Historia de Marbella

Un pueblecito de Marbella que nunca existió

Siempre hubo en Marbella un sector pesquero representativo e importante económicamente. Tanto la agricultura como la minería desaparecieron de la ciudad con la llegada del turismo, siendo la pesca la única faceta que permaneció y evolucionó

Un pueblecito que nunca existió

Un pueblecito que nunca existió / L. O.

Francisco Moyano

Francisco Moyano

En Marbella llevamos muchas décadas (al menos desde los años sesenta del siglo pasado) escuchando reiteradas declaraciones en medios de comunicación recordando el supuesto pasado del lugar como pueblecito de pescadores.

Nunca fue así y los argumentos que lo demuestran se han mostrado con insistencia; todo inútil porque esa inexactitud histórica sigue gozando de buena salud. Si realmente Marbella hubiese sido en algún momento aldea o pueblecito pesquero nada habría que objetar, pero conviene ser riguroso con la Historia.

De lo que no hay duda es de que siempre hubo en la ciudad un sector pesquero representativo e importante económicamente. Tanto la agricultura como la minería desaparecieron de la ciudad con la llegada del turismo, siendo la pesca la única faceta que permaneció y evolucionó con los avances de los tiempos. La reivindicación más prolongada en el tiempo fue la de contar con un puerto pesquero. Solamente la demanda cronificada de la llegada del ferrocarril se le puede comparar.

Desde finales del siglo XVIII se venía pidiendo el puerto. Comenzó a construirse a principios del XIX y el presupuesto se agotó antes de terminar la tercera década del siglo, cuando solamente se había construido un espigón, conocido como «muelle de piedra».

En 1880 la compañía inglesa que explotaba la mina de «El Peñoncillo» («The Marbella Iron Ore») construyó un pantalán para embarcadero, conocido como el «muelle de hierro» y que fue desmantelado por la propia empresa en 1934. A pesar de que su función no era la de refugio para la flota pesquera, en más de una ocasión, contribuyó a salvar la vida de pescadores con ocasión de fuertes temporales. Pero a mitad de la década de los cincuenta del siglo XX, gracias a la gestión de personas como el general Saturnino González Badia y el párroco Monseñor Rodrigo Bocanegra, marbella contó con su ansiado puerto pesquero.

Muy pronto cundió el desánimo y la decepción porque el puerto no cumplía con su función de abrigo, el calado era insuficiente y la dársena quedaba aterrada, reduciéndolo a la mitad; los barcos se veían imposibilitados para entrar o salir del puerto.

El Ministerio de Obras Públicas fue consciente de las deficiencias con que se había construido el puerto y encargó al ingeniero Juan Antonio Guerrero Fernández, director del grupo de puertos de Cádiz y Málaga, un proyecto para la terminación de las obras de abrigo del Puerto de Marbella.

Se encontraba redactado a comienzos de 1963 y contemplaba además el establecimiento de puntos de atraque para pequeñas embarcaciones deportivas. Se libraba un presupuesto para su ejecución de treinta y cinco millones de pesetas y un millón y medio más para el dragado de la dársena. Parecía que la solución definitiva había llegado, pero a finales de los años sesenta la prensa denunciaba que las obras aún no habían comenzado.

A pesar de ello la situación había mejorado sensiblemente para los pescadores porque a final del mes de julio de 1965, con asistencia del ministro José Solís, se había inaugurado el puerto deportivo del Club Náutico (desde 2012 Puerto Virgen del Carmen).

Aunque se trataba de una iniciativa privada que se gestó en 1955, desde el comienzo realizaron el ofrecimiento de servir de abrigo a los pescadores y así ocurrió durante años. Aquellos promotores eran Alfonso Oltra Borbón, Enrique Robles del Río, Enrique Belón, Antonio Sánchez Cuevas (Capitán Sánchez), Luis Rodríguez de la Flor y Agustín Aznar.

Este puerto deportivo supuso un auténtico acontecimiento para la ciudad, habiendo integrado en su estructura al antiguo «muelle de piedra», tras una negociación con el Ayuntamiento, que era la entidad propietaria. Pero cinco años después, el promotor constructor José Banús Masdeu, haciendo realidad su plan, inauguró el Puerto que lleva su nombre y que vino a eclipsar al del Club Náutico.

Las obras de mejora y terminación de abrigo de la Bajadilla, finalizaron en los primeros años setenta y la flota pesquera, manteniéndose estable en su número de embarcaciones, continuó siendo, hasta la actualidad, un sector económico que proporciona el sustento a unos cientos de familias y es fuente de puestos de trabajo. La muestra fehaciente de que Marbella es una ciudad donde, desde hace siglos, los pescadores tienen una importante presencia.