis días permitió, no obstante, incentivar las obras del Puerto y su muelle, paralizadas desde hacía cierto tiempo

Alcazaba de Málaga.

Alcazaba de Málaga. / Gregorio Torres

Antonio Lara Villodres

Antonio Lara Villodres

Probablemente el rey Felipe IV sea el único de los monarcas de la Casa de Austria que durante su reinado visitó nuestra ciudad y quedaron reflejadas en la historiografía malagueña algunas notas de aquella efeméride.

Felipe IV nació en Valladolid, el 8 de abril de 1605, y subió al trono a la muerte de su padre el 31 de marzo de 1621. Fue hijo de Felipe III y de Margarita de Austria.

De carácter débil y tímido, pero hombre de extensa cultura, heredó los vastos dominios de sus poderosos ascendientes a los 16 años. Contrajo por primera vez matrimonio, por poderes, el 18 de octubre de 1615, con Isabel de Borbón, hija de Enrique IV de Francia, con la que tuvo varias hijas y al príncipe Baltasar Carlos, quien murió siendo adolescente.

En 1644 muere su esposa la reina Isabel y cinco años más tarde, 7 de octubre de 1649, contrae nuevas nupcias con su sobrina carnal, Mariana de Austria, con la que tuvo a la princesa Margarita, años después emperatriz de Austria; al príncipe Baltasar Próspero, que vivió pocos años y a Carlos, futuro Carlos II, último y desdichado miembro de aquella dinastía.

Como se hace mención en la introducción a este artículo, los soberanos españoles no fueron muy proclives a los viajes a Málaga. Sin embargo, y según recoge la historiografía malacitana, el rey Felipe IV efectuó una visita a Málaga el 28 de marzo de 1624.

La visita regia

Málaga se encontraba ya preparada para recibir al monarca, ya que el 22 de febrero de aquel año, el cabildo había recibido un despacho de la Corte, que indicaba la próxima visita real. Igualmente se acordó activar las obras de los muros de la Puerta del Mar. Según parece por allí debía hacer su entrada el rey y su comitiva. El día 28 de marzo llegó a Málaga.

Ese día, al atardecer, salieron al encuentro de la caravana real los regidores malagueños a caballo, portando antorchas encendidas y dando escolta a la comitiva en todo el recorrido hasta la Alcazaba. Le recibió en nombre de la ciudad, besando previamente las manos regias, Francisco de Córdoba Rosas y Guzmán, alférez mayor de la ciudad. Una vez en la Alcazaba el monarca fue recibido por el corregidor Diego de Villalobos y Benavides, el alférez mayor y el conde de Frigiliana quienes le hicieron entrega de las llaves de las fortaleza.

El 30 de aquel mes, el cabildo malagueño ordenó que se adornara la Puerta de Granada con muchos arcos florales, por donde el monarca haría su entrada y salida de la ciudad. Al siguiente día, una comitiva en representación de la ciudad visitó al rey en la Alcazaba, residencia oficial por aquellos días, donde acató públicamente al rey y besó sus manos y le ofrecieron a su vez, 20.000 ducados de oro para los gastos del viaje, gesto que el monarca agradeció. Posteriormente Felipe IV giró una visita a la Catedral de Málaga y sus obras, al Convento de la Victoria y por último a las obras del muelle de Levante del Puerto.

Dos días después, 2 de abril de 1624 el monarca partió de Málaga por la Puerta de Granada y según las crónicas de la época, en recuerdo de aquella visita se ordenó colocar una placa conmemorativa en esa Puerta, una cruz en el Castillo de Fuengirola y otra antes de llegar al río Guadalhorce.

Como pudimos ver, bien corta fue la visita de este monarca a nuestra ciudad pero al menos, con su presencia, se volvieron a incentivar las obras del Puerto y su muelle, paralizadas desde hacía cierto tiempo.

Otra de las peculiaridades de este personaje, y de la que se ha vertido ríos de tinta fueron sus incontables aventuras amorosas que dieron como fruto numerosos hijos, aunque solo a uno ellos reconoció como tal: a Juan José de Austria, hijo de la cantante llamada María Calderón ‘La Calderona’.

Felipe IV fue un gran amante de las artes y protector de artistas, como fue el caso del genial Diego de Velázquez, a quien nombró pintor de corte y le concedió el hábito de caballero de la orden de Santiago en 1658. Durante su reinado supo rodearse de una excelente colección de pinturas, de algo más de 600 óleos de reconocidos artistas, muchos de ellos expuestos hoy en el Museo del Prado.

La época del reinado de Felipe IV, se caracterizó porque con él se inició el verdadero declive del poderoso imperio que le tocó gobernar, el Reino de España, pues coincidieron una serie de factores y variables en el tiempo, entre los que cabe mencionar una fuerte recesión económica que tuvo graves consecuencias para todo el imperio español, caracterizada por el acusado descenso en la llegada de metales preciosos de las Indias.

Escudo de Felipe IV. | ARCHIVO ANTONIO LARA

Escudo de Felipe IV. / Archivo Antonio Lara

Política exterior

Sobre su política exterior, hay que resaltar el gran poder de gestión que Felipe IV concedió a su primer ministro y valido, el todo poderoso Gaspar de Guzmán, más conocido por el conde duque de Olivares quien, investido de gran poder, emprendió una política internacional errática con graves consecuencias para nuestros intereses, pues se perdieron importantes posesiones en Europa por el Tratado de Westfalia.

Igualmente los historiadores han achacado siempre al monarca su mala gestión de los problemas que protagonizó, frente a los levantamientos y revueltas en Flandes, Cataluña y Portugal que no estaban de acuerdo con la política fiscal que Castilla quiso implantarles, para poder sostener los altos costes de la guerra contra Francia y Alemania.

Para solucionar los graves disturbios y revueltas Felipe IV envió, a su poco experimentado hijo natural, Juan José de Austria, al mando del ejercito real. Al final no salió airoso de tamaña empresa y pagó con el destierro y el desaire de la corona sus errores militares. Como consecuencia muy directa de aquellas derrotas, años después, se perdió Portugal.

Felipe IV, llamado por sus súbditos El Grande falleció en Madrid el 17 de septiembre de 1665.

Descripción

Las Armas reales se organizan:

  • En su mitad superior: cuartelado: 1º, y 4º, de gules, un castillo almenado de tres torres, aclarado de azur; 2º, y 3º,de plata, un león coronado y lampasado y armado de lo mismo; 2, de oro, cuatro palos de gules, partido y flanqueado, jefe y punta de oro y cuatro bastones de gules:flancos de plata con un águila de sable, coronada y picada y membrada de gules; de plata una granada al natural, rajada de gules, tallada y hojada de dos hojas de sinople.
  • En su mitad inferior: cuartelado; 1º, de gules, una faja de plata; 2º,de azur sembrado de flores de lis de oro;bordura componada de plata y gules; 3º, bandado de oro y azur, con bordura de gules; y 4º, de sable, un león coronado, lampasado y armado de gules. Sobre el todo dos escusones de oro, en el punto de honor del escudo, de plata cinco escudetes de azur, tres en el jefe, dos en flancos, y dos hacia arriba, y el escudete situado en el ombligo del escudo, las armas o blasones de Flandes partido de Tirol.
  • Alrededor del blasón, el collar de la orden del Toisón de Oro. Timbra con corona real cerrada.

Localización

Armería o blasón real situado en la pared de uno de los torreones existentes en la Alcazaba, sostenida por dos ménsulas. Este escudo heráldico fue mandado a colocar allí por el conservador malagueño Juan Temboury. Se desconoce su anterior ubicación