La preocupación ahoga a las más de 3.000 familias malagueñas de citricultores, casi todas ellas ubicadas en el valle del Guadalhorce. Su medio de subsistencia pende de un hilo tras conocerse esta semana la decisión de la comisión de Comercio Internacional del Parlamento Europeo de votar a favor de la ratificación del Acuerdo de Asociación UE-Marruecos, ya que hasta el 15 de febrero, no se conocerán los términos definitivos en que se firmará dicho acuerdo agrícola, cuando el Pleno de la Eurocámara ratifique definitivamente su puesta en marcha.

El técnico de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores en Málaga (Asaja) y coordinador nacional de frutas y hortalizas, Benjamín Faulí, constató la amenaza que supondría este futuro convenio para los cítricos malagueños, que por la cercanía y similitud con el clima de Marruecos coinciden en el tiempo de cosecha, pero con unas condiciones muy diferentes.

Costes menores de producción

«Si en Málaga se paga el jornal entre 50 y 60 euros, en Marruecos la mano de obra puede costar 6 euros, de sol a sol y sin las garantías sociales que tenemos aquí», detalló, al tiempo que señaló que «los precios de entrada de las clementinas de Marruecos a la Unión Europea se establecen en 48 céntimos el kilo ya puesto en el mercado. En cambio, a nuestros citricultores, producir un kilo de clementinas les cuesta 25 céntimos como mínimo, sin contar la recolección, manipulación o el transporte». Los costos de producción son un 50 por ciento menores en Marruecos.

Todo ello se agrava con más condiciones favorables hacia Marruecos, en un acuerdo con la Unión Europea que «contempla eliminar el contingente de naranjas, y en el caso de las clementinas, se eleva a 175.000 toneladas cuando hasta ahora sólo se permitía la entrada de 130.000 toneladas», explicó Faulí.

Moneda de cambio

Por su parte, el secretario provincial de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos en Málaga (Coag), Juan Antonio García, fue más allá de criticar el rechazo al informe de Bove, que era contrario a este acuerdo.

García relacionó directamente los intereses económicos y de mercado de algunos países miembros en Marruecos, y argumentó que «los productos hortofrutícolas españoles, y en el caso concreto los de Málaga, son una moneda de cambio con la que Alemania y Francia van a poder colocar sus coches y productos industriales en el mercado de Marruecos. Se van a aprovechar de nuestra agricultura para ello».

«El valle del Guadalhorce, al igual que toda Málaga, se verá perjudicado por aranceles más bajos y contingentes más grandes de productos de Marruecos», añadió, consciente de que con este acuerdo «se favorecen a los agricultores marroquíes, pero también a empresas centroeuropeas que tienen allí su sede, porque la mano de obra es más barata, hay productos fitosanitarios que allí si están permitidos, y tienen más facilidades».

Asimismo, García reconoció que «después de lo que ha ocurrido con el tema de la pesca, a nosotros nos parecía que el acuerdo agrícola se iba rechazar también en la Unión Europea, pero finalmente nos han dado a todos una mala sorpresa».

Por otro lado, el secretario de la Asociación Provincial de Regantes de Málaga (Aprema), Juan Antonio Aguilar, manifestó que el acuerdo con Marruecos «no nos hace ninguna gracia» y añadió que «si ya nos era difícil competir, ahora se nos empeoran las cosas, parece que la Unión Europea pretende hundir del todo la agricultura que nos quedaba».

Aguilar aseguró que él mismo como agricultor ha tirado durante los dos últimos años al suelo sus cítricos «porque no podíamos competir con los precios que entran a la Unión Europea que hasta ahora tenían los productos procedentes de países como Argentina o Turquía».