Si los monjes budistas recomiendan sosiego y meditación, el Ayuntamiento de Málaga es fiel seguidor de estas directrices en el entorno del Peñón del Cuervo, donde en algún aspecto el tiempo parece haberse detenido en el año 2008.
En el verano de ese año, el entonces concejal de Izquierda Unida Antonio Serrano denunció junto con el colectivo ciclista Ruedas Redondas que este precioso paraje disfrutaba de un carril bici directamente impracticable.
Como recordaba entonces el presidente de Ruedas Redondas, Alonso González, «desde el principio se hizo mal porque lo hicieron de albero y en cuesta, así que a los 15 días la lluvia se lo llevó todo».
16 años más tarde, resulta evidente que el estrés no entra en el vocabulario consistorial en esos lares: el carril bici continúa su impepinable transformación en camino de cabras, así que muchos ciclistas que suben por esas trochas lo que hacen, paradójicamente, es evitarlo y sumarse a la zona peatonal.
El carril sube por un tramo de la primitiva carretera y al haber elegido el suelo de tierra en lugar de otra solución más costosa pero de más duración, hace lustros que sólo las cabras montesas salen indemnes del recorrido.
Las escorrentías, aunque escasas por el desmadre climático, han labrado sus caminos por el carril creando pequeñas fallas tectónicas que no son otra cosa que potenciales caídas y lesiones para los ciclistas más valientes. En este sentido, recuerda la cutrísima (y fallida) lengua prensada de tierra de la Travesía del Pintor Nogales.
Tan olvidado está el mantenimiento de esta vía que las hierbas crecen en su parte central en algunos tramos, mientras que muchos bordillos que lo delimitan lucen rotos o se extraviaron hace tiempo.
Se aprecia, eso sí, una pequeña labor de contención de daños mediante la ‘suelta’ de chinos para tapar las fracturas más grandes, pero el propio trazado en cuesta convierte esta labor en ilusoria, pues todo termina rodando hacia abajo.
Además, pese a lo poco que llueve, este carril antediluviano también exhibe un tramo enfangado, ideal para las familias con niños que dan sus primeros pasos con la bici.
Después de 16 años de pasotismo y meditación municipal, el firmante sólo ve dos posibilidades para acabar con el problema:o anular definitivamente el carril bici y acabar así con el parte de lesiones o bien invitar a nuestro alcalde y su equipo de gobierno a pedalear por tan selecto equipamiento. Al día siguiente ya estaría la hormigonera.