e preguntaba una pareja de turistas milaneses (venían a ver a nuestro EuroMálaga futbolero) mapa en mano y con la caña de cerveza apurada en una de las terrazas del Muelle 1, por el «museum city», ese lugar donde se les explicase como dios manda de donde veníamos, adonde vamos y de qué pasta estamos hechos los malagueños (por eso de la historia y esas cosas llamados antepasados que configuran nuestras raíces culturales). Conocer qué lugar ocupamos en España y en el mundo guiaban a sus mentes y sus pies era su más próximo objetivo para no irse de vacío de nuestra city, ¡ay madre, pensé...! Sobre este asunto no tenía otro remedio que decirles que «santas pascuas», que no podía ser, que desgraciadamente de eso no teníamos en Málaga. Que lo sentía mucho. Que para saber sobre nuestras raíces históricas y nuestro devenir durante siglos, actualmente lo mejor que podían hacer es consultar internet o alquilar una tablet que les ofrecían el turismo de la «city» en la plaza de la Marina, a lo que me contestaron que sí, que eso ya lo habían hecho (lo de consultar la tablet, de hecho la llevaban encima a modo de «ipad sobaquero») y que sabían que éramos un pueblo muy antiguo y afortunado por la cantidad de culturas que habían dejado huella en nuestras tierra y que querían verlo, palparlo con sus propios ojos. Que bueno, que si no había museo de la ciudad y de su historia, que si era posible ir a ver algo de arqueología, ánforas árabes y medievales o restos históricos. Que si al menos sabía dónde estaba ese museo ya que no le aparecía en su mapa el consabido Archeologico.

Le dije que no aparecía en el mapa porque tampoco existía, que estaba en construcción y que posiblemente en el 2015 si volviesen iban a poder ver un museo moderno que les explicaría de una manera actual y didáctica ese apasionante devenir histórico de nuestra tierra, pero que tenían que esperar un tiempo. Era curioso, aquellas dos preguntas, en el lugar en el que eran formuladas resultaban casi paradójicas y metafóricas a tenor de la conversación que había mantenido minutos antes con el empresario del Muelle Uno que les estaba ofreciendo, precisamente, a estos dos turistas lo que mejor sabemos hacer en nuestra tierra, buena gastronomía y trato hostelero en plena bahía. «Necesitamos un punto de referencia para el muelle, eso que llaman locomotora o lo que sea, para atraer» me decía. No dejaba de ser curioso que la oferta y la demanda estuviese tan cerca pensaba, una enfrente de la otra y máxime cuando casi bajo los pies de todos los que allí estábamos se habían excavado unos años atrás una serie de pecios que nos hablaban de la historia marina del sur de España, de esos barcos que navegaban y transportaban personas, culturas, religión y economía en sus cubiertas por todo el Mediterráneo y que tan solo habría que haberlos subido a superficie para disponerlos en el cubo de cristal o el «continente urbanístico» que se hubiese dispuesto (normalmente en esto de la cultura son los contenidos los que marcan siempre las pautas de calidad para atraer a las personas) y así hacer de interesante atractivo para las miles de personas aquel lugar.

Y claro, entre los milaneses que por un lado querían ver historia de nuestra Málaga, y el empresario que necesitaba un gancho turístico, rápidamente se agolparon en mi mente muchas cuestiones y no menos decepciones (y también soluciones), ayudado por aquel lugar privilegiado que es el balcón al mar de Málaga. Me abordó Génova y lo que significo el Museo Marítimo Galata para aquella ciudad, dispuesto en una esquina portuaria contó la historia marítima de la Liguria y de buena parte de Italia (una orilla mediterránea al fin y al cabo también milenaria y muy parecida a nuestra Málaga) y que su realización fue el principal motivo para que le dieran el galardón de ciudad Europea de la Cultura en el 2004, la posibilidad de tener un edificio arquitectónico de referencia que también pudiese ser foco de atracción por su calidad artística (el inevitable Guggenheim se me vino a la cabeza). Fue otro de los flashback, y así de paso en ese escaparate que es la estación marítima de cruceristas intentar con este gancho luchar por esa cosa que les llaman «cabeza de cruceros» sería al menos, para eso de «reactivar la economía y demás», cuanto poco interesante y digno de luchar.

Tras los cruceros, vinieron los barcos , volví a la historia y con ella pensé en los malagueños, porque me pregunto yo, los chavales, los jóvenes y estudiantes -porque llevamos ya decenas de años, casi ya una generación sin museos de historia y arqueología- ¿como van a conocer de cerca su cultura más cercana (no solo esa de los visigodos y ostrogodos, celtas y demás que son de otras latitudes), si no han visto escenificado y bien explicado tan importante cuestión, la de sus antepasados? Y de ahí a que me explique por qué muchos no tengan más remedio que desconocer su fundación fenicia, o que su puerto sostenía al reino Nazarí de Granada, que sus aguas albergaron la batalla naval más grande que jamás hayan visto las aguas españolas (el doble de barcos que en Trafalgar), que es la llamada «Batalla naval de Vélez Málaga», o que ese puerto era base de galeras, de las que iban a Lepanto y recorrían todo el mediterráneo. Cómo les podíamos explicar la cuestión de los Loring, los Larios o los Giró. De espaldas a la historia y de espaldas al mar. Y eso que Málaga es marinera como decía Alberti (nuestra revista Litoral, otro importante eco marino) y que también es milenaria.

Es indudable, que el no conoce su historia está condenado a repetirla. Y es curioso que en estos tiempos en donde la calidad y competitividad marcan el futuro de casi cualquier cosa, no utilicemos suficientemente el sentido común para ofrecer lo nuestro, que es genuino y que no se encuentra en muchos lugares del mundo, por lo que nos hace únicos y que además es sobresaliente y de calidad. Quizás esto sea motivo de otra tribuna. La cosa de la mar (a la que Málaga siempre todo lo que le vino fue bueno y ahora que está tan reciente la inauguración del campus de excelencia de la Mar en Cádiz, nuestra provincia hermana), sobre la que afortunadamente ya hay más malagueños que nos deleitan con sus historias (el cronista Cilvetti aporta solera con sus «marítimas» en el Diario de Cádiz, y que también habrá que brindar por la permanencia de los astilleros Nereo). Pero ésta versaba sobre turismo, educación, cultura, historia, economía y competitividad. Todo muy relacionado. Tanto como el del empresario del Muelle 1 y los turistas de la Champions. Todo interconectado como dice la globalización. Presente, pasado y futuro. Nunca mejor dicho.

[Javier Noriega es presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE) de Málaga]