La plantilla entera del Málaga CF y sus máximos dirigentes deberían pasar un fin de semana concentrados con peñistas de toda la provincia para conocer de cerca el enorme patrimonio humano que tiene este club. Lo declaraba en el Hotel Iberostar Málaga Playa de Torrox Costa el exfutbolista Juan Carlos Añón, uno de los dos técnicos actuales del División de Honor Juvenil -flamante campeón en el grupo de Andalucía y aspirante a todo en el torneo de campeones o la Copa del Rey de juveniles-, en referencia a los pulmones, en forma de aficionados incondicionales, que oxigenan el motor malaguista.

No le falta razón a un hombre de fútbol que de corto debutase a principios de los ochenta; viviese glorias, descensos y hasta una desaparición; y luego, ya como entrenador, fuese parte importante del primer proyecto europeo del Málaga CF o viviese las sensaciones del primer filial andaluz que alcanzaba la segunda máxima categoría del fútbol español. Añón reconocía anteayer que poder ver un resort de cuatro estrellas convertido en «hotel temático» del conjunto malaguista refuerza a la entidad de Martiricos como «grande». A pesar de su dilatada trayectoria nunca antes había vivido «algo así».

Unas 200 personas, en la primera edición de una concentración que permitía disfrutar de alojamiento con todo incluido por apenas 45 euros diarios, lograron emocionar a grandes y pequeños con sus cánticos casi permanentes, por sus sanas competiciones sobre la arena del complejo poliderpotivo de la playa de Ferrara y ese ánimo colectivo que no decayó ni cuando el Getafe impedía entonar la permanencia matemática.

Personalidades de leyenda, como los del consejero y también exjugador blanquiazul Abdallah Ben Barek, o los del máximo goleador histórico del Málaga CF, Sebastián Fernández «Basti», volvieron a enfundarse sus respectivas elásticas, como si reviviesen por un instante el día en el que debutaban. Basti, para describir aquellas sensaciones, se giró para mirar a Ben Barek: «El míster, aquí presente, fue el que confió en mí a pesar de mi corta edad». Antes, el genial Juanito, otra auténtica leyenda del fútbol malagueño e internacional, había acudido hasta el «campo de tierra» de San Ignacio para certificar todo lo que le habían dicho sobre aquel niño que con el tiempo llegaría a ser «Bastigol». Ni siquiera la gravísima lesión que sufrió el menudo delantero impidió que el fuengiroleño estampase su firma. Era el primer contrato hacia una carrera incuestionable, coronada por esa etapa también inolvidable que Basti pasó junto a otro mítico técnico, Pepe Sánchez, ya de vuelta en el Centro de Deportes El Palo.

Ben Barek también nos hizo retroceder en el tiempo, hasta aquellas temporadas en las que las expediciones para cruzar España subidos en la «Fecha Azul» comenzaban a dejar kilómetros atrás en viernes. «De vuelta, al llegar a la Cuesta de la Reina y ver Málaga debajo, pensabas que ya estabas en casa. Pero todavía quedaba lo peor: dos horas de curvas que se hacían interminables». Otro pasaje que de su memoria que desató las risas de los peñistas fue de aquella tarde en la que olvidó el brazalete de capitán del CD Málaga. «El árbitro me preguntó por mi distintivo. Y yo le contesté que si no le parecía poco distintivo el color de mi piel. No había más morenos en el campo».

El propio consejero subrayó que, pese a que los muchos compromisos empresariales impiden que el jeque Al Thani pueda visitar regularmente Málaga, «que nadie dude de su condición de malaguista». Y ante la insistencia de muchos de esos aficionados que se dejan los pulmones cada vez que hay partido en La Rosaleda, remarcó que nadie debe dudar del futuro del club. «Todos debemos estar muy tranquilos. El proyecto es a largo plazo». Igual que parece que, a la vista de lo vivido, la concentración de este fin de semana en Torrox va camino de perpetuarse en el tiempo.