Iglesia

De Málaga a Hiroshima: el misionero jesuita malagueño que se hizo japonés cumple 100 años

Alberto Álvarez, que lleva casi 75 años de misión en Japón con la Compañía de Jesús, acaba de celebrar recientemente su cumpleaños numero 100

"Si naciese de nuevo me haría otra vez jesuita y me iría de otra vez a Japón de misionero", asegura

Ha recibido un mensaje de felicitación del primer ministro japonés, Fumio Kishida

El jesuita malagueño Alberto Álvarez, que acaba de cumplir 100 años, en la residencia Casa Loyola de Tokyo.

El jesuita malagueño Alberto Álvarez, que acaba de cumplir 100 años, en la residencia Casa Loyola de Tokyo. / L. O.

José Vicente Rodríguez

José Vicente Rodríguez

El jesuita malagueño Alberto Álvarez, que lleva casi 75 años de misionero en Japón, acaba de celebrar recientemente su cumpleaños número 100, una cifra que la ha valido incluso una felicitación personal del primer ministro nipón, Fumio Kishida. La vida de Álvarez, que nació en unas viviendas ya desaparecidas de la malagueña plaza de Arriola, es verdaderamente impactante, ya que estuvo muchos años destinado en la provincia de Hiroshima, que todavía sufría las terribles secuelas de la bomba atómica, y llegó a ser secretario del padre Arrupe. En 2019, el jesuita malagueño recibió además en la casa Loyola de Tokyo (la residencia para jesuitas mayores de la Compañía de Jesús donde reside en estos últimos años) la visita del papa Francisco, que le impartió su bendición.

El padre Alberto atiende la llamada telefónica de La Opinión de Málaga para felicitarle sus 100 años exhibiendo un espíritu tremendamente jovial. "Muchas gracias. Soy el jesuita más viejo de Japón entero", comenta riendo. Afirma que tiene muchos recuerdos de su ciudad natal, a la que regresó de visita durante su vida en varias ocasiones pero a la que no ha vuelto desde hace unos 25 años, ya que entendió que su vida tenía que estar completamente volcada en su actividad misionera en Japón.

"Yo nací cerca de la iglesia de Santo Domingo, junto al río Guadalmedina. Estuve en Málaga hasta los 18 años. Al terminar el Bachillerato ingresé en la Compañía de Jesús porque quería ser misionero en Japón", relata. La vocación a la vida consagrada de 'Aruvaresu' (adaptación al japonés de su nombre) le llegó en la iglesia de los jesuitas de la calle Compañía, cuenta. 

"Yo era el menos católico de mis siete hermanos, el menos fervoroso. Nunca se me había ocurrido ser sacerdote, ni jesuita, ni misionero. Ya tenía novia, pero a los 18 años, me convertí estando en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús. El Señor me hizo vivir algo especial, místico, y recibí la vocación de jesuita y de misionero", explica. Su periplo lo llevó al Puerto de Santa María (Cádiz) a estudiar el noviciado y, luego, a Madrid, a cursar filosofía.

El jesutia malagueño Alberto Álvarez, que casi 75 años en Japón.

El jesuita malagueño Alberto Álvarez, que casi 75 años en Japón. / L. O.

Una labor ingente en Japón

Con 24 años se embarcó hacia Asia para, previo paso durante algún tiempo por Filipinas, llegar a Japón en 1950. Cursó Teología y fue destinado a la provincia de Hiroshima, en la que estuvo muchos años sirviendo en hospitales y zonas de montaña, y atendiendo además un gran número de escuelas infantiles. Su actividad misionera se ha movido por todo el sur y el centro de Japón.  El padre Alberto recuerda que cuando llegaba a algunas ciudades, apenas había algún católico, pero, con el tiempo el número crecía.

"Estar junto a los niños, a los preferidos del Señor, ha sido una bendición. Y como eran escuelas íntegramente católicas, después de varios años con nosotros, muchísimos de nuestros alumnos con sus padres, se iban haciendo católicos. Más de la mitad. Fue una gran bendición y un gran consuelo", apunta en declaraciones a la Diócesis de Málaga.

También relata, como anécdota, que le pidió permiso a su padre, militar de profesión, para cambiar su nacionalidad y hacerse japonés para lograr así que no lo expulsaran en caso de un nuevo conflicto bélico (acababan de perder la guerra con EEUU). Su padre, que también era muy creyente, lo apoyó fervientemente.  

Visita del papa Francisco

Para este "japonés nacido en Málaga" -como él mismo ya se define- los 75 años de servicio a la Iglesia en la misión han merecido la pena. En estos últimos años, reside en la Casa Loyola y dedica las fuerzas que le quedan a rezar desde su habitación. En esa misma estancia recibió en 2019 la visita del papa Francisco, de visita en Japón, que le impartió su bendición y que le hizo una confidencia: "Él de joven también quería ser misionero jesuita en Japón, pero no pudo ser. Al final, pudo venir como papa", comenta el padre Alberto a este periódico.

El papa Francisco visitando en 2019 al jesuita malagueño Alberto Álvarez.

El papa Francisco visitando en 2019 al jesuita malagueño Alberto Álvarez. / L. O.

Por otro lado, recientemente, recibió con motivo de su cumpleaños un mensaje del primer ministro japonés, Fumio Kishida: "Me siento verdaderamente honrado de que haya logrado una larga vida de 100 años".

La felicitación del primer ministro japonés, Fumio Kishida, al padre Alberto Álvarez por sus 100 años.

La felicitación del primer ministro japonés, Fumio Kishida, al padre Alberto Álvarez por sus 100 años. / L. O.

De cara al futuro, este infatigable jesuita manifiesta un deseo cargado de esperanza en la otra vida. "Mucha gente de mi familia está ya en el cielo. Yo lo que le pido al Señor es que me lleve pronto con Él para poder reunirme con ellos", afirma cargado de esperanza tras una vida que, señala, le ha hecho tremendamente feliz.

"Si naciese de nuevo me haría otra vez jesuita y me iría otra vez a Japón de misionero", asegura radiante antes de despedirse de este periodista con unas palabras de lo más optimistas: "Cuando cumplas 100 años, acuérdate de mí".