Las cuentas de la educación española son valientes. Son un claro ejercicio de coherencia con el compromiso de los gobiernos socialistas con la educación. De otra manera no podría entenderse que el gasto dedicado a este concepto haya crecido de manera significativa pasando en seis años del 4,3% del PIB al 5,05%, incluidos capítulos financieros. O cómo el gasto por alumno/a lo hizo desde los 4.161 euros de 2002 a los 6.073 de 2009, lo que supone un avance del 46% en tan solo 7 años, y nos coloca como uno de los países que más invierte en educación en relación a su PIB, por encima de estados como Noruega, Alemania, Finlandia o los Países Bajos. No es un mal dato.

Esta apuesta por la educación tiene mayor importancia en la actual coyuntura de crisis económica. Los presupuestos generales del Estado para 2011 son la respuesta de unos gobernantes a los que les preocupa la educación. Tanto el ejercicio presupuestario de 2010 como el que ahora tramitamos, tienen el mismo registro: el de la salvaguarda de la educación como prioridad de acción política. Y este año, en particular, con vocación de herramienta para la reactivación de la economía en el tránsito al nuevo sistema productivo que propone el proyecto de Ley de Economía Sostenible.

Era difícil, pero lo hemos conseguido. Las limitaciones que han impuesto las medidas generales de ajuste no afectarán a las políticas que atienden a los objetivos priorizados por el Gobierno en materia educativa. Pero es que aún hay algo más significativo. Esta propuesta de gasto para 2011 ya no contempla los créditos destinados al cumplimiento de la memoria económica de la LOE, que ha supuesto hasta ahora una fuerte inyección de recursos al sistema. Sin este compromiso plurianual de la LOE que contrajimos para la mejora cooperativa de nuestro sistema y con la suma de la aplicación del plan de ajuste contra el déficit podríamos habernos situado en un escenario inquietante. Pero no ha sido así. Y tenemos, en educación, unos presupuestos francamente buenos donde vuelven a crecer las partidas de la Sección Estado, y donde el Plan de Acción 2010-2011 significa una inyección extra de 590 millones de euros. Este plan consensuado en el seno de la conferencia sectorial permitirá orientar los recursos a seguir mejorando nuestro sistema en torno a cinco ejes: la lucha contra el abandono escolar, la mejora del rendimiento, el impulso al aprendizaje de idiomas, la modernización del sistema y la formación profesional, uno de los grandes retos de nuestra educación. El Estado se compromete a poner sobre la mesa 87 millones de euros y otros tantos las CCAA con el fin de incrementar las plazas de FP y de ampliar y flexibilizar la oferta de títulos. El crecimiento es exponencial si miramos la referencia de los 36 millones del pasado ejercicio.

Hay dos elementos del presupuesto que merecen este año una especial atención. Las becas y ayudas al estudio y la formación permanente del profesorado. El presupuesto para 2011 contempla la mayor dotación de la historia para becas y ayudas al estudio: 1.430 millones, un 2,58% superior al año en curso. El incremento del presupuesto destinado a becas, 36 millones de euros más, sigue la dinámica expansiva de este capítulo desde 2005, y que ha significado el aumento de un 86% de los recursos destinados a becas desde aquel año. Es fruto de una convicción política y del compromiso firme con la igualdad de oportunidades en la educación.

El segundo elemento a destacar es el espectacular crecimiento de los recursos destinados a la formación permanente del profesorado, como consecuencia de haberse integrado en los ejes prioritarios del Plan de Acción 2010-2011. Se le asigna una partida superior a los 44 millones de euros, cuando en el pasado ejercicio recibió algo más de 7,5 millones. Se corresponde con un esfuerzo extraordinario, en el que participarán todas las CCAA para trabajar por la dignificación de la función docente y la mejora de la calidad. Irá destinado al incremento de la capacitación lingüística del profesorado y la realización de cursos de verano, congresos y jornadas, cursos internacionales para directores y profesores, cursos de postgrado y formación permanente en el marco europeo. En resumen, estos presupuestos merecen una valoración especial por razón del momento que vivimos. Son el camino acertado para seguir haciendo frente a nuestras carencias y déficit históricos que arrastramos. Porque queremos que la educación sea un patrimonio común del que puedan sentirse orgullosas las generaciones venideras.