La cuenta atrás ha comenzado. Quedan menos de quince días para que la ciudad, con sus luces y escaparates brillantes, estrene un nuevo periodo navideño. Una cuenta atrás inevitable, gusten o no estas fechas, a la que le pisa los talones el tic tac de otro reloj que sí podría pararse antes de que sea demasiado tarde. Tal vez hoy. Quizá mañana, o no. Quince días para Navidad y apenas ocho para que la plantilla de Limasa materialice su protesta y la basura conviva con villancicos y mantecados si nadie lo remedia. La situación no es nueva. Sólo hay que cambiar las luces navideñas por el incienso y las marchas procesionales para trasladarnos al anterior conflicto. Entonces, el reloj casi agotó su tiempo y la huelga se desconvocó in extremis a menos de doce horas de la fecha prevista, el Viernes de Dolores. Ahora es obvio que aquello fue sólo una tirita, un parche ridículo para un problema pendiente desde hace demasiado tiempo. Un día de la marmota con el presidente del comité de empresa de Limasa, Manuel Belmonte, y el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, como protagonistas.

Hoy celebrarán la enésima reunión, aunque tal vez «celebrar» no sea el término más adecuado en el actual contexto cuasi bélico en el que se encuentran las negociaciones. Y también sería cuestionable hablar de negociación cuando las partes hace tiempo que dejaron de hacerlo para plantarse en sus respectivas posiciones. Será que es mucho más entretenido lanzarse acusaciones. Que si tú me chantajeas, pues mira tú que enviarme «un niño a una reunión de hombres». Y así mientras comerciantes, hosteleros y turísticos tiemblan pensando en la imagen de la ciudad en unos días claves para la economía local. Por su parte, hay ciudadanos que comentan con sorna en las redes sociales que la huelga parece haber empezado ya en su calle. Ironía y humor ante un posible paro que no será de risa si las partes no logran ponerse de acuerdo y evitarla. Incluso la Junta de Andalucía ha entrado en el juego como agente externo para pedir que haya entendimiento sin que ganen sólo unos para que otros pierdan. De momento, ya hay quien ha empezado a ensayar el «Navidad, sucia Navidad».