Hace unos días, desde Málaga Acoge hablábamos con el propietario de un piso en alquiler. Acordamos el precio, las condiciones y todo lo necesario. Pero cuando los futuros inquilinos iban a firmar el contrato, no pudieron hacerlo: al dar sus nombres, el arrendatario entendió que los chicos procedían de Marruecos y se negó a alquilarles el piso. Decía que todos los marroquíes son unos mentirosos y rompió el acuerdo. Días antes, otro propietario de una vivienda en alquiler no puso reticencias a alquilar a una familia de Senegal, pero cuando vio que tenían un niño pequeño, se negó. «Es que los niños inmigrantes son muy trastos. Lo rompen todo, no tienen educación y sus padres lo abandonan», argumentaba. En plena crisis económica, en la que la situación de las personas inmigrantes es, en muchas ocasiones, desesperada a la hora de encontrar un techo bajo el que vivir, a veces el mayor obstáculo no es el dinero, sino los prejuicios.

Los estereotipos sobre las personas inmigrantes y las actitudes racistas nos las encontramos casi a diario en el Programa de vivienda que desarrolla Málaga Acoge. Su objetivo fundamental es el de facilitar el alquiler de viviendas, en condiciones dignas, a las personas inmigrantes y sus familias que se encuentran en situación de exclusión social. Y es algo que, en ocasiones, se vuelve especialmente complicado. Primero por la situación económica: las condiciones a la hora de alquilar una vivienda son hoy una quimera para muchísimas personas, inmigrantes o no. Nóminas, contratos de trabajo, avales y fianzas de varios meses hacen casi imposible a todo aquel que no esté trabajando o disponga de grandes ahorros acceder a una vivienda. Y muchos de los precios no se ajustan ni lo más mínimo a las características de los pisos, algunos de ellos en difíciles condiciones de habitabilidad.

Y, segundo, porque todo se complica, aún más, debido al obstáculo extra que suponen para las personas inmigrantes los prejuicios. Es muy difícil que los propietarios cambien su opinión respecto a las personas extranjeras, casi imposible. Nosotros lo intentamos, porque ese es otro pilar fundamental de nuestro trabajo diario: la sensibilización. Y ayudamos a unos y otros para hacer lo más fácil posible el acuerdo: por eso mediamos, acompañamos a los inquilinos en todo el proceso de alquiler o explicamos el trabajo que desarrollamos en la asociación a los propietarios. Desde el Departamento de Vivienda trabajamos, cada año, con alrededor de 300 personas, labor que hacemos en coordinación también con administraciones públicas en los casos que sea necesario. Si algo ha puesto de manifiesto la crisis social en la que estamos inmersos, es que la vivienda es (y debería ser) un derecho fundamental para todas las personas. De hecho, durante el pasado año hemos llamado la atención a nuestras administraciones más cercanas - el Ayuntamiento de Málaga y la Junta de Andalucía - para que, en el marco de sus competencias, impulsen una política de vivienda que no deje fuera a estas personas.

Al menos, siempre nos queda la satisfacción de ver cómo familias en situaciones dramáticas sí que encuentran la vivienda más adecuada, cómo hay muchos propietarios que no preguntan la nacionalidad. O incluso quien nos llama para ofrecer pisos a personas en riesgo de exclusión social como una forma más de colaborar en la consecución de un mundo más justo. Mientras no sean mayoría, habría que seguir trabajando.

*José Antonio Martín es vocal del Área Social en la Junta Directiva de Málaga Acoge