Cuando uno empata en casa frente a un rival supuestamente superior, «enemigo» directo por Europa y además, lo hace por culpa de una errónea decisión arbitral, la lectura debe ser positiva. Un puntito más para el zurrón que sirve para acercar el objetivo de la permanencia -Gracia dixit- y un puntito que permite no alejarse de los puestos europeos, aspiraciones a las que, a excepción del entrenador blanquiazul, se agarra el resto del malaguismo.

Pero no es menos cierto que el empate deja un regusto amargo debido a que también está la otra lectura, la de que se pierden dos puntos. O más bien que el árbitro te impide sumarlos tras anular un gol legal de Darder a instancias del asistente, cuando ya lo había concedido. Se trataba del gol del empate, tras haberse adelantado el conjunto amarillo por mediación de Jonathan. Amrabat, dos minutos después del «robo», marcó el que hubiese sido el tanto del triunfo y se quedó «solo» en el de la igualada final.

Y es que ya son cinco puntos los que le «birlan» los árbitros al Málaga en los dos últimos partidos. Y en el fútbol español, como el que no llora no mama, bien haría el conjunto blanquiazul en patalear un pelín para ver si la tendencia, cuanto menos, se torna a equitativa.

Porque a este Málaga pocos reproches se le pueden hacer con una defensa en cuadro, sin Camacho en la medular y sin la figura de un delantero que desatasque los partidos cuando se ponen en contra. Con todo esto, el Málaga de Gracia ya ha igualado, a falta de un partido, la mejor primera vuelta histórica del club. Casi nada.

La verdad es que el Málaga brindó un buen arranque en la contienda, con una interesante predisposición táctica de Javi Gracia, que dejó en el banco a Juanmi para dar entrada al veterano Duda. El portugués, con ganas de gustar, se ofreció y repartió juego a los «Samueles» y Amrabat, que pronto pusieron en apuros al meta Asenjo. Primero Castillejo, que en la frontal del área pequeña no llegó a remachar un buen pase de Duda y después Amrabat, que en boca de gol no supo finalizar un pase de la muerte del propio Castillejo.

El efervescente inicio blanquiazul pronto quedó en eso, en poco más que burbujas. El Villarreal, con la pausa y calidad que le imprimen Bruno y Trigueros, equilibró la balanza y aunque no inquietaba al meta Kameni, consiguió neutralizar el ímpetu de los de Javi Gracia.

Aún así, seguía siendo el Málaga el que llevó la voz cantante y con disparos lejanos, Antunes y Amrabat probaron la fiabilidad del exmalaguista Asenjo, sin fisuras en la portería del Submarino. Incluso Duda, que ya sabe lo que es marcar desde el córner, buscó el gol olímpico sin éxito.

La primera parte moría y todo hacía presagiar que el 0-0 iba a ser el resultado al descanso. Aparentemente todo quedaba para la segunda parte, pero una falta en la línea de tres cuartos a favor del Villarreal, que el Málaga no supo despejar en condiciones, dejó solo a Jonathan dos Santos en el segundo palo. El mexicano la bajó y a renglón seguido la empaló para batir a Kameni por debajo de las piernas.

Mazazo para los intereses malaguistas, que una vez más tenía que nadar a contracorriente y además, en esta ocasión, ante un rival de armas tomar.

La segunda mitad comenzó con el Málaga un tanto grogui después del gol de Dos Santos. El Villarreal controlaba el partido a su antojo pero en un «click» todo cambió. Darder enganchó un rechazo de Rosales que igualaba la contienda. El árbitro dio gol y su asistente, en un principio, acató la decisión de su superior. Pero cuando el linier enfilaba el centro del campo se arrepintió y llamó a Latre para avisarle de un supuesto fuera de juego del mallorquín. La Rosaleda y el equipo malaguista, en pleno éxtasis en la celebración, recibieron atónitos la decisión arbitral, equivocada de todas todas.

Entonces se instauró la locura. El Málaga salió enrabietado tras la incomprensible decisión del aragonés y el Villarreal se contagió del frenesí. Un despeje de Miguel Torres se convirtió en un pase medido a la espalda de los centrales amarillos y Amrabat lo aprovechó. Le ganó la carrera a Gabriel y Víctor Ruiz y superó a Asenjo por alto, que se quedó a media salida. Locura total en La Rosaleda que veía como la remontada era posible.

Ni dos minutos transcurrieron desde la enajenación mental del árbitro al empate del internacional marroquí. Un gol que inyectó al Málaga de moral, pero más mental que de piernas, porque pronto el equipo de Gracia sufrió un bajón físico preocupante. Y digo preocupante porque el mes de enero que se le presenta es de traca.

Sin tiempo que perder, el martes partido de Copa ante el Levante y el domingo, derbi en el Pizjuán contra el Sevilla, que pese a estar también inmerso en el torneo del KO, está mejor acostumbrado que los blanquiazules a jugar dos partidos por semanas.