La selección española de fútbol ha cantado la palinodia y ello le honra. Vicente del Bosque ha querido salvar almas diciendo que habrá cambios, pero ello no será señalar a nadie. Su bonhomía le lleva a intentar el salvamento de sus jugadores. Dentro de la selección se sostiene la teoría de que no estamos al final del ciclo. Es el mismo argumento oído en el Camp Nou en año en que el Barcelona no ha ganado ningún título. Tal vez se ha supervalorado a «La Roja» sin contar con que todos los ciclos tienen principio y fin. La base del equipo está en quienes ganaron la Eurocopa hace seis años. El tiempo no pasa en balde. Sin embargo, ante Chile cabe la posibilidad de que se pueda renovar la fe.

La derrota humillante ante Holanda no debe ser argumento para condenar a la iniquidad a quienes han sido campeones de Europa y del mundo, aunque si debe ser razonamiento para que se señalen errores y actuaciones deprimentes. Holanda, a fin de cuentas ha llegado tres veces a la final aunque las hay perdido todas y, dolorosamente, con Cruyff como estrella universal en Múnich en el Mundial de 1974.

Los derrotados tienen derecho al respeto y desde tal actitud deben expresarse las opiniones derivadas de comienzo mundialista tan decepcionante. No es comparable la derrota ante Suiza en Suráfrica (0-1). De aquel partido se salió con la convicción de que sólo había sido un traspié. De lo sucedido en Salvador de Bahía se colige que, aun contando con la posibilidad de seguir vivos tras la primera ronda, ello se conseguirá con sangre sudor y lágrimas.

En Suráfrica se pasaron constantes angustias y se jugó al borde del abismo más de un partido, pero se confiaba en aquel Puyol que marcaba gol decisivo, en Casillas que detenía a Robben en la final y con anterioridad se había ganado de nuevo el apelativo de «santo». Xavi era el artista, Villa marcaba oportunamente e Iniesta lograba el gol glorioso. Y, además, el juego era nuevo para el resto, la posesión de la pelota no tenía contraindicaciones. Los adversarios no aguantaban el estrés de perseguir un balón ante quienes lo manejaban como en los «rondos» de los entrenamientos. Ahora da la impresión de que no hay líderes en el conjunto.

Con todo, en aquella etapa victoriosa, que se volvió a confirmar en la Eurocopa de hace dos años en Ucrania y Polonia, ya se constataba que al equipo, con su manera de jugar le costaba marcar goles. En Suráfrica con la derrota por 1-0 contra Suiza hubo estos resultados: España, 2; Honduras,0. España, 2; Chile, 1. España, 1; Portugal, 0. España, 1; Paraguay, 0. España, 1; Alemania,0. Y España,1; Holanda,0, tras prórroga.

Analizados los resultados vemos que las victorias no registraron éxitos exultantes en lo que se refiere al marcador. Por el contrario, y afortunadamente, mostraron capacidad defensiva extraordinaria. La clasificación para el Mundial se ganó haciendo el gran esfuerzo de ganar en París a Francia. Con anterioridad se habían constatado algunas flaquezas. Se empató en casa con Francia y Finlandia. Y el antecedente de la final de la Copa Confederaciones, frente a Brasil, no fue tomado en cuenta.

Del Bosque tiene ante sí la dura labor de confeccionar equipo distinto al empleado frente a Holanda. Probablemente, volverá a contar con Cesc como falso nueve, sistema que le ha dado más de un buen resultado. La decisión más difícil es la de sentar a Casillas. En Brasil, en 1950, llegó Iñaqui Eizaguirre como titular y jugó el primer partido. Después fue sustituido por Antonio Ramallets, que se convirtió en el guardameta del torneo. Juan Acuña fue siempre hombre de banquillo. Ramallets fue indiscutible durante años.

El emigrado De Egea ha sido llamado con el argumento de que es el futuro. Tal vez debería empezar ya a demostrarlo.