Sorprenden. Siguen empleándose a fondo en la representación mediática de su política. Pero la sombra de la verdad se impone con su lluvia de decimales sangrantes sobre sus sonrisas más o menos ensayadas. Por ejemplo, ahora según el INEM, sólo en la provincia de Málaga 189.247 parados claman al cielo que no les oye por un trabajo. Y muchos de quienes aún trabajan ven cómo se les baja el sueldo, se les cambia el contrato al modo basura o se les invita a hacerse autónomos pero para trabajar como contratados laborales (de los 50.800 contratos que se hicieron el mes pasado, sólo 2.714 fueron indefinidos).

Tercera parte

Ocho mil ciento noventa y dos personas nuevas, escrito con letras duele más que el número, se inscribieron en la cola del desempleo el mes pasado. Incluso el ministro de Trabajo se ha atrevido a decir que estamos como al principio de la crisis. Y eso dicho en la boca de un ministro tiene mérito, pero estamos peor, ya que el paro sigue subiendo aún en los meses donde se espera que más baje y la espera acumulada de quienes no encuentran trabajo desde entonces empieza a ser insoportable.

Si casi la tercera parte de Málaga está en paro, argumentar que la economía sumergida amortigua ese drama ya tampoco vale. Los datos de la encuesta del CIS sobre intención de voto responden a este desangramiento social. El PSOE se hunde y el PP ganaría las elecciones con una amplia mayoría, sí, pero no necesariamente para quedarse, sino con la advertencia implícita de que se han terminado las inercias de voto en este país.

Es el empleo

Si nos gobiernan los mercados, parece decir un porcentaje importante de votantes, al menos nos queda evitar que los políticos que no lo merezcan parezcan contratados fijos en la administración pública. Se acabaron las confianzas ciegas y la lealtad a unas siglas incluso por encima de lo que hagan quienes las lideran en cada momento, hasta el punto de mantener un mismo partido en el gobierno durante más de treinta años si éste no demuestra que él mismo sabe renovarse y no morir de éxito.

Quizá por eso el PP, sin demasiados méritos propios, pueda alcanzar la mayoría absoluta con la que sueña Javier Arenas en su tierra desde que era chico. Aunque eso sólo se sabrá en marzo. Pero que sean conscientes todos los políticos, desde el primero de la Junta hasta el último del recién llegado partido Equo, de que todo lo que afecta directa e indirectamente al empleo es lo único que de verdad importa ya a esa cantidad decisoria de votantes que da y quita poder en las urnas.

González de Lara

Adiós Málaga la bella, voy a recorrer el mundo, le ha dicho el empleo a nuestra provincia. Los jóvenes más preparados se van marchando y eso no. González de Lara, el presidente de los empresarios malagueños, un hombre de pincel fino, no sólo por cómo pinta sus cuadros sino por su mesura dialéctica, incidía ayer en el foro nueva economía en que la asfixia financiera que padecen los pequeños empresarios y los autónomos al cerrarse el grifo del crédito bancario ya es desesperante. Coincidía con Rubalcaba en que un empresario cuando se plantea contratar no piensa en cuánto le va a costar despedir a ese empleado, sino en cuánto le va a costar contratarlo. Y coincidía con Rajoy en que hay que rebajar impuestos y reducir los trámites burocráticos a las empresas. Sobre la economía sumergida dijo que es uno de los retos para el nuevo Gobierno. Reconoció que está muy tolerada por la sociedad, pero hace mucho daño al tejido productivo. «Las administraciones siempre inspeccionan a los que están regularizados, no a los que están en la economía sumergida. Y esto se sabe», denunció.

Víctimas en negro

Pero la Málaga sumergida duele sobre todo a quienes la trabajan. A quienes no cotizan les hiere no hacerlo, no sólo a la caja de la Seguridad Social. Cada hora de trabajo en negro es una hora menos de prestación por desempleo futuro para quien no se forra con ella; es una hora menos de jubilación, una promesa de malestar para cuando ya duela demasiado la espalda.

Porque, es verdad, el empresario no despide por placer, como defendía ayer González de Lara, ya que hacerlo debilita su empresa. Pero cuántos empresarios de verdad ha fomentado esta codicia desbocada que nos ha llevado hasta esta crisis de la economía productiva, junto a la torpeza y la amoralidad de especuladores y traders, la ignorancia de la ciudadanía y la falta de gobernanza económica.

Noche electoral

El reunido G-20 se ha negado a atender la propuesta francesa para controlar los paraísos fiscales, como viene siendo habitual, y no parece que importe esa negativa escandalosa una vez más. Mientras este mundo está cambiando y nos está pasando todo parece que no pasa nada. Una tercera parte de Málaga está en el paro.

«Málaga entra en campaña electoral sumergida en un paro atroz», titulaba ayer el periódico. La candidata Trinidad Jiménez mantenía el brillo de su atractiva sonrisa, ya casi de exministra, en el mismo hotel donde la presentó Felipe González hace una semana como si tuviera prisa. Celia Villalobos rejuvenecía con raza entre sus niños populares ya adultos y ahora con poder, pero su discurso mitinero era de otra era. Alberto Garzón exhibía tímido su capacitada rebeldía en la lista electoral de IU esperando que su 15-M no se asfixie en ella...

Pero hoy eso, en esta Málaga sumergida que aún bucea sin ahogarse, es como si no pasara… Porque hoy es Sábado.