Para que una sociedad progrese es fundamental que sus integrantes estén formados, y para que estén formados es preciso disponer de un sistema educativo eficiente que eduque integralmente a las futuras generaciones en el plano académico, y en principios y valores.

Nuestro sistema educativo es políticamente correcto al coexistir la educación pública, la concertada y la privada, pero el problema es que permite que se den situaciones perversas. Nos podemos encontrar con familias con alta capacidad económica que disfrutan de educación gratuita y otras, con pocos recursos, que pagan por duplicado la educación de sus hijos, por elegir un centro privado ajustado al modelo educativo deseado por ellos.

Las administraciones públicas deben procurar la igualdad de derechos y oportunidades de los españoles y con este sistema no sólo no se consigue este fin sino que, además de propiciar situaciones injustas, es excesivamente intervencionista y fomenta la posibilidad de adoctrinamiento de nuestros hijos (por ejemplo a través de Educación Para la Ciudadanía), inmiscuyéndose en un ámbito que entiendo debe estar reservado esencialmente a los padres.

Soy partidario de un sistema educativo en el que los padres podamos elegir libremente la educación de nuestros hijos. Una fórmula podría ser, por ejemplo, que se nos entregue un cheque escolar por hijo a canjear en el centro educativo que se adapte al ideario que queremos para nuestros hijos. Con este sistema se ampliaría la oferta educativa, la competitividad y se adaptaría mejor a la voluntad de los padres.

Debemos preocuparnos por socializar la calidad, y ello se potencia desde la competencia, y premiando a los que se esfuerzan y buscan la excelencia.