Memorias de Málaga
La otra Málaga, la que crece
La margen derecha del Guadalmedina dejó de ser una frontera que dividía la ciudad en dos y hoy es con creces la parte de Málaga que con más rapidez se desarrolla, mientras el Centro, saturado, no da para más
Hasta hace muy poco (no mucho) vivir al otro lado del río, o sea, en la margen derecha del Guadalmedina, era algo así como un estigma, porque era donde estaban las industrias y donde habitaban las familias menos pudientes, las de los obreros, los artesanos modestos y donde los más pobres levantaban sus chabolas o villalatas.
El cauce del Guadalmedina era la frontera que dividía la ciudad en dos; a alguien se le ocurrió utilizar la palabra cicatriz para marcar las dos zonas. Las cicatrices de las intervenciones quirúrgicas no son fáciles de eliminar del cuerpo de los humanos; en el caso de Málaga, mientras el cauce no se cubra o desvíe el río, la cicatriz no desaparecerá.
Con la prolongación de la Alameda por el puente de Tetuán, las diferencias entre los residentes de una y otra margen desaparecieron… a medias porque la cicatriz –el cauce- seguía en su sitio y sigue y seguirá porque los primeros trabajos para actuar en el río se iniciaron en 1569 y hoy, en 2024, todavía no se ha llegado a una solución satisfactoria que guste a todos. La penúltima propuesta es su renaturalización, que es algo así como la recuperación de las condiciones naturales del ámbito anteriores al proceso de urbanización.
La Prolongación
Si bien la Prolongación de la Alameda tiene nombre o nombres propios, yo me agarro a como la denominábamos desde que se construyó.
La expansión y crecimiento de Málaga empezó precisamente ‘al otro lado del río’ porque en la margen izquierda no había muchos espacios libres. Al sur estaba, y está, el mar; al norte, los montes, y por el este más montes. Málaga creció, con su cicatriz más o menos encubierta por los puentes, empezando con dos edificios públicos, la nueva sede de Correos y el edificio de Hacienda; el primero está abandonado a su suerte y cuyo destino final parece que será el de un hotel y el segundo, con perdón, otra chapuza arquitectónica que puso al personal en polvorosa porque amenazaba ruina o algo parecido. Los que se levantaron antes –Corte Inglés, Caja Provincial de Ahorros, viviendas de la Diputación…- gozan de buena salud.
Al otro lado del río, en 2024, tenemos, además de los primeros edificios de más de tres plantas, la Comisaría, la Universidad, el Parque Tecnológico, el Cementerio… y el Materno Infantil que es donde nacen casi todos los niños (pocos) que nos sustituirán inexorablemente en los próximos decenios, lustros… salvo que los agoreros lleven razón y todo estalle por algún lado.
La otra Málaga
También al otro lado del río, pero en una zona concreta, está naciendo y desarrollándose a pasos agigantados lo que me permito bautizar (lo de bautizar se lleva menos, hasta el punto de que algún descerebrado se ha sacado de la manga el bautizo laico), lo que me permito bautizar, repito, como «la Otra Málaga».
La Málaga que ha crecido y sigue creciendo es la que tiene como acceso principal el paseo marítimo Antonio Banderas. Lo que se ha construido, lo que se está construyendo, lo que se está proyectando… es otra Málaga, donde las nuevas generaciones residirán (si pueden pagarlo), porque el Centro Histórico, saturado, no da para más. La Málaga de siempre será para los turistas, para los museos, para los monumentos, para las tabernas típicas, para la Semana Santa, para los carnavales, para los bancos para sentarse y ver pasar la vida (también los otros bancos, que son los que mandan)… Málaga, la histórica Málaga, será peatonal, porque los vehículos no podrán circular, habrá que ir andando porque todo está a mano…, pero a la hora de vivir, la población se inclinará por los rascacielos que ya están habitados, otros a medio terminar y no sé cuantos más en las fases previas para la primera piedra.
El precio de las nuevas viviendas supera con creces a las del Centro, donde todo está apretado, lleno de turistas de unas horas (los que llegan por la mañana en barco y se van por la tarde en la misma nave), los que vienen a pasar una semana alojándose en los hoteles y en los apartamentos turísticos, que visitan los museos y se sientan en los bares del Muelle Uno…
En la Otra Málaga, con un paseo marítimo amplio, excelentes playas, fácil aparcamiento (o menos fácil porque la población y sus coches necesitan cada vez más espacio), restaurantes y chiringuitos, nuevos comercios…, la vida es diferente a la del Centro Histórico.
Uno de mis hijos me invitó a comer en uno de los nuevos restaurantes de La Otra Málaga; para mí fue un descubrimiento porque llevaba bastante tiempo sin frecuentar la zona. Esa visita gastronómica me permitió conocer in situ esa nueva Málaga donde se admiten todas las experiencias arquitectónicas vedadas en el centro de la ciudad que hay que respetar… y que por desgracia se cometen en calles y plazas que es obligación conservar.
Podrán gustar o no las edificaciones terminadas o en fase de construcción; pero no atentan con lo poco o mucho que tenemos que conservar y proteger de lo que queda de una Málaga centenaria.
Campanillas
La expansión de la ciudad de Málaga por Teatinos (Universidad y Parque Tecnológico) es una realidad.
Las antiguas factorías de Intelhorce y Amoniaco eran vitales en la zona; Intelhorce es ahora sede de la industria más importante de Málaga (Mayoral) y los solares de Amoniaco se destinarán a la construcción de viviendas.
Lo que eran no hace mucho fábricas de ladrillos acabarán siendo viviendas e incluso el Cortijo Jurado dejará de ser un tétrico palacete habitado por fantasmas que se verán obligados a buscar otro lugar para habitar.
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