Rafael Jaime: 90 años de un artista unido a la innovación

«Será por temperamento pero yo he evolucionado..., tengo aquí tantos años y tantas tendencias y estilos», comenta Rafael Jaime, que señala su estudio de La Trinidad, en el que comparten espacio cuadros abstractos, impresionistas, cubistas y expresionistas que resumen sus muchas etapas y una curiosidad por experimentar que a sus 90 años sigue sin agotarse.

Porque aunque en el DNI del malagueño Rafael Jaime Calderón aparezca como fecha de nacimiento 1935, lo cierto es que nació en 1933. «Estuve dos años ‘en el limbo’ porque mi padre no me inscribió; en aquella época se hacían esas cosas, sería por miedo a una revolución», explica, por eso comenta que tras los ‘90 minutos del partido’, «ahora estoy en la prórroga».

Y el ‘tiempo extra’, como lo define, sigue siendo muy fructífero para este artista que pinta sobre todo por las mañanas y que cuenta que su vitalidad se explica, entre otros motivos, «porque la creatividad ayuda mucho, además sigo leyendo todos los días y luego además me pongo con el ordenador y las redes sociales».

De hecho, también escribe, por eso en 2018 publicó sus memorias, ‘Una vida con lápiz y papel’, en las que narró lo que sin duda ha sido toda una vida de superación desde que con 10 años perdió a su padre y tuvo que ayudar a su madre y a sus hermanos vendiendo agua en el Parque, caramelos en la puerta de los cines y leche por las mañanas.

Tan apurada estaba su familia que él y su hermano entraron en junio del 44 en la Casa de la Misericordia. De ahí que fuera consciente de que cuando saliera de este famoso centro, «el único bagaje del que podría disponer para caminar por la vida serían mi formación y conocimientos», recordaba en 2020 en este diario, con motivo de una exposición antológica en la Sala Barbadillo de Aplama.

Su buena marcha en la Casa de la Misericordia -donde conoció a su mujer, Carmen, con la que lleva casado 63 años- hizo que el centro le concediera, excepcionalmente, la posibilidad de estudiar en el Escuela Superior de Comercio y por las tardes, en la Escuela de Artes y Oficios.

En 1958, tras trabajar un tiempo en una factoría de Cádiz y como su novia marchó a Barcelona, el malagueño puso rumbo a la Ciudad Condal, su casa durante los siguientes 35 años, donde estudió en la Escuela Superior de Bellas Artes y se abrió camino pintando portadas de libros.

«Empecé con Bruguera, con Sopena, Juventud... viví de las editoriales y de la publicidad», recuerda. En los 70 empezó a compaginar el trabajo con la vocación artística y pasaba cinco meses en Ibiza pintando para turistas extranjeros, sus principales clientes.

Fue en 1979 cuando decide emprender una senda artística propia, lo que se materializó en exposiciones individuales en Barcelona -aunque por primera vez expuso en 1964- y en 1986 en su tierra, en la Sociedad Económica.

Artistas creadores y pintores

De vuelta en Málaga desde 1993, Rafael Jaime siempre ha distinguido entre el «artista creador» y los pintores: «Siempre he querido ser un artista creador, los demás para mí son pintores, los que venden lo que pintan, como decía Picasso».

En este sentido, comenta que lo que más le ha «ayudado» en el arte ha sido «ponerte delante de una tela en blanco y empezar lo que tú quieras, no coger una foto y copiarla o irte a un paisaje que ya ‘está hecho’. Creo que el arte es espontaneidad y creatividad», subraya.

Raúl Jaime se muestra muy crítico con los museos de Málaga, aunque haga excepciones y por ejemplo, sea asiduo del CAC o de la Fundación Casa Natal. «No nos engañemos, Málaga se ha poblado de museos para ganar dinero y atraer turistas porque a quienes los han montado no les gusta el arte», remarca y lamenta que en Málaga no haya espacio para los artistas malagueños.

Con el recuerdo de la exposición antológica que le organizó Aplama hace cuatro años, el artista malagueño sigue creando en su taller de La Trinidad y convirtiendo parte de esa ‘prórroga’ que le regala la vida en una prórroga artística, con el reto siempre de un prometedor lienzo en blanco.