Málaga tiene un color especial. La provincia está ganando peso en todas las esferas andaluzas ante la perplejidad de quienes no ven más allá de su ombligo, pero observan en ello una amenaza al estatus establecido desde el principio y porque sí. De alguna manera, se está reconociendo el impulso de una sociedad, se está apostando por una nueva filosofía que emana de la ciudad cosmopolita y abierta frente al centralismo imperante por la ley de una capitalidad encerrada en sí misma y que terminaba siempre por barrer para casa.

Málaga, respondiendo así a los deseos de la presidenta de la Junta, gana en el Gobierno de la Junta de Andalucía con la presencia de tres consejeros malagueños que asumen tres de las carteras más significativas y con mayor poder de decisión y trascendencia política. Susana Díaz desde el principio se mostró partidaria de extender hacia el sureste el poder en las tomas de decisiones. José Sánchez Maldonado maneja los dineros, diseña los presupuestos y establece los criterios económicos de la comunidad con más población de España. Luciano Alonso es el cabeza visible de la oposición a las políticas educativas del ministro Wert, presentando batalla a la LOMCE y con la responsabilidad de coordinar la que es, sin duda, la empresa más grande de Andalucía. Y Rafael Rodríguez, de la cuota de IU en el Gobierno de coalición, dirige el departamento clave, el motor de la región: el turismo que ha sido locomotora aún en los peores tiempos de la crisis, y donde la Costa del Sol es referencia.

En el lado contrario, en el PP-A, la designación de Juan Manuel Moreno Bonilla para presidir el partido y ser candidato a la Junta también se entiende como una maniobra en beneficio de Málaga y opuesta a los intereses de quienes, hasta ahora, tenían la sartén por el mango sin sortearla aunque se achicharraran. Todas las direcciones provinciales han escenificado su unión en torno al nuevo jefe de los populares surgido a ultimísima hora frente al más de lo mismo que podía representar José Luis Sanz, que finalmente renunció a presentarse en el congreso que elegirá presidente de los populares. Por la derecha también gana Málaga.

Y todo esto después de que otro malagueño, Javier González de Lara, se haya convertido en el presidente de los empresarios andaluces integrados en la CEA. Unicaja, por su parte, mantiene su posición hegemónica como la principal entidad financiera de Andalucía, a punto de cerrar una operación de fusión que la hará aún más grande. Se viene un nuevo tiempo. Málaga tuvo que ser.