Lo último que necesita la Costa del Sol es una convocatoria de huelga en la hostelería. Sería injustificable que las buenas perspectivas turísticas para esta temporada se fueran al traste por la conflictividad laboral en el sector, porque en el turismo suele suceder lo mismo que en el ámbito bursátil: los rumores, las malas noticias y las amenazas acaban desbaratándolo todo.

Esta mañana se ha escenificado la mala salud interna del único sector que presenta datos positivos en la provincia. Las negociaciones del nuevo convenio colectivo han desnudado los males endémicos que afloran sobre su epidermis social de forma periódica, ya que aún no se ha encontrado la fórmula que contente a todos en una industria que sólo funciona a todo rendimiento unos seis o siete meses al año. Esta mañana no ha habido ningún tipo de acercamiento entre las partes y los sindicatos se reunirán el viernes para plantear un calendario de movilizaciones en julio con la idea de convocar incluso una huelga para agosto. Si nadie lo remedia, sus efectos serían letales para la maltrecha economía de la provincia, aunque ya estas mismas líneas pueden ocasionar que el señor Smith o la familia Braummuller decidan cancelar su reserva de siete días en un hotel de la Costa del Sol por que nadie en su sano juicio viaja a un sitio donde corre el riesgo de tener que hacerse la cama o limpiar el hotel donde se aloja.

Todos sabemos que el turismo es un estado de ánimo, y ahora, en la Costa del Sol lo que cunde es el desánimo por la falta de acuerdo para renovar el convenio de hostelería que daría al traste con las excelentes previsiones de una industria clave para la economía malagueña, no en vano representa el 15% de su Producto Interior Bruto.

Negociar es aprender a ceder. Son tres verbos sobre los que deben ejercitarse, por igual, patronal y sindicatos porque, tal como están las cosas y a la vista de las posiciones fijadas, aquí no hay justos ni pecadores. Tenemos como ejemplo el recién firmado convenio de hostelería de Mallorca, uno de los destinos que compiten con la Costa del Sol, donde las partes han cedido y dejado aparcados los puntos más conflictivos y han acordado una paz social de cuatro años con una subida salarial del 4,5% a lo largo de esos cuatro años. Incluso han incluido medidas para la generación de empleo, como la ampliación de la duración del contrato eventual, y de fomento del empleo juvenil. Ahora se permite el contrato para el desarrollo del FP dual eliminando la traba existente para poder desarrollar los periodos de formación en la empresa en dos temporadas turísticas de una duración mínima de seis meses. También se realizarán contractos de formación para aquellos jóvenes que carezcan de los estudios adecuados.

Aquí, en la Costa del Sol, las posiciones siguen muy alejadas. Los sindicatos, que partían de exigir una subida salarial del 5% en cuatro años, han mirado a Mallorca y aceptan una total del 4,5% en cuatro años. La patronal cree excesiva y proponen subidas sucesivas de 0,75% para este año (ojo, desde julio a diciembre; 0,80% en 2015 y 0,90% en 2016. El otro campo de batalla aún presenta peores perspectivas de acuerdo. Los empresarios, amparándose en la reforma laboral del PP, pretende implantar un sistema de trabajo más flexible de acuerdo a la demanda turística, lo que significaría que se pueden agrupar jornadas de trabajo en el verano, lo que significaría una menor contratación de eventuales.

Si se mantienen las posiciones estáticas, lo más probable es que, alguien deberá intervenir -el consejero de Turismo ya se ha ofrecido- para mediar y evitar mayores daños a la economía de la provincia. La actual situación económica no permite lujos como una huelga, ni que las dos partes no conjuguen que negociar es aprender a ceder.