En España no hay dos modelos de entrenador de fútbol, sino tres: el modelo Pep Guardiola, el modelo José Mourinho y el modelo Manolo Preciado. El primero encarna el seny catalán, el segundo el irredentismo portugués y el tercero la bravura arriscada y franca del cantábrico. El seny catalán se nutre de buenas formas comerciales para robar balón, que no te lo roben y hacer caja, el irredentismo portugués de un sueño universal del que se despierta con cabreo, y la bravura cantábrica de la fe en el valor guerrero, por encima de los medios. Manolo Preciado ha subido al Sporting a Primera y lo ha aguantado ahí cuatro temporadas. Relacionadas con el presupuesto de los clubes respectivos, y el valor en el mercado de sus jugadores, las ejecutorias de Guardiola y Mourinho no emulan ni de lejos la gesta de Preciado, al que han echado porque sus arengas ya no galvanizaban a las menguadas tropas.