Solidaridad

«Hacer un voluntariado es una experiencia única»

La dentista marbellí Lourdes Rudolphi atiende a pacientes en África

La joven dentista marbellí Lourdes Rudolphi pasa consulta durante su voluntariado en Senegal.

La joven dentista marbellí Lourdes Rudolphi pasa consulta durante su voluntariado en Senegal. / L. O.

Tras varios intentos frustrados, uno de ellos a Perú durante su grado de Odontología, en otoño le llegó una oportunidad que llevaba años esperando. A través del Colegio de Dentistas de Málaga, la joven marbellí Lourdes Rudolphi se sumó a una campaña de la oenegé Dentistas Sobre Ruedas para atender, como voluntaria, a pacientes en Missirah, una aldea senegalesa dedicada a la pesca con una población estimada de unos 10.000 habitantes y cuyas autoridades cedieron al colectivo en 2016 una parcela en la que habilitar un centro con servicios sanitarios básicos, entre ellos, medicina general, quirófano u óptica.

Durante las dos primeras semanas de noviembre, la joven dentista cambió las ventajas de su consulta en el centro urbano de Marbella para convertirse en el centro médico en una ‘tubab’ en la lengua local (‘blanquita’ en alusión al color de su piel) y atender a la población de una zona ubicada a cinco horas en coche por carreteras sin asfaltar desde la capital del país, Senegal, y en la que el médico más próximo se encuentra a unos 40 kilómetros de distancia.

«Cuando te vas de voluntariado, trabajas en sillas de plástico sacando dientes. En Missirah, teníamos cinco sillones dentales y un camión con un sillón dental para visitar otras aldeas, lo cual es ya es un privilegio», señala.

En jornadas maratonianas, Rudolphi y otra compañera dentista realizaban diferentes trabajos, especialmente extracciones y empastes de dientes, en consultas que se prolongaban hasta hora y media.

«El objetivo era cambiar bocas, pensar en el largo plazo. Si veíamos que un diente, a largo plazo, podría suponer algún problema, lo quitábamos. Hay que tener en cuenta que son pacientes que, posiblemente, sólo lo verá una vez el dentista», explica Rudolphi, que en las dos semanas de voluntariado realizó 276 tratamientos en una aldea en la que tener un cepillo de dientes «es un privilegio» o en la que un paciente puede caminar hasta cinco horas para llegar al centro médico de Dentistas Sobre Ruedas.

«Toda persona tendría que hacer, al menos, un voluntariado porque te ayuda a valorar las cosas de otra manera, te cambia el modo en que las ves. Hacer un voluntariado es muy fácil y es una experiencia única», destaca la joven dentista, que tiene previsto volver a la misma aldea africana el próximo noviembre u octubre, también de la mano de un colectivo sin ánimo de lucro fundado en 2005 para llevar a países en vías de desarrollo los servicios odontológicos, como Mauritania o Senegal.